
El papa León XIV llegó al Líbano el 30 de noviembre en su primera gira al extranjero desde que asumió la investidura papal. De cierta forma, el viaje dio continuidad a la agenda trazada por el papa Francisco, quien planeaba visitar el país levantino en 2022, pero su salud se lo impidió.
El primer alto de la gira fue en Turquía, con motivo de la celebración de los mil setecientos años del concilio de Nicea. El acto más numeroso fue una misa en el estadio multiusos de Estambul, que reunió a cerca de cinco mil fieles, la mayoría cristianos ortodoxos y algunos extranjeros, debido a que es pequeña la comunidad católica del país.
Posteriormente, se dirigió al Líbano, donde la visita resultó muy diferente, marcada por eventos multitudinarios y reuniones con la gran comunidad cristiana del país; si bien el número de cristianos ha disminuido históricamente, en las últimas décadas la tendencia continúa debido a las guerras y a la crisis económica, y aún así cuenta con la mayor población cristiana de Medio Oriente.
El primer día de su llegada lo dedicó a las actividades protocolarias, entrevistándose en el evento principal con el presidente Joseph Aoun y otros líderes políticos. Luego, mantuvo un encuentro privado con el Presidente de la Asamblea Nacional, Nabih Berri, del movimiento Amal y cercano a Hezbolá, y con el Primer Ministro Nawaf Salam. Culminó el día con un mensaje dirigido al pueblo libanés, en el que subrayó su gran fortaleza e hizo un llamado a la paz.
El Papa llegó en un momento álgido para el Líbano, en medio de una crisis interna generada por años de inestabilidad política, corrupción a gran escala y crisis económica, pero principalmente por la guerra entre Israel y la milicia libanesa de Hezbolá, iniciada en 2023, que ha generado una gran polarización. Ante esto, la Santa Sede quiso enviar un mensaje de unidad y reconciliación invitando a todos los sectores del espectro político a participar en las actividades del papa León XIV.
Esto se evidenció en el segundo día de la visita papal, que inició con un corto viaje a la tumba de San Charbel Makhlouf en el Monasterio de San Maroun en Annaya, lo que fue bastante simbólico por ser el primer Papa en visitar este lugar sagrado para los cristianos maronitas. Posteriormente, visitó uno de los lugares más emblemáticos del país, el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa, donde se reunió con agentes de pastoral y miembros del clero.

El punto culmen de la jornada fue el encuentro interreligioso celebrado en la frecuentada Plaza de los Mártires de Beirut, símbolo de la convivencia y el cruce de religiones en la ciudad, al que fueron invitados representantes de las 18 confesiones practicadas en el país. El Papa subrayó la importancia del diálogo interreligioso, el cual, dijo, no debe ser una estrategia política o social, sino que debe basarse en los “lazos espirituales e históricos” que unen a cristianos y musulmanes, ambos creyentes en un “Dios de amor y misericordia”.
Hizo referencia a la declaración Nostra Aetate, uno de los documentos más revolucionarios y trascendentales del Concilio Vaticano II, que este año cumplió 60 años, y en la cual se abordó la relación de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas.
En la ceremonia estuvieron presentes diversos líderes de las comunidades religiosas, entre los que destacaron el Patriarca Maronita Béchara Boutros Raï, representante de la comunidad católica oriental más grande del Líbano. También asistió el Patriarca de Antioquía de los Sirios, Ignacio José III Younan; el gran Imán Sunita, el Jeque Abdulatif Darian, y otros líderes drusos, griegos ortodoxos, alauitas y protestantes.
Llamó la atención el discurso del vicepresidente del Consejo Superior Islámico Chiita, Ali El-Khatib quien manifestó sus esperanzas de que la visita papal ayude al “fortalecimiento de la frágil unidad nacional en este país, azotado por la continua agresión israelí contra su pueblo y su territorio”. (L’Orient Le Jour, 5/12/2025).
La visita finalizó con un recorrido al lugar de la explosión del Puerto de Beirut ocurrida el 4 de agosto de 2020. Este desastre, considerado uno de los no nucleares más potentes y devastadores de la historia reciente, causó la muerte de cerca de 218 personas, dejó más de 7,000 heridos y cerca de 300,000 personas sin hogar, ya que los barrios circundantes al puerto fueron destruidos. Después de reunirse con familiares de las víctimas, encabezó el evento más multitudinario de su visita: la Misa por la paz y la justicia, celebrada en el paseo marítimo, en un sitio que sufrió los efectos de la explosión entre la zona costera y el centro de Beirut, a la que asistieron 150 mil personas.
Al finalizar la misa, reiteró un llamamiento urgente a la paz: “Que ya nadie crea que la lucha armada conlleva algún beneficio. Las armas matan; la negociación, la mediación y el diálogo edifican.”
La oficina encargada de organizar las actividades papales envió una invitación a la representación del partido chiíta para estar presente, e incluyó en su recorrido os suburbios de Beirut, donde se vive la base social de Hezbolá. Su partido recibió al nuevo pontífice como un posible aliado. Desde antes de su llegada, envió a León XIV una carta a través del nuncio apostólico, ofreciéndole una cálida bienvenida y agradeciendo su visita a un país “dotado por Dios de una situación geográfica particular y una armoniosa diversidad confesional”. Además, instaba al papa a “rechazar la injusticia y los ataques israelíes”
Hezbolá colocó anuncios espectaculares con mensajes de bienvenida que decían: “Los seguidores del Imam Musa al-Sadr [Fundador del Consejo Supremo Chiita del Líbano] y del mártir Sayyed Hassan Nasrallah [líder histórico de Hezbolá] recibimos cálidamente a su santidad el papa a su eterna patria, Líbano”. También envió a un representante de su oficina política a la misa celebrada por León XIV junto al mar, y en los recorridos papales se vio a los adeptos ondeado banderas del partido y del Vaticano.
La única referencia que hizo León XIV a los ataques israelíes la hizo antes de partir hacia Roma, en el aeropuerto de Beirut, afirmando que no había podido visitar el sur del Líbano porque “actualmente se encuentra en un estado de conflicto e incertidumbre” y suplicó: “Que cesen los ataques y las hostilidades”.
A su regreso al Vaticano, el Papa hizo un llamado a Hezbolá a deponer las armas: “La Iglesia propone a Hezbolá que deponga las armas y dialogue”, declaró a Sky News. Y agregó: “Las armas matan, mientras que la negociación, la mediación y el diálogo construyen. Optemos por la paz” (L’Orient Le Jour, 5/12/2025).
*Seminario Universitario de Culturas del Medio Oriente (SUCUMO)