¿Sabías que existen bosques que no huelen a tierra ni tienen flores o pájaros cantando entre sus ramas? Bajo su superficie, el mar resguarda un mundo sorprendente: “Bosques de kelp”, ecosistemas inmensos que refugian una gran cantidad de especies marinas. Las macroalgas pardas son las protagonistas de este viaje, en el que, como gigantes, se elevan decenas de metros y resguardan un mundo submarino que pocos han tenido el privilegio de explorar.
Cuando pensamos en bosques como pulmones del planeta, solemos imaginar selvas tropicales o espesuras boreales. Del mismo modo, al imaginar abundante vida submarina tendemos a visualizar arrecifes de coral. Sin embargo, existen algas de color café creciendo en arrecifes rocosos y formando bosques ocultos que albergan tal bullicio de vida y colores como aquellos coralinos. Las algas pardas conocidas como kelps (nombre derivado del inglés), tienen formas alargadas y tonos pardos que se mezclan con los colores del mar. Su forma recuerda a la de los árboles, pues se fijan a las rocas mediante hapteras, parecidas a raíces, levantan estipes similares a tallos, despliegan frondas que actúan como ramas y láminas que semejan hojas. Algunas poseen pequeñas vesículas llenas de gas a modo de flotadores, que les permiten mantenerse erguidas y alcanzar los rayos de sol que penetran por la columna de agua, imprescindibles para realizar la fotosíntesis. Poseen una vida curiosa, que transita entre lo visible, y lo invisible, ya que se reproducen a partir de esporas microscópicas y posteriormente, en algunos casos, alcanzan estaturas majestuosas.
Los bosques de kelp prosperan en mares templados y fríos en casi todos los continentes, excepto en la Antártida. En México, encuentran su hogar en el Pacífico noroccidental, especialmente a lo largo de la península de Baja California y rodeando algunas islas declaradas reservas de la biosfera. Allí, entre las aguas frías y cargadas de nutrientes de la Corriente de California y los acantilados que emergen del desierto, prolifera una mezcla de especies: el sargazo gigante, la coliflor de mar, la llamativa cola de zorra, entre otras. Cuando la corriente avanza hacia el sur y aumenta la temperatura del agua, los bosques cambian y se vuelven menos densos. En Baja California Sur, donde el calor y la escasez de nutrientes son mayores, pocas especies prosperan; sin embargo, la coliflor de mar demuestra una resiliencia admirable y forma paisajes submarinos únicos, especialmente en Bahía Magdalena. El sargazo gigante destaca entre todas las especies por su tamaño, pues puede crecer hasta 15 cm por día y elevarse desde el fondo hasta más de 20 metros hacia la superficie.
Pocos conocen que los kelps cumplen roles esenciales. Estos constituyen barreras naturales que reducen la fuerza del oleaje protegiendo las costas de la erosión, mantienen la calidad del agua filtrando contaminantes y microplásticos, estabilizan el fondo marino y favorecen la biodiversidad. Como las plantas terrestres, su desarrollo y vitalidad se sustenta en los procesos de fotosíntesis, pues utilizan la energía del sol para fijar el dióxido de carbono (CO₂) disuelto en el agua, el cual es indispensable para su crecimiento, además de liberar oxígeno al medio marino. A escala global, los bosques de kelp absorben alrededor de 600 millones de toneladas de CO₂ anuales. A lo largo de su existencia fijan hasta 15 gramos de carbono por metro cuadrado al día en sus tejidos, el cual es conocido como carbono azul. Este se secuestra durante el ciclo de vida de dichas macroalgas en forma de materia y energía, las cuales nutren al enorme mosaico de organismos que habita estos bosques. Al desprenderse o morir, el kelp puede ser arrastrado al fondo marino, donde el carbono azul permanece retenido durante largo tiempo, lejos de la atmósfera.
En estos prolíferos ecosistemas viven y se refugian especies de gran valor ecológico y económico: langostas rojas, abulones, caracoles, erizos rojos y medusas. Abundan además peces como cabrillas, viejas y meros, acompañados por rayas y pequeños tiburones. También patrullan estos bosques leones marinos, focas moteadas y ballenas grises que buscan alimento entre las frondas del kelp. Sobre la superficie se observan gaviotas y cormoranes. El inmenso mosaico de fauna asociado a estos hábitats hace de estos bosques una red de vida compleja y vibrante, en la que cada especie cumple un papel esencial.
