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La flora y la fauna comprenden los grupos taxonómicos más estudiados y admirados, su belleza estética y gran tamaño

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Flora Registro fotográfico en cámara-trampa de garza tigre mexicana (Tigrisoma mexicanum) en zona de manglar en UMA de vida libre del Estado de Tabasco. (Alejandro Ortega Argueta.)

Parte esencial del bienestar humano es su vínculo con la naturaleza y todos los elementos que la conforman. Tradicionalmente, la flora y la fauna comprenden los grupos taxonómicos más estudiados y admirados, su belleza estética y gran tamaño -en el caso de algunas especies- los han consolidado como especies bandera o estandarte de los esfuerzos de conservación durante los últimos 50 años. No por ello dejando de lado la sorprendente belleza estética e importancia ecológica de otros grupos erróneamente considerados como “menos carismáticos”.

Particularmente en el caso de la fauna silvestre, parte fundamental de su estudio (y admiración) es la observación directa de los animales en su hábitat “natural” y en condiciones lo más prístinas posibles. Sin embargo, muchas especies son difíciles de observar debido a sus patrones de conducta (algunos son completamente nocturnos o activos únicamente durante ciertos momentos del día o de la noche), porque presentan bajas densidades (pocos individuos por superficie), o por su carácter esquivo (intencionalmente buscan pasar desapercibidos, y se esconden o huyen a la más mínima señal de perturbación). Por ello, desde hace algunas décadas se han desarrollado múltiples herramientas que han permitido eficientizar los esfuerzos en campo de quienes estudian a la fauna silvestre, reduciendo esfuerzos, optimizando recursos y maximizando resultados.

Actualmente, una de las herramientas más útiles y populares –cuyos prototipos se han ido perfeccionando con el tiempo en relación costo-eficiencia- son las cámaras-trampa y el denominado “método de fototrampeo”. Este consiste básicamente en el registro fotográfico de individuos de fauna (silvestre generalmente), a través de cámaras de foto-video automáticas o semi automáticas, con fines ecológicos, educativos o simplemente lúdicos. A pesar de que las cámaras-trampa han estado disponibles desde principio del siglo XX, su utilización en inventarios de fauna silvestre y en investigación ecológica es relativamente reciente. Los primeros registros datan de apenas hace 50 años, pero no fue sino hasta la década de los 90s, que los biólogos y ecólogos “redescubrieron” el potencial de las cámaras-trampa, reconociendo que las herramientas estadísticas desarrolladas para otros métodos de muestreo, también podrían ser aplicadas al fototrampeo (siempre y cuando se utilizara el número suficiente de cámaras y de datos) para hacer estimaciones más precisas y robustas.

En años recientes –y hasta la fecha-, la fortaleza metodológica de las cámaras-trampa se ha dirigido hacia el estudio de los mamíferos (medianos y grandes principalmente), sin embargo, poco se sabe que originalmente este instrumento de monitoreo se instauró para el estudio de aves. Así es, los trabajos pioneros de cámaras trampa, como los de Tomoo Royama de 1959 y 1970, se desarrollaron con el objetivo de identificar los componentes de la dieta de un ave paseriforme conocida como carbonero común (Parus major), por medio de una cámara activa con un disparador automático instalada en los nidos de estas pequeñas aves.

Flora Colocación de cámaras-trampa en nidos de águila coronada (Buteogallus coronatus) en Argentina. Fuente: Roberto Louet, 2024 en Diario Mendoza Digital Online, https://www.diariomendoza.com.ar/mendoza/instalan-camaras-nidos-aguilas-coronadas-mendoza-n68039

