
Cuatro jóvenes cruzaron la sala de ingreso a la capilla A, de la agencia Gayosso, donde se velaban los restos de la doctora Julieta Fierro (1948-2025). Unos segundos después, un poderoso y emotivo goya sonaba y detuvo las pláticas y entrevistas que se hacían. Era el último homenaje a la astrónoma que “siempre daba todo lo que tenía a quien se le acercara”.
Esa palabra final de la porra “UNIVERSIDAD” cerró las despedidas, que comenzaron el viernes 19 de septiembre por la noche y terminaron el sábado 20 por la tarde. Grabó en la memoria que Julieta y la UNAM caminaron a la par por 55 años, como ella lo diría al recibir el Premio Crónica 2024, y que fueron décadas que le permitieron estudiar, trabajar y hacer lo que más le gustaba: divulgar la ciencia.
Porque al divulgar, su mente, corazón y emociones sacaban ese torrente de creatividad y gusto por compartir: dar a los otros lo que sabía con la intención de que niños, jóvenes o adultos se maravillaran con la belleza de las ciencias y la cultura.
Y en este mural de lo que era Julieta destaca su generosidad, esa que se expandía sin límites. Una escena de esto se repetía los viernes cuando se instalaba el tianguis en avenida Copilco, donde compraba lo que necesitaba y más. En el camino de regreso a casa iba regalando a las personas las paletas, las frutas… o lo que traía en sus bolsas. Al llegar a su hogar, el resultado era que sólo le quedaba la mitad o la cuarta parte de lo comprado, cuenta su hermano Rafael Fierro Gossman y era el relato que la persona que le ayudaba a Julieta le relató en varias ocasiones. Todo esto comenzaba con la frase “Vamos a reglar”.
Sobre esta generosidad, Tomás Granados, director de la editorial Grano de Sal, recordó que conoció a Julieta en el FCE y cuenta que una de sus grandes aficiones de la astrónoma era la danza. “Un día supo que mi hija, Valentina Granados, tomaba clases de danza y la siguiente vez que nos encontramos nos regaló algunos DVDs para alentar en ella la actividad artística. Es decir, no sólo era una divulgadora del conocimiento, sino del disfrute del cuerpo en la danza. Y lo que hizo para mi hija me pareció fantástico, porque no sólo guardó el dato de que tomaba clases, sino que en el próximo encuentro nos dio un regalo para que siguiera bailando”.
“LO DABA TODO”.
Sara Poot dijo que Julieta “daba todo lo que tenía y nos lo seguirá dando, con esa sencillez que tenía la sabia sencilla”. En la pasada Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey), recuerda la escritora, en su plática Julieta tenía abarrotado el lugar y había muchos niños. Ella se sentó a su lado, en el piso, para explicarles lo que nadie explica con la sencillez con que ella lo hacía. Y además les dio dulces y capulines. ¡Eso era ella! Y ahora en estos momentos me la imagino en ese universo iluminado de Sor Juana, ahí las dos en el firmamento".
Eran los otros recuerdos de la generosidad de Julieta. Esos que hacía cotidianamente junto con su pasión por enseñar ciencias. Y Rosaura Ruiz Gutiérrez, titular de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI), la evoca como una persona encantadora, muy buena amiga, muy solidaria, muy empática, muy entregada a todas las causas de la izquierda, porque aparte de ser una gran divulgadora, también era una activista en muchos temas y particularmente era una feminista que luchó por la equidad. “Nos hará mucha falta porque ella es la gran divulgadora que tiene México y Latinoamérica. Se preocupó mucho de acercarse a los niños, a los jóvenes y eso creo que tiene que seguir haciéndose”.
Son algunas más de las aristas de una vida deslumbrante o como dice su hermano Rafal Fierro: “Siempre intentó vivir con pasión y buscó ayudar a otros a encontrar lo que más le apasionara”.
Pero no todo para Julieta era el gusto y placer de sus trabajos y deseos, añade. “Hay algo que poco se dice y Julieta, aunque podía hacer muchas cosas, también tenía complicaciones en su vida diaria. Como todos, tenía broncas, a veces tenía poco dinero, extrañaba a su familia, a sus hijos que vivían en otros lugares o por las complicaciones laborales que no podía resolver”.

UN PERSONAJE SINGULAR DE LA CULTURA MEXICANA
El poeta, editor, actual secretario de la Academia Mexicana de la Lengua y una de las personas más sabías del mundo cultural, Adolfo Castañón, cuenta que conoció a Julieta primero como autora de libros de La Ciencia Desde México, una colección de títulos que editó el Fondo de Cultura Económica.
Después, cuenta el autor de “Alfonso Reyes, caballero de la voz errante”, tuvo la posibilidad de conocerla más de manera personal, porque le hizo una entrevista para la serie “Los maestros detrás de las ideas”, de la UNAM, y le contó cómo había descubierto su mundo, cómo había aprendido a leer el alfabeto de las estrellas y toda esa visión que tenía para divulgar el conocimiento.
Por otro lado, Castañón recuerda que fue su compañera en la AML durante los últimos 20 años. “De estas experiencias puedo decir dos cosas; una, que era una persona, por un lado, muy rigurosa y seria en todos sus trabajos; y, por otro lado, era una persona con una gran creatividad y con una conexión, digamos, con la música de las esferas y con su entorno”.
Esta combinación, añade, hace que Julieta Norma Fierro sea uno de los personajes más singulares de la cultura mexicana contemporánea y que ha suscitado una oleada de comentarios por su fallecimiento y que la igualan a personas como Carlos Monsiváis u otras que son de una dimensión de popularidad muy amplia. “Esto tiene que ver con su creatividad que era capaz de despertar en todo lo que tocaba. Era como si tuviera una varita mágica e hiciera hablar a los astros, a las piedras y a los abogados”.
Y también era capaz de educar, añade, porque su otro lado es que era una persona enormemente seria, rigurosa, capaz de dar a conocer temas que no son tan sencillos de explicar, como los relativos a la astronomía o la física. “Sabía desarmarlos de manera espontánea y diría que hasta de forma musical, fue una persona incomparable. Pero también voy a decir otra cosa: Julieta Fierro crece o nace en el espacio de una comunidad científica y artística cultural mexicana que le dio espacio. Fue una gran artista de la difusión de la ciencia y es la gran portavoz de la ciencia, es el espíritu de la raza que habla a través de la ciencia”.
En este punto, el también editor Castañón hace una descripción sobre el gran talento de Julieta para divulgar las ciencias: “Era capaz de nutrir a los otros rompiendo las nueces del saber, para que se alimentaran los niños, jóvenes y ancianos”.
INGRESO A LA AML.
Y esa divulgación de la ciencia no sólo sorprendía a la gente de a pie, sino también a sus pares. El presidente de la AML, Gonzalo Celorio, cuenta cómo fue el ingreso de Julieta a la institución.
Lo que recuerdo, añade, es que era una mujer con una voz que atraía a las personas. Su tono alegre “le quitó a la AML la solemnidad inherente de 150 años que tenía desde su fundación”.
Y el día de su ingreso “fue una explosión de simpatía y de espontaneidad, de jovialidad y puedo decir que al ofrecer su discurso de ingreso, cuando era el director José Moreno de Alba, ella lo pronunció con un caracol en la mano. Fue muy divertido y terminó con un acto de magia para explicar no sé qué fenómeno de la Física. Para finalizar, había un mantel amarillo con muchos objetos arriba y lo jaló. Todos nos asustamos mucho, pero ningún objeto se movió y con eso nos dio a entender no sé qué lección de Física”.