
- Faltan sólo dos etapas para que el Tour de Francia llegue a su fin y alguien ya está aburrido. “Estoy contando los kilómetros para llegar a París”, aseguró el esloveno Tadej Pogacar tras superar la última etapa de alta montaña del Tour, el último momento para que el danés Jonas Vingegaard intentara el asalto al maillot amarillo.
La bandera blanca luce ya en lo alto del pelotón a falta de dos días para que caiga el telón y, mientras el danés reconoció que ya que no tiene posibilidades de dar la vuelta a la situación, el esloveno parece fatigado por la espera hasta cerrar su cuarto triunfo en París.
En el rostro del campeón del mundo ha desaparecido la sonrisa fresca y franca que se ha convertido en una de sus señas de identidad. En la carretera corre con la calculadora, sin la espontaneidad que le ha convertido en la estrella más querida del pelotón, con ventaja de los casi cuatro minutos y medio que le protegen en la general.
Hace días que Pogacar siente que es el más fuerte, que Vingegaard y todas las estrategias del Visma no son suficientes para hacerle vacilar y esa superioridad ha acabado por aburrir al esloveno, que se nutre de retos.
No iba a regalar nada
Hace unos días, cuando conseguía su cuarta victoria en este Tour en la crono de Peyragudes, mostraba su rostro más ambicioso y apuntaba alto. El Mont Ventoux y el Col de la Loze estaban en su diana y el esloveno aseguraba que no estaba en el ciclismo para regalar nada.
El Pogacar insaciable de los Pirineos, sin embargo, dejó paso a una versión prudente en los Alpes, como si el paso de las jornadas y la falta de un desafío a su altura hubiera acabado por anestesiarle.
Superará en maillots amarillos a leyendas
El reto de la historia no es suficiente para el esloveno, el primer ciclista que con 26 años ha ganado 21 etapas en el Tour, camino de su cuarta victoria consecutiva en la carrera, y que superará en maillots amarillos a leyendas como Jacques Anquetil cunado este sábado lo vista por quincuagésima segunda vez.
Por delante solo queda el británico Chris Froome, que lo lució 59 días, el español Miguel Indurain (60), el francés Bernard Hinault (79) y el belga Eddy Merckx (95).
Si hace unos días destronar a todos esos mitos, arrebatarles los récords, parecía un objetivo, con el paso de las semanas Pogacar ha bajado el pistón, mostrando un lado más humano.
Dejó escapar la victoria en el Ventoux, donde aceleró demasiado tarde para abortar la escapada del día, y no se cobró la revancha que había anunciado en el Col de la Loze, donde en 2022 sufrió y este año solo pudo ser segundo, tras otro fugado.
En La Plagne tenía una nueva oportunidad y puso a su equipo a trabajar para que la victoria estuviera a su alcance, pero en la última subida, cuando era él quien tenía que dar el acelerón final, se mostró prudente y dejó escapar la quinta victoria en este Tour.
Vingegaard se ha conformado
- “He preferido poner el ritmo que me convenía, para evitar que nadie me atacara a mí. Pensaba que Vingegaard buscaría la victoria de etapa, pero al final se ha conformado con quedarse a mi rueda”, analizó el esloveno.
- Vingegaard reconoció que ya no afrontó la jornada para ganar el Tour, pero que le hubiera gustado ganar la etapa. El danés fue tajante: “Tadej ha sido el más fuerte, merece ganar el Tour. A veces hay que aceptar las cosas y yo las acepto”.
Hasta ahora, el danés había repetido una y otra vez que daría la batalla hasta el final, pero con todas sus armas no ha abierto grietas en la defensa del esloveno, que plácidamente avanza hacia el triunfo.
Su director, Mauro Gianetti, parece más satisfecho de la actitud prudente del ciclista que el propio corredor: “Está midiendo bien sus fuerzas”.
Podría correr riesgos
El único objetivo que parece hacer brillar los ojos del esloveno es imponerse de amarillo en los Campos Elíseos, una etapa que en esta edición incluye un circuito difícil con tres ascensos a Montmartre, lo que abre opciones a su forma de correr, pero también le obligaría a correr riesgos.
Solo el francés Bernard Hinault ha ganado de amarillo en París. En 1979 y en 1982.