
“Este ciclo busca recordar las historias individuales de los institutos establecidos como hospitales de especialidad, cuya primera intención, además de atender a los enfermos, fue formar especialistas y realizar investigación científica”, señaló Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional, al inaugurar el ciclo Los Institutos Nacionales de Salud: orígenes y perspectivas.
Recordó que cada uno de los institutos tuvo un origen diferente hasta 1985, cuando la Secretaría de Salud quiso reunirlos bajo un mismo rubro: Institutos Nacionales. La idea fue desarrollar su crecimiento como instituciones públicas de excelencia, “pero desgraciadamente esto se ha perdido desde hace mucho tiempo. Cada instituto debe gozar por Ley de autonomía técnica, operativa y administrativa, cosa que no ocurre”.
De acuerdo con el colegiado, entre los orígenes de este ciclo, también se encuentra la preocupación por la sustitución gradual de las políticas propias de cada dependencia, a consecuencia de una ideología partidista ajena a los principios establecidos en la Ley General de los Institutos de Salud; y un intento por corregir el error de la historia oficial de la Secretaría de Salud, que plantea que ésta se inició en México en 1943 ignorando dos décadas anteriores, dedicadas al análisis, la planeación y a la fundación del Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales (ISET), que se creó en 1939.
El científico mexicano presentó datos poco conocidos sobre la formación profesional del Doctor Manuel Martínez Báez, experto en enfermedades tropicales, quien elaboró el proyecto del ISET y se convirtió en su primer director. “Martínez Báez participó como médico en la Revolución Mexicana y organizó un hospital militar a los 24 años y fue Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo a los 26 años.
Al responder a la pregunta ¿por qué en el sexenio de Lázaro Cárdenas se decidió hacer un instituto dedicado a las enfermedades tropicales?, Martínez Palomo aseguró que el Departamento de Salubridad de aquella época consideró que “el pueblo mexicano era un pueblo enfermo: el paludismo las costas, las parasitosis intestinales, la alimentación insuficiente, las enfermedades de origen hídrico debido a la falta de agua potable, la tuberculosis y la lepra fueron causas indirectas de la enorme mortalidad principalmente infantil”.
La redacción final del documento de la creación del ISET quedó a cargo del doctor Martínez Báez, y entre sus líneas puede leerse lo siguiente: el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales se ocupará del estudio de los problemas técnicos de Salubridad relacionados con las enfermedades tropicales existentes en la República Mexicana, y de aquellos que por su índole puedan ser abordados en un Instituto de esta naturaleza; y para realizar sus funciones contará con 11 laboratorios de Investigación.
En palabras del colegiado, entre lo novedoso de este instituto se encontró un laboratorio de estadística y la participación de investigadores extraordinarios, algunos entrenados en Harvard, otros en la universidad de París, en Johns Hopkins, en Kiel, todos eran independientes que llevaron a florecer esta dependencia. “Hoy en día se busca la resolución a nuestros problemas de salud ya no por la aplicación ciega de normas elementales tomadas de libros de texto, o por la copia servil de métodos aplicados en otros países, sino por la investigación correcta de nuestra propia situación, de nuestras necesidades particulares y de nuestros recursos”.
Al tomar la palabra, Adolfo Martínez Valle, del Centro de Investigaciones en Políticas, Poblacionales y Salud de la UNAM, recordó que, durante más de 80 años, los Institutos Nacionales de Salud han desempeñado un papel fundamental, haciendo investigación científica desde enfermedades infecciosas hasta padecimientos más complejos como el cáncer y la salud mental; formando profesionales de la salud; contribuyendo a la educación continua y mejorando la atención médica.
Sin embargo, puntualizó el experto, “hoy enfrentan tiempos difíciles, tanto en el contexto nacional como internacional, con la reducción de sus presupuestos como los que han sufrido el Instituto Nacional de Cancerología, Enfermedades Respiratorias, Perinatología y Cardiología. Lo que se asocia con una disminución en la atención médica en años recientes”.
En palabras de Martínez Valle, la disminución se puede observar en cifras presentadas de 2018 a 2021, por ejemplo, la atención del infarto agudo al miocardio se redujo en un 81%, la atención intensiva neonatal en un 78%; el cáncer infantil en un 74%; el cáncer de mama en un 50%; y el cáncer cérvico uterino en un 48%. “Esto es una muestra de cómo ha afectado la disminución de los presupuestos de los institutos para brindar una atención de calidad”.
El contexto internacional, el experto en asistencia para el desarrollo en materia de salud, comentó que no es menos adverso con los recortes importantes a la cooperación técnica y la falta de apoyo a la investigación científica. “El Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales fue el primer instituto dedicado exclusivamente a la investigación científica. También fue una institución visionaria porque fue creada con el fin explícito de contribuir a resolver los problemas prioritarios de salud de entonces como la oncocercosis. Desarrolló investigación de punta en enfermedades tropicales de alta prevalencia en nuestro país, como el paludismo y la enfermedad de Chagas. Lo que permitió definir una agenda promisoria para los Institutos Nacionales de Salud (INS)”.
Actualmente, “se puede empezar por modificar la Ley de los INS que procuró establecer en 1986 un marco jurídico claro, que realmente les haga justicia a las tres funciones básicas de los institutos: que realicen investigación científica en salud; que formen y capaciten recursos humanos calificados; y que presten atención médica de alta especialidad. Esto permitiría colocar al Instituto de Salubridad y Enfermedades, ahora Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica, en el lugar que merece en la historia institucional de la salud de México”.
Martínez Valle aseguró que es más importante blindar financieramente los recursos de sus tres funciones en la propia Ley para impedir recortes presupuestales arbitrarios; identificar áreas de mayor eficiencia en su operación para hacer más con menos en el corto plazo; asignar recursos adicionales en función de su desempeño en el mediano plazo, premiando a los mejores prestadores de servicios, investigadores y docentes; y preservar su autonomía de gestión del IMSS Bienestar para impulsar la calidad de sus servicios.
“Grande es la medicina cuando se ejerce en bien de la salud de un individuo; cuando se afana en pro de la salud de todo un pueblo, es sencillamente grandiosa”, así lo dijo Manuel Martínez Báez y sí concluyó Martínez Valle.
La primera sesión del ciclo de conferencias Los Institutos Nacionales de Salud: orígenes y perspectivas, coordinado por el colegiado Adolfo Martínez Palomo, se encuentra disponible en elcolegionacionalmx