Cultura

La escritora española recibió el Premio Alfonso Reyes, otorgado por universidades e instituciones de Nuevo León

Irene Vallejo: La literatura en español vive un tiempo de esplendor inagotable en México e Iberoamérica

Mujer en la puerta de una cantina
Desde la infancia asocio los libros al bienestar y la felicidad. No podría pasar un día sin haber leído algunas líneas, cuenta Irene Vallejo. Desde la infancia asocio los libros al bienestar y la felicidad. No podría pasar un día sin haber leído algunas líneas, cuenta Irene Vallejo. (Cortesía Irene Vallejo)

La escritora española Irene Vallejo fue reconocida este lunes con el Premio Alfonso Reyes. Agradeciendo desde Zaragoza, España, a través de un emotivo discurso, se dijo sorprendida por el galardón y destacó su admiracióm por la literatura mexicana.

“Cuando supe la noticia de la concesión de este Premio Alfonso Reyes, sentí sorpresa, incluso perplejidad. La literatura en español vive un tiempo de esplendor inagotable en México y en toda Iberoamérica.

“Que personas tan ilustres hayan pensado en mí me parece asombroso. Pienso ahora mismo en todas las voces fulgurantes que tanto admiro en las letras de su país: soy consciente de una inmensa deuda literaria y creativa. Al recorrer los nombres de mis predecesoras en este premio —Margo Glantz, Donna Haraway, Cristina Rivera Garza, Luisa Valenzuela y Rosa Beltrán—, me veo como una principiante entre gigantas”.

La autora de “El infinito en un junco” recibió el reconocimiento por lograr con su escritura “delicada y poderosa, tender puentes entre la sabiduría del pasado y los dilemas del presente. Su prosa destaca por su capacidad para unir conocimiento y emoción, historia y vida cotidiana. Todo ello a través de una voz literaria que nos invita a pensar, a sentir e imaginar. “Sus letras nos recuerdan que los libros son lugares de acogida, espacios donde habita la libertad y donde se cultiva la esperanza”, dijo Melissa Segura, secretaria de Cultura de Nuevo León durante la ceremonia.

La escritora agradeció a las instituciones y universidades que otorgan el galardón: Universidad Autónoma de Nuevo León, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Universidad de Monterrey, Universidad Regiomontana.

Enlace con Irene Vallejo La escritora pronunció su discurso a la distancia. (Conarte)

DISCURSO.

Destacó además las aportaciones intelectuales de las mujeres que reconoce el premio. “En este año estamos conmemorando a la pensadora Rosario Castellanos, aspirante al conocimiento lúcido, como ella misma escribió, y que tanto me ha marcado a lo largo de los años por su rebeldía ante las dominaciones. Ella me enseñó que del inconformismo ante el lenguaje brota la insumisión frente las injusticias. No olvido que, más atrás en el tiempo, entre ustedes nació la prodigiosa sor Juana, que ya preguntaba: ‘¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?’”.

El humanismo contemporáneo, que aquí reivindican en su urgente actualidad y necesidad, necesita esa mirada inconformista, apuntó. “Ha de sostenerse en la robustez del lenguaje que nos permite conversar, comprender y colaborar. La lengua, todas las lenguas, sufren hoy ataques: niveladas, pobres, repetitivas, rebosantes de tópicos. No podemos quedar reducidos a un lenguaje fáctico, instrumental, estereotipado, abundante en consignas, que, sin darnos cuenta, nos exilian de los demás, de nuestros afectos, del mundo, de los paisajes y del pensamiento”.

Recordó a Alfonso Reyes como un manantial de lenguaje abundante, rico, complejo, matizado, popular y académico al mismo tiempo, capaz de expresar todos los matices del pensamiento, de los sentimientos, de las sensaciones. Una lengua capaz de ayudarnos a prestar mayor atención al mundo y a quienes lo habitan. La lengua de la literatura, en resumidas cuentas, dijo.

“Un léxico donde todavía laten los ritmos de la antigua poesía clásica, de las revelaciones y el asombro griego. Alfonso Reyes, en palabras del dominicano Pedro Henríquez Ureña, enseñaba a oír, a ver, a pensar. Era capaz de alentar nuevas ideas. Conocía el arte generoso de hacer dialogar siglos y continentes. Reclamaba: ‘quiero humanismo’. Y añadía: ‘No rompáis el instrumento precioso: os quedaríais desarmados, en medio de la transformación del mundo’”.

Cuando escribía “El infinito en un junco”, recordó que fue Alfonso Reyes quien definió al ensayo como el “centauro de los géneros”, donde “hay de todo y cabe todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha, al etcétera”. La poesía de esa descripción mitológica y tan contemporánea la impulsaba, acotó.

“Creo esencial reivindicar el ensayo en nuestra lengua, un género fabulosamente rico. Hoy el pensamiento habla sobre todo desde ciertos territorios —al norte de nuestro sur compartido— y en el idioma dominante. Por eso resulta urgente la reivindicación del ensayo en español. Nuestra poesía y novela ya tienen una habitación propia en la literatura universal, pero siento que el ensayo permanece todavía al este del edén. Injustamente postergado”.

Criticó que es el género literario más dominado geográficamente por las publicaciones en lengua inglesa, cuando debería ser el territorio de las miradas y las experiencias más diversas, del caleidoscopio planetario. Ahí se construyen las ideas, se narran los hechos, se forjan las interpretaciones, dijo.” Lo que está en juego, por tanto, es una forma de poder. No solo el poder de intentar determinar qué pensamos sobre los temas, sino sobre qué temas pensamos”.

Esta última influencia es más sutil, pero determina que ciertos asuntos vitales para el mundo queden orillados en la conversación universal. “Por eso quisiera celebrar una riquísima y fértil veta de ensayo y crónica en nuestra lengua”.

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