La escritora mexicana, Cristina Rivera Garza; la primera directora de una orquesta institucional en México, Gabriela Díaz Alatriste; y la curadora, socióloga y crítica de arte Argelia Castillo Cano se reunieron en la 38° Feria Internacional del Libro de Guadalajara, bajo la moderación de Sara Poot Herrera, para platicar sobre el legado de las mujeres
“El legado de las mujeres es muy plural”, opinó Cristina Rivera Garza, haciendo énfasis en no usar la palabra mujer como singular.
Desde su perspectiva literaria, la atención que se ha puesto en el trabajo de escritoras ha sido muy poca y limitada a ciertas características. Por ello ahora existe una idea generalizada de que las personas con un cuerpo que responde a la etiqueta de mujer producen siempre este tipo de literatura, pero no es así.
“Se habla con mucha frecuencia sobre el boom de las mujeres, una atención que se dice renovada o nueva, novísima incluso hacia la escritura hecha por mujeres…algo que las mismas mujeres jóvenes invitadas a hablar sobre el boom han estado revisando y criticando, diciendo: bueno mujeres escritoras ha habido siempre, que no les hayan puesto atención es otra cosa”, observó.
Así como la participación de las mujeres en la escritura conforma una tradición enorme y variada, los legados de su inclusión deben integrar la noción de que “no hay una manera de escribir para las mujeres”.
Sin embargo, entre las problematizaciones que distintas mujeres han aportado la escritora mexicana reconoce algunos puntos comunes importantes “que los colegas de otros bandos no necesariamente hacen”.
Uno de ellos es el énfasis en la relación entre escritura y cuerpo, desde el punto de vista material y de la vulnerabilidad.
“Yo me acuerdo haber leído novelas cuando era muy joven y casi todos los cuerpos de las mujeres eran descritos en los siguientes términos, todas invariablemente tenían senos turgentes. Esa palabra siempre me impresionó mucho”, relató sobre su experiencia descubriendo las diferencias entre la literatura canónica y la de las mujeres.
Desde la descripción del cuerpo y cómo se abordan cuerpos vulnerables, en enfermedad o en conexión con otros, le parece que las autoras han desarrollado una sensibilidad literaria distinta.
Otro de los temas que sobresalen en esa línea es la exploración de relaciones de poder que son complicadas y desiguales con frecuencia, para poner en cuestión sus estructuras en las familias y espacio privado.
“Algo que le debemos a una cantidad enorme de mujeres es que han ido normalizando, con gran entereza y atención al detalle, el llamado mundo privado o mundo doméstico”.
PLÁSTICO, MÍSTICO Y MUSICAL
En el campo de las artes, Argelia Castillo Cano recordó que desde los años 90s el colectivo de las Guerrilla Girls se planteó por qué las mujeres tienen que estar desnudas para poder entrar a los Museos, ya que menos del 5% de artistas mujeres eran parte de la Colección de Arte Moderno eran mujeres, pero más del 85% de las piezas eran representaciones de desnudos femeninos.
A partir de esa incursión crítica, con carteles y performances, las cosas comenzaron a cambiar para pasar de musas y objetos de representación a productoras de arte.
“El siglo 20 ha visto una irrupción de mujeres artistas impresionante, pero a mí lo que me gustaría hablar es de estas aportaciones muy peculiares: hace cosa de un mes aquí en Guadalajara en una disertación sobre arte abstracto todavía dicen que Kandinsky fue el primer pintor abstracto. Estas cosas a uno le brincan, porque sabemos que está Hilma Af Klint, que por lo menos una década antes ya hacía arte abstracto”, apuntó.
Incluso, 40 años antes que Hilma hubo otra mujer, pintora victoriana llamada Georgiana Houghton, que también hacía ya arte abstracto. Curiosamente, ambas artistas fueron espiritistas y tuvieron relación con temas esotéricos.
“Esto nos replantea cuál es la genealogía del arte moderno, es otra forma de ver. No solo habría que tomar la historia del arte y rellenar los huecos, sino que reformularla y reescribirla”, señaló la crítica de arte.
“Los casos de estas mujeres son importantes no sólo porque sean las primeras en hacerlo, precursoras.Siempre se ha creído que las mujeres son muy buenas para copiar, pero en estos casos vemos a mujeres que no copian, sino capaces de crear nuevos caminos para el arte”.
Por su parte, en tanto que primera titular de la Orquesta Filarmónica Mexiquense (desde 2018) Gabriela Díaz Alatriste destacó que hoy por hoy, en México existen alrededor de 48 Orquestas institucionalizadas (una por cada uno de los 32 estados y varias en la CDMX, según sus cálculos) de las cuales “solamente tres están dirigidas por mujeres como titular y eso muy recientemente”.
“Que no se tenga el derecho de laborar en nuestra profesión es una violencia, el que no pueda ganar el sustento del día, tener un lugar como cualquiera de mis colegas, es una violencia institucional y es una violencia histórica”, denunció.
Para ella, el legado de las mujeres continúa en la lucha por reivindicar el acceso a lugares que han sido históricamente negados a compositoras, intérpretes y directoras.
“Esto nos replantea cuál es la genealogía del arte moderno, es otra forma de ver. No solo habría que tomar la historia del arte y rellenar los huecos, sino que reformularla y reescribirla”, señaló la crítica de arte.
“Los casos de estas mujeres son importantes no sólo porque sean las primeras en hacerlo, precursoras.Siempre se ha creído que las mujeres son muy buenas para copiar, pero en estos casos vemos a mujeres que no copian, sino capaces de crear nuevos caminos para el arte”.
Por su parte, en tanto que primera titular de la Orquesta Filarmónica Mexiquense (desde 2018) Gabriela Díaz Alatriste destacó que hoy por hoy, en México existen alrededor de 48 Orquestas institucionalizadas (una por cada uno de los 32 estados y varias en la CDMX, según sus cálculos) de las cuales “solamente tres están dirigidas por mujeres como titular y eso muy recientemente”.
“Que no se tenga el derecho de laborar en nuestra profesión es una violencia, el que no pueda ganar el sustento del día, tener un lugar como cualquiera de mis colegas, es una violencia institucional y es una violencia histórica”, denunció.
Para ella, el legado de las mujeres continúa en la lucha por reivindicar el acceso a lugares que han sido históricamente negados a compositoras, intérpretes y directoras.