En aquel 2015, en torno a la figura de Enrique Alfaro, se alineó un grupo de seguidores muy jóvenes, algunos que abandonaban los partidos tradicionales en contienda, PAN y PRI, otros que nunca habían tenido militancia. Resultó muy significativa la presencia de mujeres, mismas que se dieron a la tarea de construir comités locales en los municipios metropolitanos, los mismos que sirvieron los últimos dos meses para preparar la etapa preelectoral del partido naranja en bastiones importantísimos como Guadalajara, San Pedro Tlaquepaque o Tonalá.
Pero en este caso, Tlajomulco de Zúñiga y Zapopan son las joyas de la corona, se trata de los núcleos de organización más poderosos de Movimiento Ciudadano y donde están anidados aquellos otrora jóvenes que siguieron a Alfaro desde el primer momento. En todo el estado, pero particularmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara, es un hecho el peso determinante de estos personajes que, en algunos casos, ocupan en cargos públicos estatales, o bien dedican todo su tiempo a la vida interna de Movimiento Ciudadano.
Es claro que Movimiento Ciudadano tiene en esos comités locales una estructura capaz de enfrentarse a Morena, pero es claro también que en los bastiones claves se trata de alfaristas que pueden moverse dentro o fuera del partido naranja.
Alfaro se acerca cada vez más a Xóchitl Gálvez y eso representa un dilema de difícil solución para la dirigencia de Movimiento Ciudadano a nivel nacional. O permite una autonomía plena a las estructuras municipales o está en riesgo de que haya un cisma.
El propio Alfaro experimentó la capacidad de reacción de la estructura territorial naranja: cuando MC trató de modificar la Ley para que algunos personajes políticos (hombres) eludieran las cuotas de género en las candidaturas, las alfaristas brincaron sin la bendición del gobernador y echaron abajo la intentona de crear cuotas más masculinas en el reparto de candidaturas.
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