A partir de estos estudios, en ornitología –ciencia que estudia las aves, su biología, comportamiento, evolución, ecología y conservación- las cámaras-trampa han sido utilizadas para documentar y estudiar la depredación en nidos de aves, la dieta y los patrones de actividad de ciertas especies (Figura 1). Si bien durante muchos años también se utilizó esta herramienta para registrar la presencia de ciertas especies de aves en un área determinada, nunca se consideró un método eficaz y robusto que permitiese realizar estimaciones de abundancias relativas y densidad poblacional, debido a la remota probabilidad de capturar en registro una muestra significativa de la comunidad de aves en un sitio (tanto en número de especies como de individuos de una misma especie), debido a que no todas las aves tienen hábitos terrestres. Aunado a esto, actualmente el fototrampeo en aves ha sido ampliamente desplazado por herramientas tecnológicas finas desarrolladas específicamente para capturar registros acústicos, como los audiomoths (grabadoras de monitoreo acústico en un amplio rango de frecuencias, incluyendo sonidos audibles y ultrasónicos), mucho más sensibles al registro de presencia de aves.

Flora. Registro fotográfico en cámara trampa de garza tigre mexicana (Tigrisoma mexicanum), en zona de mangle de una UMA de vida libre en el Estado de Tabasco. (Alejandro Ortega Argueta)

Sin embargo, aún hoy en día, el registro fotográfico de aves en estudios de fauna silvestre continúa siendo de gran importancia, ya que además de complementar los monitoreos acústicos para caracterizar la estructura de la comunidad, estimar abundancias relativas por especie y/o documentar aspectos clave de la biología de las especies como las dinámicas de los nidos, también permiten capturar registros de presencia e imágenes de aves consideradas amenazadas o en alguna categoría de riesgo, que en algunos casos no se han visto en muchos años en sitios específicos. Esto último, constituye una herramienta sumamente valiosa en los esfuerzos de conservación de estas especies.

Por ejemplo, un estudio realizado por investigadores e investigadoras y estudiantes del Instituto de Ecología A. C. (INECOL) de 2017-2020 en UMA (Unidades de Manejo, Conservación y Aprovechamiento Sustentable de Vida Silvestre) de manejo de fauna silvestre en vida libre en los Estados de Chiapas, Tabasco y Veracruz, logró capturar en registro fotográfico tan sólo en los Estados de Tabasco y Veracruz, más de 55 especies de aves en un monitoreo no específico para este grupo, diseñado y dirigido al estudio de mamíferos terrestres. Dentro de estos registros, destacan dos especies en categoría de riesgo, de las cuales actualmente se tienen pocos o prácticamente nulos registros en esas zonas. Uno de ellos es la garza tigre mexicana (Tigrisoma mexicanum) (Figura 2) considerada como “Sujeta a protección especial (Pr)”, y la pava cojolita (Penelope purpurascens) (Figura 3) “Amenazada de extinción (A)” de acuerdo a la modificación del 2019 al Anexo I de la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-2010).

Flora. Registro fotográfico en cámara-trampa de pava cojolita (Penelope purpurascens) en zona de selva mediana en UMA de vida libre del Estado de Veracruz. (Carolina Álvarez Peredo y Elí Alejandra Saucedo Castillo.)

A partir de estos registros, un grupo multidisciplinar de investigadores e investigadoras del INECOL comenzará este 2025 un nuevo proyecto de investigación en el cual se conjuntan esfuerzos en campo de la mano de dos herramientas de monitoreo –cámaras-trampa y audiomoths- para caracterizar la comunidad de aves en cafetales del centro de Veracruz en un esfuerzo de contribuir al desarrollo de sistemas agroproductivos sostenibles y activamente responsables de la conservación de la fauna silvestre asociada a ellos.

Para saber más:

Chávez, C., A de la Torre, H. Bárcenas, R.A. Medellín, H. Zarza y G. Ceballos. 2013. Manual de fototrampeo para estudio de fauna silvestre. El jaguar en México como estudio de caso. Alianza WWF-Telcel, Universidad Nacional Autónoma de México, México.

Cuttler, T.L. y D.E. Swann. 1999. Using remote photography in wildlife ecology: a review. Wildlife Society Bulletin 27:571-581.

Royama, T. 1959. A device of an auto-cinematic foodrecorded. Ton 15:20-24.

Royama, T. 1970. Factors governing the hunting behavior and selection of food by the Great Tit (Parus major L.). Journal of Animal Ecology 39:619-668.

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