
Hace más de 40 años se dio una curiosa conversación entre el recién quarterback campeón del Super Bowl XVI con San Francisco, un tal Joe Montana, y su amigo y receptor favorito, un tal Dwight Clark; en esa charla, Montana le dijo a Clark, palabras más, palabras menos, que aprovecharía al máximo toda su carrera deportiva, la fama y popularidad que se cernía sobre su figura para hacer mucho dinero en su vida.
Joe no se equivocó, se convirtió en su momento en el mejor mariscal que había visto la NFL, pocos años después negoció una primera extensión de contrato tras su segunda victoria en el Super Bowl XIX y una tercera extensión contractual tras su cuarto título al obtener el Super Bowl XXIV. En ese momento se convirtió en el jugador mejor pagado de la historia, estamos hablando de 1990, hace 35 años.
Lo anterior llega tras la reflexión de que antaño a los quarterback se les daba prácticamente el “cheque en blanco” cuando realmente lo habían demostrado, no cuando así lo hacían ver las proyecciones a corto o mediano plazo, como sucede ahora.
Lo anterior viene a colación tras la nota que cimbró nuevamente las carteras de los dueños de la Liga, otra extensión a un mariscal de campo, esta vez a Brock Purdy, de los 49ers de San Francisco, quien firmó un acuerdo por 5 años y 265 millones de dólares, 53 mdd anuales y una suma asegurada de 181 mdd.
Purdy, que hasta la temporada anterior tenía un suelto de 985 mil dólares más bonos de productividad, ha dado un salto cuántico en sus finanzas, y ciertamente ha hecho su trabajo como para ganárselo.
MÉRITOS, NO SÓLO PROYECCIONES
No obstante, la pregunta es la siguiente, ¿cuántos de los actuales mejor pagados quaterbacks merecen esas impresionantes cantidades de dinero sin haber demostrado algo claro en cuanto al futuro y el objetivo común de sus equipos: un campeonato?
Jed York, quien funge como presidente del equipo, porque la realidad es que la propietaria es su madre, Denise DeBartolo York, señaló que Purdy merecía estar entre los 10 pasadores mejor pagados, y se lo cumplió después de algunos meses de tensas negociaciones entre el agente de Purdy y la oficina de los 49ers.
Hoy Purdy se ha metido en la lista del top ten, ostenta el cuarto lugar, pero es aquí donde comienza el escrutinio de dicho club de multimillonarios en la posición.
Como señalamos anteriormente, antaño se le daba esa clase de contratos a los quarterbacks cuando ya habían ganado en el campo lo que el equipo esperaba, tal como hemos citado el caso de Montana en 1990 y más recientemente Joe Flacco con Baltimore en 2013 o Pat Mahomes con Kansas City en 2020: la carretada de dólares cuando han dado un título a su franquicia, no cuando los análisis o proyecciones así lo vaticinan.
Incluso, si creen que exagero, baste señalar que auténticas leyendas como Tom Brady y Peyton Manning jamás firmaron un contrato de más de 100 mdd.
No obstante, la realidad es que de unos años a la fecha los acuerdos contractuales con los mariscales de campo han llegado a niveles casi ridículos en cuanto a la relación, logros y salario real.
Actualmente, es normal y hasta trillado hablar de contratos de más de 100 mdd para casi cualquier posición y más de 200 mdd para quarterbacks, pero si nos vamos tan sólo 24 años atrás esto era un tabú, pues recordemos que fue hasta 2001 cuando se dieron los primeros contratos de más de 100 mdd. El primero fue firmado por Brett Favre de Green Bay, posteriormente meses después por Drew Bledsoe de Nueva Inglaterra; sí, fueron los precursores de esa escalada salarial que ahora asusta a las billeteras de los dueños de equipos.
Para ese entonces, Favre se había ganado con creces ese tipo de contrato, con un triunfo en Super Bowl (XXXI) en dos apariciones; Bledsoe también ostentaba un Super Bowl, aunque curiosamente lo perdió ante Favre en esa edición XXXI.
Lo curioso de lo anterior, es que ni con esos antecedentes, Peyton Manning con Indianpolis o Tom Brady con Nueva Inglaterra, lograron firmar un acuerdo de esa cantidad; lo que más alto alcanzaron ambos fue de 98 mdd para Manning en 2004, y de 72 mdd para Brady en 2010. Sí, ahí está documentado.
UN IRREMEDIABLE ENCARECIMIENTO
Sin embargo, en la actualidad esos mega contratos llegan con una facilidad como si los mariscales ya hubiesen ganado un título o fueran unos verdaderos fenómenos. Cuando miramos la lista del top ten de quarterbacks ni dudar que el gran culpable fue Jerry Jones, el propietario de los Vaqueros de Dallas, al darle a Dak Prescott la cantidad de 60 mdd anuales, eso disparó la escalada contractual entre los mariscales y los equipos.
