30 may 2025 - 05:31 AMLogo La Crónica
Destino C

Del barrio al estadio, del dolor al Grammy: la historia de Karol G, la Bichota que transformó el reguetón en un manifiesto emocional

Tenemos que hablar de Karol G: la bichota que volvió el desamor y el amor propio un baile

Tenemos que hablar de Karol G: La Bichota que volvió el desamor y el amor propio un baile

Carolina Giraldo Navarro, nacida en Medellín, no solo es, actualmente, una de las artistas más poderosas del reguetón, un meteoro rosa, una cicatriz bonita, un huracán con glitter y un “sexy flow”, como lo diría el gremio: ella es la prueba viviente de que el dolor pero, más aún, la reconstrucción, también bailan, que el despecho puede tener ritmo, y que una mujer con el corazón roto puede comerse a una industria ampliamente dominada por hombres.

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De Carolina a la Bichota: crónica de una transformación

Antes de ser Karol G, fue Carolina. Una niña con sueños gigantes y un padre que le creía más que nadie. Con apenas 14 años se subía a los autobuses colombianos a cantar, pero ojo, no por cliché, sino por necesidad, por hambre de escenario. Participó en El Factor X edición Colombia, y aunque no ganó, el verdadero premio fue la certeza que todo aquel que sueña busca: conectar realmente con la lucha que implica la frase “Esto es lo mío”.

En esos primeros años de búsqueda, Karol escuchaba más la palabra “no” que reguetón en la radio (lo cual, para la época de auge del ritmo, podría implicar demasiado). Las disqueras simplemente no querían apostar por una mujer en un género que, en aquel entonces, olía a testosterona.

Sin embargo, para una joven que creció influenciada por la vida de Selena Quintanilla, una texana que se enfrentó al mismo reto, venciendo y coronándose como “La reina del tex-mex”, esta arcaica idea no era el fin de un sueño, sino la representación de un reto más grande y más profundo pero nunca más que ella.

Eligió no rendirse. Perseveró. Resistió. Publicó canciones en YouTube, hizo colaboraciones estratégicas y, poco a poco, fue abriendo camino entre beats, prejuicios, palabrería, señalamientos, acoso sexual y mucho machismo.

“Tusa” o cómo llorar perreando

Su primera gran explosión fue “Tusa”. Junto a Nicki Minaj, Karol G ofreció un himno global para todas las que alguna vez nos hemos puesto guapas para salir de fiesta con amigas solo para que él viera lo que perdió.

Para millones, “Tusa” no solo fue una canción: fue una catarsis mundial con tacones muy altos, faldas muy cortas y sombra rosa. El fenómeno fue tan potente que rompió récords, escaló charts y se volvió referencia cultural.

Y ahí, de pronto, ¡bam!, nació “La Bichota”. Esa alter ego poderosa que no pide perdón por amar, llorar, reconstruirse y luego salir a comerse el mundo. Con un apodo que, además, resignifica la proeza de una mujer dedicada al crimen, con una que es la ama y señora de su propia vida. Ella manda, ella decide, ella dice cómo, cuándo y dónde. Ella es la jefa solo porque puede. Eso hoy en día es ser una Bichota.

Karol G plantó cara, abrió camino y facturó, al puro estilo de Shakira, con su dolor y las lágrimas de medio planeta. Si algo bueno debe salir de haberse roto un corazón a ese nivel, que mejor que la consolidación de una carrera, miles de discos vendidos, millones de reproducciones en plataformas digitales y una gira en diversos estadios del mundo abarrotada.

“Mañana fue muy bonito”, el hoy es legendario

Este 2024, Netflix estrenó “Mañana fue muy bonito: Bichota Season”, un documental que, si no lloraste al verlo, necesitas checar tu pulso. No es una biografía aburrida, es un manifiesto emocional, una carta de amor a su gente, a Medellín, a su crew y, sobre todo, a su entrega y a su yo pasado.

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A través de imágenes íntimas, confesiones sin filtro y un recorrido visual por su tour mundial “Mañana será bonito Tour”, Karol G nos recuerda que detrás de cada trenza, cabello rosa o azul y tiburones gigantes, hay cicatrices, y que la fama, aunque brilla, también pesa.

Uno de los momentos más poderosos del documental es cuando la vemos nerviosa antes de subir al escenario, rogándole al universo que no la deje sola allá arriba. Es en ese instante donde entendemos que Carolina, la persona, sigue ahí, dentro de Karol, la artista, con la misma hambre y con la misma vulnerabilidad y fe.

Chequeo de luces, ocho horas de ensayo, revisiones punto a punto y rectificaciones, además de nuevas locuras reveladas entre sueños, son lo que, de base, conforma los shows de la artista, dejando en evidencia que no busca en su equipo solo profesionalismo y pulcritud, sino también corazón, pasión por su arte y mucha sincronía con lo que busca transmitirle a su público.

Dentro de este documental conocimos a la Carolina que abraza el sueño y lo cela. Es claro que aún se percibe su esencia natural y la humildad con la que entre lágrimas recibe cada logro. Los cuales le han costado mucho más que solo trabajo.

