Cultura

La actual violencia en el país es algo descorazonador, desesperanzador y deprimente, añade el escritor ganador del Premio Cervantes

La novela es peligrosa porque retrata una realidad desagradable: Gonzalo Celorio

Cervantes Gonzalo Celorio dice que “es muy triste que una gran parte de la población se prive del maravilloso privilegio de leer”. (Carolina López)

Es muy triste que una gran parte de la población se prive del maravilloso privilegio de leer, señala a Crónica el Premio de Literatura Cervantes 2025.

El anuncio del ensayista, escritor y académico mexicano Gonzalo Celorio como ganador del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes” 2025 consagra una trayectoria dedicada a la palabra, la memoria y la erudición.

El novelista, galardonado por su trayectoria literaria de más de cinco décadas  y “ su excepcional obra literaria, profunda y sostenida a la cultura hispánica”, reflexionó frente a los medios de comunicación cómo la literatura enfrenta y reconfigura esta dolorosa realidad.

Celorio describe el contexto de violencia en el país como descorazonador, desesperanzador y deprimente; pese a ello prefiere aferrarse a la paz y la fuerza inherente que reside en el texto literario.

En la majestuosa Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico, afirma que la literatura opera reflejando este contexto social violento, pero fundamentalmente se opone a él porque tiene mayor amplitud para integrar componentes que no están en la realidad palpable.

“Es a través de la ficción de la novela que se va creando otro mundo, otra realidad más vasta que la tangible; en este espacio, la violencia que sirve de referente queda, de alguna forma, exorcizada”.

Enseguida añade que este proceso ofrece un espíritu esperanzador que con frecuencia está ausente en el plano real.

Gonzalo Celorio dice concebir la literatura como “un refugio, un remanso de paz, imaginación y recreación; escribir, particularmente una novela, es una respuesta a un conflicto que genera la necesidad de la escritura, aunque el texto no lo resuelve, sí logra exorcizarlo, transfiriendo la carga del conflicto del pecho del autor al pecho del lector”.

Por ello, bromea, y dice que los lectores de novela son casi masoquistas porque hacen suyo el conflicto de los demás.

La novela, para Celorio, no es solo un género literario, “es un género libertario, el género de géneros porque radiografía a la propia sociedad desde una distancia crítica frente a esa realidad y es esta una manera de subvertir esta realidad que no siempre nos resulta satisfactoria y frente a la cual adoptamos una mirada crítica”.

REALIDAD INTRANQUILA

El galardonado comenta que la novela es peligrosa porque la realidad que retrata no siempre es agradable o tranquila.

“Ejemplo de su poder indagatorio es Juan Rulfo, cuya literatura da cuenta de la problemática rural mexicana mejor que cualquier discurso histórico o sociológico; las obras literarias revelan lo que los seres humanos hacen, dicen y piensan, pero también lo que sueñan, inventan y recuerdan”, plantea.

Luego, a pregunta de Crónica, Celorio traslada la mirada hacia la cultura y la educación pública en el país.

MÉXICO, SIN LECTURA

Con autoridad, el galardonado expone frente a periodistas nacionales y extranjeros “un problema realmente muy serio y alarmante: México registra uno de los promedios de lectura y escritura más bajos de la región, uno terriblemente y dramáticamente bajo”.

Afirma que para él “es muy triste que una gran parte de la población se prive del maravilloso privilegio de leer; hay veces que en mis clases pregunto si algún alumno ha leído tal o cual novela y me dicen que no”.

Explica que esta deficiencia lectora está arraigada en la falta de cultura literaria y, crucialmente, “en las graves fallas del Sistema Educativo Nacional”, el cual conoce bien dado su paso como servidor público en áreas educativas y culturales.

El escritor afirma que la lectura es un hábito que se adquiere principalmente a través del ejemplo;”si los padres son analfabetas funcionales, es muy difícil que los hijos se conviertan en lectores”.

Añade que una de las mayores aberraciones en el Sistema Educativo es asumir que la lengua materna, solo por serlo, no necesita ser estudiada en la escuela. “Estudiar la lengua la enriquece sin lugar a dudas, amplía el repertorio de vocabulario y, esencialmente, provee la posibilidad de pensar y acceder a otros mundos”, expresa con emoción en su voz.

Celorio lamenta enseguida que la tradición de la enseñanza de la lengua materna se haya perdido.

Sobre el significado de la alfabetización en un país, Celorio establece una singular distinción; “una cosa es estar alfabetizando y otra muy diferente es realmente leer”. Explica que la alfabetización total de una nación no significa que el propósito cultural se haya cumplido.

“Si el hábito de la lectura no se cultiva, la alfabetización no sirve de nada, dejando la herramienta adquirida totalmente inútil, en riesgo de oxidarse; el valor esencial de la lectura reside en la capacidad de interacción y la interlocución con las mentes más brillantes de toda la historia”, expresa.

Enseguida comenta que al leer, uno puede conversar con Shakespeare o Cervantes, como lo manifestó Quevedo; “vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos”.

El hecho de que México no tenga un ánimo lector más extendido es una pérdida terrible de esta riqueza espiritual e intelectual, lamenta el galardonado.

De buen humor, luego de la calurosa recepción con aplausos intensos de los medios a su llegada a la Capilla Gótica, desde su propia práctica como escritor, Celorio aboga por la riqueza del lenguaje y rechaza la simplificación para acceder a un público más amplio.

Externa su compromiso con la búsqueda de la palabra más precisa y expresiva; con él, la escritura es convertida en una aventura de indagación donde la novela, una vez que el autor le da los ingredientes, “le revela una historia que no conocía, convirtiendo al escritor en el primer lector de su propia obra”.

Revela que incluso el miedo a la página en blanco fue mitigado con la tecnología, aunque le costó trabajo acostumbrarse al uso de la computadora para escribir.

“La escritura en computadora exorcizó ese temor porque con ella ya no hay página y si no hay página pues tampoco está en blanco”, expresó con ironía.

Gonzalo Celorio, a través de su obra rigurosa y su defensa de la palabra, demuestra ante los medios mexicanos y extranjeros que la literatura fue y es, el arma más poderosa para enfrentar la realidad, exorcizar los demonios y ofrecer la esperanza de otros mundos posibles a la realidad tangible que es presentada diariamente.

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