Si echamos un rápido vistazo a dicha lista nos percataremos casi de inmediato quién quizá si merece o desquita ese dinero, y quien no ha demostrado algo de verdad para ganarlo. La lista en términos de salario anual es: Prescott 60 mdd, Josh Allen de Buffalo 55 mdd, Joe Burrow de Cincinnati 55 mdd, Trevor Lawrence de Jacksonville 55 mdd, Jordan Love de Green Bay 55 mdd, Tua Tagovailoa de Miami 53.1 mdd, Brock Purdy de San Francisco 53 mdd, Jared Goff de Detroit 53 mdd, Justin Herbert de LA Cargadores 52.5 mdd, Lamar Jackson de Baltimore 52 mdd, Jalen Hurts de Filaldelfia 51 mdd, Kyler Murray de Arizona 46.1 mdd, Deshaun Watson de Cleveland 46 mdd, Pat Mahomes de Kansas City 45 mdd, Kirk Cousins de Atlanta 45 mdd y Matthew Stafford LA Carneros 44 mdd.
A pesar de que son más de 10 quarterback, ya que algunos ganan lo mismo, e incluimos a Staffiord de los Carneros por aquello de que ganó un Super Bowl, podemos señalar fácilmente quienes se merecen esos contratos millonarios y quienes aún quedan a deber.
A todas luces lo de Prescott es una burla, el jugador mejor pagado de la historia y ni siquiera ha disputado un juego de campeonato de Conferencia. De los demás, indudablemente los que han ganado un anillo de campeonato, nos referimos a Mahomes, Stafford y Hurts; de los restantes, pues aquellos que han llevado a sus equipos a un Super Bowl, nos referimos a Burrow, Goff (con LA Carneros) y Purdy; de los restantes, perdón, pero no han dejado de ser meras promesas, algunos muy espectaculares como Allen con los Bills y Jackson con Cuervos, ambos ya MVP de la Liga, pero y ¿qué más?
Los otros, junto con Prescott, meras promesas y nada más: Lawrence parece que ha extraviado el camino en Jacksonville; Love apenas esta construyendo algo en Green Bay; Tagovailoa quizá porque es una garantía para vender boletaje en el estadio de los Delfines por su juego de pases largos; Herbert aún no ha ganado nada con los Cargadores; Murray no ha podido ganar un juego de playoff con Arizona; Watson es un fraude total tras su regreso con Cleveland; y Cousins intenta sobrevivir en la Liga ahora que Atlanta lo tiene congelado.
LA DUDA DE LOS DETRACTORES
Pero tal y como se esperaba, los detractores de Purdy no han flaqueado en su intento por desmerecer el logro del chico de Iowa State, que, se acepte o no, ha escrito una historia al estilo Cenicienta; menospreciado por algunos y valorado por otros, Brock ha hecho su trabajo, y para aquellos que lo tachan de ser un simple producto del sistema ofensivo de Kyle Shanahan, entonces habría que preguntarles si ese sistema es tan benévolo, ¿por qué Kyle y la ofensiva de los 49ers no pudieron despegar desde antes con otros quarterbacks como Brian Hoyer en 2017, Nick Mullens cuando Jimmy Garoppolo perdió la temporada de 2018, Trey Lance, ese petardazo que nada pudo hacer cuando le dieron todo el apoyo y oportunidades en 2022 (quizá porque su capacidad intelectual no le permitió procesar el nada sencillo esquema de Shanahan), o hasta Josh Johnson en aquel juego de campeonato de la NFC cuando Purdy salió lesionado al inicio en 2022?
Lo cierto es que el joven mariscal de los 49ers no sólo firmó una jugosa extensión de contrato, sino una silenciosa cuenta regresiva para demostrar que puede llevar al equipo a ganar un Super Bowl.
Tanto Brock como Burrow y Goff están en la misma situación, han llegado a un Super Bowl, lo han perdido, y el gran reto para ellos es regresar y obtener el Trofeo Vince Lombardi; para eso les dieron todo ese dinero.
De hecho, hasta el año anterior parecían señalados por un viejo estigma que dictaba que ningún quarterback que había perdido su primer Super Bowl había regresado para triunfar, sin embargo fue Jalen Hurts, de Filadelfia, quien rompió ese hechizo el año anterior.
Aún así, se diga lo que se diga, muchos seguimos creyendo que esas increíbles cantidades de dinero deberían llegar cuando estos jugadores lo han demostrado ganando en grande, y no sólo por lo que proyectan las expectativas.