En Baja California los bosques de kelp sostienen numerosas actividades asociadas con la pesca. Estas generan ingresos directos para las comunidades costeras que dependen de especies como la langosta y el erizo rojo. Por otra parte, las macroalgas que conforman estos bosques poseen valor comercial al ser fuente de alginatos, un compuesto utilizado como espesante, gelificante y estabilizante en las industrias alimenticia, textil, cosmética y farmacéutica. Los alginatos forman parte, además, de innovaciones médicas como la ingeniería de tejidos regenerativos y la bioimpresión en 3D. Aunque en México desde el 2004 se dejó de cosechar el sargazo gigante para obtener dichos compuestos, hoy en día industrias locales de Baja California aprovechan el kelp principalmente para la producción de bioestimulantes de crecimiento vegetal, pues puede mejorar y proteger diversos cultivos agrícolas.
Lamentablemente, estos invaluables ecosistemas enfrentan amenazas crecientes. Diversos estudios muestran que en varias zonas de Baja California el sargazo gigante ha perdido altísimos porcentajes de su cobertura tras olas de calor marinas, y que la proliferación de erizos morados (herbívoros naturales de estas algas) impide su recuperación. Muchos de estos lugares han quedado atrapados en un “estado alternativo” donde el denominado césped de algas (conformado principalmente por una mezcla de especies de macroalgas rojas, verdes y pardas de pequeño tamaño) forma una capa compacta sobre el sustrato, en el que el kelp ya no logra prosperar. Este cambio reduce no solo la extensión del bosque submarino, sino también los servicios ecológicos y pesqueros que antes allí se sostenían. Investigaciones de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) advierten que, si no se interviene pronto, podríamos perder uno de los ecosistemas más valiosos del Pacífico mexicano.
No obstante, existen motivos para la mantener la esperanza. Con el objetivo de impulsar el rescate de estos valiosos bosques, y en especial del sargazo gigante, las cooperativas han delimitado áreas de descanso pesquero, que funcionan como núcleos de recuperación ecológica. Estas zonas permiten que las poblaciones de kelp transiten hacia etapas más maduras y estables, favoreciendo el retorno de la biodiversidad asociada. Instituciones como la UABC, la Secretaría de Pesca y Acuacultura de Baja California (SEPESCA BC) y el CICESE trabajan junto a estas comunidades en proyectos de reforestación de macroalgas, cultivo de kelp, creación de Bio-Bancos de germoplasma y manejo de poblaciones de erizo. Paralelamente se explora la remoción de erizos y la transformación de sus caparazones en bioplástico y fuente de magnesio, representando alternativas sustentables que reducen residuos y promueven una economía más circular. Los bosques de macroalgas de Baja California ya están incluidos en el Programa Nacional de Restauración Ambiental 2025-2030 de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Es importante señalar que promover la conservación y restauración de estos valiosos ecosistemas marinos implica unir esfuerzos entre comunidades, ciencia y políticas públicas.
En cada fronda que se mece bajo el mar, late también un recordatorio silencioso de lo frágil y extraordinaria que es la vida que compartimos. Tener esto en cuenta no es solo contribuir a conservar el entorno marino, es comprender que allí, donde pocos miran, se teje la vida del océano y, con ella, parte de nuestro propio destino.

Referencias
Bauer, J., Beas-Luna, R., Malpica-Cruz, L., Abadía-Cardoso, A., Filz, P., Bonilla, J. C., & Lorda, J. (2025). Community-led management maintains higher predator biomass supporting kelp forests persistence in Baja California. Scientific Reports, 15(1), 23253.
Eger, A. M., Marzinelli, E. M., Beas-Luna, R., Blain, C. O., Blamey, L. K., Byrnes, J. E., ... & Vergés, A. (2023). The value of ecosystem services in global marine kelp forests. Nature communications, 14(1), 1894.
Agradecimientos:
A la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnologías e Inovación (SECIHTI) beca doctoral 1292645 y al Programa Doctoral en Ciencia Biológicas (CTBC-UATx).
Adscripciones: 1 Universidad Autónoma de Tlaxcala; 2 Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Oceanológicas; 3 Red de Estudios Moleculares Avanzados, Instituto de Ecología A.C