
“La movilidad humana es el traslado de las personas de un lugar a otro en ejercicio de su derecho a la libre circulación. Es un proceso complejo y motivado por razones voluntarias o forzadas, que se realiza con la intención de permanecer en el lugar de destino por períodos cortos o largos, o para desarrollar una movilidad circular”, así describió a la migración, la doctora Shoshana Berenzon Gorn, directora de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
Al iniciar la mesa Migrantes en Estados Unidos y México: condiciones, necesidades y recomendaciones, coordinada por ella y por María Elena Medina-Mora, miembro de El colegio Nacional, la doctora en Psicología Social por la UNAM señaló que la movilidad humana implica el cruce de los límites de una división geográfica o política, dentro de un país o hacia el exterior. “Integra en una sola idea todas las formas de movimiento: refugio, asilo, migración internacional o interna”.
Recordó que, tradicionalmente, los mexicanos migraban a Estados Unidos y retornaban de ese país de manera voluntaria o forzosa, es decir, México era expulsor y receptor de personas. Pero, en los últimos años, además de lo anterior, “hay solicitantes de asilo, refugiados y aquellos que se encuentran en tránsito con la intención de llegar a Estados Unidos de América y que pueden permanecer por tiempos prolongados en el país, lo que provoca el ciclo tránsito-destino-atrapamiento”.
“Actualmente hay una disminución en el número de migrantes en tránsito por México y de retornados de Estados Unidos. En los primeros meses de 2025, se promediaron 37 mil deportaciones al mes. Los migrantes viven amenazas del gobierno norteamericano con deportaciones masivas, la militarización de las fronteras de ambos lados y campañas en medios antinmigrantes”, subrayó la especialista.
Agregó que, entre los desafíos frente a esta realidad, se encuentran la protección, regularización y respuestas a las diversas necesidades de salud que implica la coexistencia de migrantes con diferentes perfiles. “Sin duda, este es el reto más grande que tienen las autoridades. Cumplir con las responsabilidades que supone proteger y respetar los derechos de quienes se encuentran en movilidad en México y de quienes han sido retornados, más allá de las medidas implementadas por el gobierno de Estados Unidos”.
De acuerdo con la experta, la movilidad humana tiene cuatro etapas: la primera es tener la intensión o la necesidad de salir de su lugar de origen; la segunda es el tránsito o desplazamiento; la tercera es la llegada y la estadía en el lugar del destino; y la última, corresponde al retorno del país de origen y su reintegración con la sociedad. Etapas que, a su vez, “responden a necesidades puntuales como las experiencias de pobreza, violencia y escaso acceso a la educación, que dejan una marca emocional negativa y de poco control sobre sus vidas”.
“La mayoría emprenden el viaje bajo múltiples condiciones adversas: poco dinero, débiles redes sociales y conocimiento impreciso sobre los obstáculos que podrán encontrar. Se adhieren los riesgos a los que se enfrentan en el camino, ya sea naturales o climáticos, estigmas, rechazo, discriminación, abuso por parte de autoridades mexicanas, extorsión, violencia por parte de organizaciones criminales, largos tiempos de espera para llegar al destino final y pocas oportunidades de trabajo”.
En este sentido, Berenzon Gorn detalló que las necesidades que deben cubrir los migrantes para su sobrevivencia son: contar con documentos que les permitan tener una identidad; protección efectiva ante violencias ejecutadas por el crimen organizado y las autoridades mexicanas; alojamiento, alimentación y oportunidades de trabajo; información verídica y comprensión por parte de las poblaciones locales y servidores institucionales para evitar actos de discriminación, racismo y acceso a servicios de salud sin trámites complejos.
“Los esfuerzos por parte del gobierno para dar respuestas a las necesidades han resultados insuficientes. La cobertura de los servicios recae en las organizaciones de la sociedad civil que dependen de las agendas de entidades financiadoras, que en estos momentos reciben menos apoyo. Existe una falta de comunicación entre dependencias públicas y agencias internacionales; además, hay una falta de servicios públicos de salud y recursos humanos desgastados”, concluyó la doctora.
Aplicaciones para migrantes
Al tomar la palabra, Sergio Aguilar-Gaxiola, profesor de Medicina Interna y fundador y director del Centro para Reducir Disparidades en Salud, mostró que, de la población que necesitó servicios de salud mental en Estados Unidos, en los últimos doce meses, el 38% de fueron nacidos allá; el 15% fueron inmigrantes; y el 9% trabajadores agrícolas.