Uno de los momentos más personales que me gustaría resaltar del largometraje, es cuando menciona las ocasiones en las que se reprochó ser mujer frente a la idea de llevar su música a las grandes ligas, pues las limitaciones que enfrentaba y las situaciones de peligro no eran para nada cercanas a las de sus compañeros. Ese momento de frustración donde se notaba viendo como ELLOS crecían a pasos veloces y agigantados, pero ELLAS no.

Este no es un caso aislado y tampoco único del gremio. Es, más bien, exclusivo del género, pues, invariablemente y en la gran mayoría de los espacios, una mujer deberá “ser más”, “dar más”, “hacer más”, “luchar más” para llegar a cada escalón del éxito. Y no se diga de las guerras titánicas para después mantenerse en ellos.

“Latina Foreva”: un canto de orgullo que suena a calle, tambores y corazón

Y como si fuera poco, La Bichota no se detiene. Este mes de mayo lanzó “Latina Foreva”, una canción que es puro fuego y orgullo. No es solo un tema: es un manifiesto, una bandera, un grito que suena desde La Habana hasta Buenos Aires, desde Tijuana hasta Río.

Con ritmos urbanos mezclados con percusiones caribeñas, la canción reivindica la identidad latina con el pecho inflado y la aguja afilada de los tacones que traigas puestos. Es una celebración de nuestras raíces, de nuestras elecciones y de la fuerza femenina que no pide permiso. Karol no está cantando, está proclamando.

Karol G Latinas Foreva

Al estudiar realmente esta canción, pude sentir que Karol no solo nos está vendiendo el nuevo hit en el antro de nuestra preferencia, sino que me llevó automáticamente a una canción de la pionera Ivy Queen, esa que dice: “Yo quiero bailar, tú quieres sudar y pegarte a mí. El cuerpo rosar. Yo te digo sí, tú me puedes provocar... ¡eso no quiere decir que pa’ la cama voy!”.

¿Notas la similitud con: “Él me estaba presionando y yo le dije: deja que fluya. Ya me estaba posteando, shh... papi, deja la bulla. Aunque estemos perreando, no creas que voy a ser tuya”? Distinta época, distinto estilo, misma idea: respeta mi derecho de NO querer nada contigo, porque, como decimos en México. “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, ¿me explico? Sé que todas entenderemos el punto.

Esta canción me remite mucho a esa etapa de la soltería en donde ya estás firme, fuerte, reconectaste con tu centro y la sensualidad que creías dormida. Le llamas a tu team, se ponen mamacitas forever” (como dice Karol) y decides darte una noche de chicas donde todos pueden ver, pero ligar pasa al último plano. ¡Empoderamiento!

Datos curiosos que probablemente no sabías (y deberías)

  • Karol G estudió música en la Universidad de Antioquia. Sí, La Bichota también tiene bases académicas porque el talento no lo es todo.
  • Es fan declarada de Selena, Rihanna y Beyoncé, pero también de Ana Gabriel. Le gusta combinar el reguetón con despecho old-school.
  • Su color favorito es el azul, pero no cualquier azul: ese turquesa que parece sacado de una piscina emocional en Ibiza.
  • Tiene un tatuaje que dice “Hope” (esperanza) en el brazo derecho, porque siempre creyó que lo mejor estaba por venir.
  • Durante su gira “Mañana Será Bonito”, llenó estadios en Estados Unidos, Europa y América Latina, siendo la primera mujer latina en agotar el Allegiant Stadium en Las Vegas.

Una carrera pavimentada con hits y desobediencia

Karol G no llegó donde está por suerte, llegó por trabajo duro, por necedad ante la catarsis, por disciplina feroz y por talento puro. Su discografía es un mapa de su evolución emocional: desde los beats más comerciales hasta las baladas que te hacen llorar en el coche.

Desde “Ahora Me Llama” con Bad Bunny, hasta “Provenza”, “Ocean”, y “Cairo”, Karol ha sabido reinventarse, tomar riesgos, cantar lo que siente y vestirse con su vulnerabilidad como si fuera una corona.

El poder de lo femenino en la música urbana

Karol G ha abierto un pedestal emocional en el corazón del reguetón. Para ella y sus fans, ya no se trata solo de perrear: se trata de sentir. Se trata de permitirle a millones de mujeres saberse válidas con sus tristezas, sus rupturas, su rabia y su fuerza.

En entrevistas recientes, ha dicho que su objetivo nunca fue “romperla” sino “ser real”. Y eso, quizás, sea la fórmula secreta de su éxito: la honestidad brutal con la que ha convertido sus heridas en arte, sin dejar de ser vendible y sin perder la conexión con su gente.

¿Y ahora qué, Carolina?

Después de conquistar Spotify, YouTube, TikTok y ahora Netflix, Karol G se perfila como una de las artistas más importantes de su generación. Y no solo del género urbano, sino de la música latina en general. Está escribiendo historia desde sus botas de peluche y con letras que suenan a terapia grupal y empatía.

“Mañana fue muy bonito” no es solo el nombre de su disco y su documental: es una declaración de principios. Karol nos enseña que el pasado puede doler, pero también puede ser hermoso si aprendiste a bailarlo. Y ella lo ha bailado todo: la gloria, el desamor, el prejuicio, el éxito y la fe.

Karol G Mañana será bonito Tour