Para comprender el actual conflicto en el sur del Líbano, es importante reconocer que Hezbolá no es solamente una milicia o un grupo terrorista, sino que es un movimiento político y religioso con base social que surge en el contexto de enfrentamiento entre países poderosos, entre grupos internos de Líbano, y de la amenaza de Israel en la región. De acuerdo con Ignacio Gutiérrez de Terán (2024), Hezbolá es un fenómeno sociológico único, imposible de entender sin mirar a fondo a la realidad sociopolítica y cultural libanesa.
El conflicto entre Líbano e Israel se remonta a 1978, cuando Israel ocupó el sur del territorio libanés hasta el río Litani, una franja de tierra en la frontera entre ambos países que Israel ambiciona por sus recursos hídricos, y probablemente ese es el objetivo de la actual ofensiva militar de Benjamín Netanyahu.
No debieera extrañar porque las intervenciones de Israel en Líbano duran 66 años. En 1982, fue la operación “Paz para Galilea”; luego en 1993, con la operación “Rendición de cuentas”; y en 1996, cuando desplegó la “Operación Uvas de la Ira”.
Fueron en esas circunstancias surgió y fue fortaleciéndose Hezbolá en el sur del Líbano desde 1982, inicialmente como una milicia, hasta convertirse en un movimiento social. Esta región es altamente marginada respecto al resto del país, que históricamente ha sido campo de diferentes conflictos bélicos, lo que ha impedido el desarrollo económico y social de su población, siendo ésta de mayoría chiíta.
La influencia de movimientos revolucionarios regionales hizo que naciera en los habitantes de esta zona la noción de la marginación política a la que era expuesta la comunidad chiita a pesar de ser mayoritaria. Fue entonces que el líder Musa Al-Sadr organizó la primera milicia, Amal (Esperanza) como brazo armado del “Movimiento de los Desheredados” –también fundado por Al-Sadr–, del cual surgiría Hezbolá, que se fue convirtiendo en el principal enemigo de Israel enfrentar las distintas incursiones israelíes al Líbano que reseñamos antes (Worral, 2015).
Desde su fundación, estableció como objetivos expulsar definitivamente de Líbano a los estadounidenses, franceses, israelíes y sus aliados, para poner fin al sistema colonial y posibilitar las condiciones para que fueran los libaneses quienes decidieran su futuro y formar su propio gobierno, proponiendo un Estado islámico como la vía para lograrlo.
Después de seis años de tensa calma, el 12 de julio de 2006, un conflicto fronterizo de Hezbolá sobre el territorio israelí, resultaron tres soldados secuestrados, dando inició a la segunda guerra del Líbano que provocó la muerte de alrededor de 1300 libaneses y cuantiosos daños en la infraestructura civil de ese país. Este conflicto bélico terminó con la resolución 1701, que fue aceptada tanto por Israel y Hezbolá, acordando un alto al fuego, así como la retirada de las fuerzas invasoras del territorio libanés y el despliegue de fuerzas de seguridad de la ONU.
Tras la guerra de 2006, Hezbolá amplió su estructura militar y su red de bienestar, lo que le permitió extender su base social hasta poder fundar un partido político: Lealtad a la Resistencia Libanesa (LRL). Lo cual, poco a poco, influyó en el proceso electoral y ganó terreno en el parlamento libanés. Paralelamente, en el plano militar, renovó su infraestructura en los puestos de mando, las bases, los sitios de lanzamiento de misiles, las instalaciones de inteligencia y los emplazamientos logísticos.
En 2013, Hezbolá participó en la guerra civil en Siria, en varios frentes (como Qusayr, Alepo y Zabadani), lo que le proporcionó la oportunidad de experimentar con nuevas formas de organización militar, estableciendo grupos y unidades de ataque más numerosos de los que solía utilizar. También fue la oportunidad de especializarse en armamentos más sofisticados.
Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), en la actualidad Hezbolá tiene más de 120 000 misiles, incluidos los Fateh-110, los Falaq-2 y las Armas de fabricación iraní que pueden atacar con precisión objetivos ubicados entre 16 kilómetros del punto de lanzamiento y 300 kilómetros.
De acuerdo con funcionarios libaneses, las fuerzas terrestres de Hezbolá han establecido estructuras de mando y redes de comunicación independientes. Por ejemplo, en declaraciones al Washington Post, un funcionario libanés se refirió a Hezbolá como una muñeca rusa, pues “crees que es una cosa, pero cuando la abres, son muchas, todas independientes” (TWP, octubre de 2024).
También, en el mismo diario se mencionó que la estructura de Hezbolá ha sido diseñada para actuar en operaciones “descentralizadas”, a diferencia de 2006, donde la coordinación provenía de la capital libanesa, ahora se trata de unidades independientes. Es esta autonomía lo que le ha permitido mantener sus actividades independientemente de las graves pérdidas sufridas en su estructura de mando, capaz de enfrentarse al ejército más avanzado de la región, pero incapaz de llevar a cabo acciones coordinadas.
Además de todos estos antecedentes que hacen de Hezbolá no una de las milicias mejor armadas del mundo sino la más fuerte no estatal, con fuerte actividad dde bienestar entre sus seguidores. Durante los poco más de cuarenta años de existencia ha construido una compleja red de instituciones destinadas a actividades sociales, económicas y religiosas.
El 20 de octubre de 2024, el ejército israelí anunció el ataque a las sedes de una institución financiera del grupo Al-Qard Al-Hassan (AQAH), que fue fundado en 1983, para ofrecer préstamos sin intereses de acuerdo con los principios islámicos. Además, tiene como finalidad recaudar fondos por todo el mundo para financiar a la organización. Con el paso del tiempo, AQAH se convirtió en una importante institución financiera con sucursales en todos los bastiones de Hezbolá en el Líbano.
También, desde 1988, después de la intervención israelí que dejó devastado el sur, Hezbolá creó la Asociación para el Desarrollo Jihad Al Binna (JBDA) que, según su propia página, tiene entre sus objetivos, “establecer muchos proyectos de construcción y humanitarios, como hospitales, escuelas, centros culturales y clínicas públicas, con el fin de elevar el nivel social de la población en el Líbano. Cavar e instalar pozos artesianos, construir tanques y torres de agua, además de instalar redes de agua, canales de irrigación y alcantarillado sanitario”.
En las acciones destinadas al bienestar, Hezbolá creó una red de centros médicos llamada Organización Islámica de Salud, que brinda atención gratuita o a un costo reducido. Asimismo, en el contexto de la grave crisis económica de 2020, agravada por la pandemia de COVID-19, construyó una cadena de supermercados llamada Al-Sajjad, donde los seguidores de Hezbolá podían adquirir alimentos a bajo costo utilizando una tarjeta pre-financiada proporcionada por la organización. Esto era parte de un gran proyecto subvencionado por el Partido de Dios para asegurar alimentos para su entorno social (al-Arabiya, 21 de abril de 2021).
También controla una cadena de gasolineras a través de la compañía petrolera Amana, que importa combustible iraní y lo oferta a muy bajo costo, por debajo de los precios establecidos por el gobierno libanés (New arab, septiembre 2021). En el sector de las comunicaciones posee un canal de televisión, Al-Manar.
Como hemos mencionado, desde su surgimiento Hezbolá ha promovido los valores islámicos como respuesta a las condiciones de pobreza y marginación de la región y en ese sentido ha trabajado, por ello, será difícil para Israel eliminarlo, quedando como única opción debilitar a su ala militar, lo que, al parecer, está consiguiendo.
- Seminario Universitario de las Culturas de Medio Oriente UNAM