Sostuvo que los mexicanos que emigran a Estados Unidos tienen por lo general buena salud física y mental. Los mexicanos nacidos en Estados Unidos, segunda y tercera generación, tienen un mayor riesgo que los inmigrantes de primera generación de desarrollar trastornos mentales, sobre todo farmacodependencia. El director del Centro para la Reducción de las Disparidades en la Salud de UC Davis comentó que, “mientras más tiempo viven los inmigrantes en EEUU, mayor es el riesgo de desarrollar trastornos mentales sobre todo por abuso de substancias. Los factores protectores de la cultura mexicana se disminuyen con la estancia prolongada en el país norteamericano, por lo que el proceso migratorio está relacionado con un aumento en el abuso de drogas”.
“La gran mayoría de los migrantes con trastornos mentales y farmacodependencia no han recibido tratamiento. Esta falta de tratamiento está asociada con desempleo y conduce a la falta de productividad y prosperidad económica. Es por eso que necesitamos la colaboración de los sectores público y privado a nivel local, regional, nacional y binacional”, subrayó el experto.
Aguilar-Gaxiola también hizo referencia al Proyecto de reducción de disparidades de California (California Reducing Disparities Project) que tiene diversos objetivos, entre los que se encuentran: Invertir en comunidades en California impactadas por las disparidades en salud mental. Se trata de una inversión de al menos 10 años para identificar y evaluar enfoques definidos por la comunidad y así educir sus disparidades. Además de invertir en evaluaciones participativas basadas en la comunidad.
“Los migrantes cuentan con dos aplicaciones electrónicas que pueden brindarles ayuda, una de las cuales es ConsulApp Contigo. Se trata de una aplicación móvil diseñada para brindar seguridad y apoyo en situaciones de emergencia. Se conecta rápidamente con el Centro de Información y Asistencia al Pueblo Mexicano (CIAM) en caso de arrestos o emergencias; ofrece información clara sobre sus derechos, permite registrar contactos de emergencia y localizar consulados cercanos. Además, facilita el acceso a citas consulares a través de WhatsApp, todo desde la palma de la mano”, apuntó el experto.
La segunda aplicación es UNAM, Acción Migrante, una plataforma digital que ofrece orientación y apoyo a migrantes mexicanos y de otras nacionalidades que residen en Estados Unidos o que ya se encuentran en México. El programa brinda atención psicológica, orientación legal y capacitación laboral. Se trata de una colaboración entre los cinco campus de la UNAM en Estados Unidos. Los Ángeles, Tucson, San Antonio, Chicago y Boston y la Estación Noroeste del Instituto de Investigaciones Jurídicas en Tijuana, así como la extensa Red Consular que la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene en territorio estadounidense.
Finalmente, Silvia Morales Chainé, de la Facultad de Psicología de la UNAM, expuso que el 3.6% de la población mundial ha migrado internacionalmente, son 281 millones de habitantes, según datos de la Universidad de California; lo que significa que son 169 millones de trabajadores migrantes.
“También se determinó que 13 millones de personas mexicanas vivían fuera del país, la mayor parte en Estados Unidos de América. México ha pasado de ser un país de origen y tránsito, a una región de destino y permanencia para muchas poblaciones hermanas latinoamericanas, del caribe e incluso de África, Asía y Europa. Entre 2020 y 2022, hubo 2.5 millones de expulsiones y aprehensiones de México, Guatemala, Honduras, el Salvador, Venezuela, Haití, Cuba y Nicaragua, incluyendo niñas, niños y adolescentes”.
De acuerdo con Morales Chainé, “la violencia, la trata de personas, la discriminación, la explotación laboral, los problemas jurídicos y administrativos, el desempleo, el desarraigo, las dificultades de integración, el estigma, las barreras lingüísticas y educativas son parte de las amenazas a las que se enfrentan los migrantes, y a las que se agregan las deportaciones, la separación de las familias, la pérdida del hogar, del ingreso económico, la violencia interpersonal y los padecimientos físicos y emocionales prescritos. Se necesita proteger y monitorear su salud mental”, concluyó la expert
El conversatorio organizado por el Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la UNAM, la Facultad de Medicina - UNAM - INPRFM y el Seminario Permanente de Migración, se encuentra disponible en elcolegionacionalmx.