
Antes de publicar “Unos cuantos sueños” (Random House, septiembre 2025), Chimamanda Ngozi Adichie no había podido escribir ficción por poco más de una década, lo cual para ella es un indicador de una afección profunda, pues cree firmemente que hacer ficción es “el amor de su vida” y la razón por la que vino al mundo.
“Tenía lo que se conoce como bloqueo del escritor y fue una temporada muy difícil para mí, realmente batallé”, comparte.
Un fin de semana después de la cancelación de su participación, que sería un diálogo con Cristina Rivera Garza, como parte de la 39° Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie se reúne finalmente con los medios de comunicación, un par de horas antes de presentarse en el Auditorio Juan Rulfo de la Expo Guadalajara.
Mientras se abanica intensamente para paliar los bochornos de la menopausia, Chimamanda sonríe a la menor provocación y responde con mordacidad y buen humor, dependiendo la pregunta.
Así como la novela aborda la vida y los sueños que caben en Chiamaka, Zikora, Omelogor y Kadiatou -mujeres protagonistas de la historia- la autora sueña con vivir en un mundo donde “sea tan importante financiar la salud de las mujeres como financiar el viagra”.
Al hablar sobre el proceso para llegar a esta nueva novela de ficción, Chimamanda Ngozi Adichie relata también el proceso de su depresión y luego, conforme la conversación colectiva avanza, elige el momento para responderme directamente sobre la salud mental.
“Estaba sentada frente a mi computadora y nada, pero aún tenía esos personajes en mi cabeza, sólo no podía sacarlos, realmente fue horrible”, recuerda.
Sin vacilar, con la mirada fija y concentrada en su respuesta, la escritora considera que en esas situaciones ayuda reconocer la situación, por lo que solía decirse a sí misma “estoy deprimida”.
“La depresión es horrible, es una especie de impotencia, así lo experimenté yo. Una inhabilidad que para alguien como yo, que siempre he tenido un sentido de control, la incapacidad para alcanzar ese sentimiento de estar en control te hace sentir impotente y es como si te estuvieras hundiendo”, confiesa.
Aunque una parte de su proceso fue comer chocolates, ver fotos de zapatos en internet y decirse que estaba deprimida, también subraya la importancia de insistir en levantarse.
“Necesitas ponerte en marcha, pero no puedes... parte del síntoma de la depresión es que no puedes ponerte en marcha. Así que me he permitido tiempo para simplemente estar, pero para mí también es muy importante -y creo que es lo que los jóvenes ahora llaman autocuidado- el autocuidado que también consiste en decirte a ti mismo que vas a hacer todo lo posible para ayudarte a ti mismo”, ahonda.
“Así que me doy tiempo. A veces pongo un temporizador, me digo ‘adelante, date tres horas y media’. Y cuando suena el temporizador, me digo: muy bien, se acabó tu tiempo. Ahora tienes que levantarte”, agrega con una mirada profunda y directa, con la que transmite su experiencia personal casi como consejo.
“Ahora tienes que intentar encontrar formas de superar esta horrible oscuridad que quiere apoderarse de ti. La vida es corta, tenemos que luchar, pero también creo que, al luchar, tenemos que reconocer que somos frágiles. Y por eso uso mi temporizador, como chocolate y hago todas esas cosas que se supone que no debes hacer”, destaca y agrega que es fundamental pensar que “esto pasará”.
Por supuesto concede que esta parte es difícil, pero después de estar 10 años intentando esconder su malestar, como un acto de amor hacia sus cercanos queridos, a quienes no quería abrumar.
A partir de esta experiencia y reflexiones, Chimamanda Ngozi Adichie opina que la literatura debe “llevarnos adentro” y ser íntima porque todo lo demás lo podemos obtener a través de la historia, la filosofía, el periodismo, etc.
“La literatura tiene que ser diferente, debe tener esa intimidad”.
Lo que más le gusta de escribir es que es mágico, le sucede una especie de transportación a otro lado y, a veces, cuando levanta la vista al terminar, no puede creer cuánto tiempo ha pasado.
“Entonces me doy cuenta de que realmente he escrito y es simplemente... imagínate no tener eso durante 10 años, fue horrible”, reitera.
Así que este libro surgió de todos esos años de depresión y de no poder escribir, “pero también creo que mi madre me ayudó a escribirlo: este es un libro diferente a todo lo que he hecho hasta ahora. Lo llamo mi libro verdadero porque es un libro que escribí cuando la vida me había enseñado bastantes cosas. Es un libro que escribí como una persona que es madre y que ya no tiene padres”.