Destino C

Alberto Aguilera Valadez, pasó de una infancia difícil a convertirse en el poeta que convirtió el amor y el dolor en su bandera más férrea

Tenemos que hablar de Juan Gabriel: el Divo que rompió el molde y enamoró a un país machista con su voz

Tenemos que hablar de Juan Gabriel El Divo que rompió el molde y enamoró a un país machista con su voz

De niño en el internado a alma plena y libre: la forja de un ícono

Alberto Aguilera Valadez nació el 7 de enero de 1950 en Parácuaro, Michoacán, como el menor de una dinastía campesina de diez hermanos. Su infancia fue una novela trágica: fue hijo de Victoria Valadez Rojas y de Gabriel Aguilera Rodríguez, quien fue recluido en “La Castañeda” por problemas de salud mental, lo que con el tiempo desencadenó que Alberto fuera enviado al internado “El Tribunal” en Ciudad Juárez desde los 5 hasta los 13 años, lugar donde conoció a Juan Contreras, personaje clave en la vida del artista.

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Allí fue donde se gestó el chispazo creativo: aprendió de hojalatería, a tocar la guitarra y forjó su alma musical; años después, adoptaría el nombre artístico “Juan Gabriel” como un homenaje a los dos hombres que más habían impactado su vida.

Desde chico mostró una extraordinaria sensibilidad, lo que, con sangre y corazón, lo impulsó a componer himnos de anhelo, sufrimiento y redención, piezas que, al día de hoy, son ahora parte del ADN emocional de la cultura musical mexicana.

El encarcelamiento y su renacer

En su adolescencia, vivió el infierno: fue detenido por robar un automóvil con amigos del internado, condenándolo a pasar un tiempo tras las rejas, donde un trabajador social dejó constancia de su preferencia por jugar con muñecas y su rechazo familiar cuando mostraba sensibilidad afeminada.

Estigmatizado por una característica sociedad machista y violenta con las diferencias, ese episodio forjó su temple: aprendió que la libertad más poderosa era la creación, no la que la prisión le había arrebatado.

Al salir, volvió a su centro para llevar a flote su arte con más fuerza. Gracias a ello, compuso puñaladas emocionales que hoy son estandartes latinos. Incluso para los más “machos”. Ya sea en su voz o en la de otros talentos, Juan Gabriel le dio vida a un sentimiento generalizado, uniendo familias y dando el soundtrack de más de una reunión, trascendiendo por generaciones y venciendo la era digital.

Imagen de la película Es mi vida, de 1982 protagonizada por Juan Gabriel, en la que se narra su estancia por este penal (ESPECIAL)

El brillo de El Divo de Juárez: baladas, rancheras y aceptación popular

Con su primer disco en 1971, "El Alma Joven", llegó al corazón colectivo con “No tengo dinero”, y en 1974 se atrevió con Mariachi Vargas, entregándonos “Se me olvidó otra vez”, himno del despecho que retumba en bodas, cantinas y antros por igual.

Esta canción, querido lector, es una de las verdaderas odas al tan popular “migajerismo”; aquí, aunque sin nombre aún, Juan Gabriel le puso palabras y ritmos tradicionales mexicanos a la súplica, representado a miles de millones de corazones que sufren sin comprender el “por qué” del abandono. Y es que todos hemos sido esa persona adolorida, azotada y confundida, ¿no?

A lo largo de su carrera, vendió más de 150 millones de discos y compuso más de 1,800 canciones, traducidas a decenas de idiomas e interpretadas por más de 1,500 artistas.

En mayo de 1990, en el místico Palacio de Bellas Artes, cantó sus más grandes éxitos, condujo por su sentir a una orquesta sinfónica y cayó de rodillas ante la ovación, un acto que, si me lo preguntan, calificaría como simbólico y catártico, pues además, rompió con el elitismo cultural y le permitió donar un millón de pesos para apoyar al recinto.

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¿Ícono queer? La ambigüedad sexual como forma de arte

Juan Gabriel nunca dio una declaración explícita sobre la definición de su sexualidad y esto no se debe a ser un “adelantado a su época” o a mantenerse “dentro del closet”, sino a defender, con elegancia y firme celo, su derecho a ser sin sentirse comprometido por rendirle explicaciones ni un anuncio pomposo a nadie.

En 2002, con un toque de obvia irritación e incomprensión, respondió a Fernando del Rincón con la frase cumbre del derecho a su libre corazón: “Dicen que lo que se ve no se pregunta, mijo”. Esa respuesta se volvió canon en marchas, bares y antros LGBTIQ+, y permitió a generaciones reconocerse en su rompecabezas emocional.

Impacto social y legado comunitario

La musicóloga Guadalupe Caro estudió su voz con tres octavas y su performance como un acto de transgresión: uso de falsetes, ademanes femeninos, coreografía dramática, lentejuelas, terciopelos. Una puñalada queer en el “orgulloso” y pleno corazón machista mexicano. Juan Gabriel abrió y mostró sin tapujos una nueva masculinidad: vulnerable, extrovertida, emocional. Su arte fue un arcoíris sin cartón.

JuanGa no solo cantó amor, cantó resistencia. Su voz, sus letras y su presencia permitieron que muchas personas integrantes de la comunidad LGBTIQ+, principalmente contemporáneas del artista, dejaran de temer al rechazo social. Sus canciones, hasta el día de hoy, son un refugio queer: se cantan en marchas, se imitan en drag shows, y ahí reside su más potente legado. Aunque nunca alzó una bandera, su existencia misma lo fue.

Su presencia se asumió tan potente que, tras su muerte, el 28 de agosto de 2016, más de 700 mil personas lo despidieron en el Palacio de Bellas Artes, y 11.8 millones lo vieron por TV. Fue declarado “Rey Perpetuo” de fiestas patrias y, en 2019, se inauguró el Paseo Juan Gabriel “Siempre en mi mente” en Ciudad Juárez.

El compositor no solo se convirtió en una leyenda dentro del gremio, marcó, marca y marcará los corazones de millones de personas a nivel mundial como un ícono y figura, además de la prueba viviente de que nada cuesta dejar de lado la obsesión por juzgar las preferencias (del tipo que sean) para poder ver a alguien por quien es.

Tenemos que hablar de Juan Gabriel el hombre que enamoró a un país machista con su voz

El camino a la inmortalidad, letra por letra

Sus composiciones fueron poemas dramáticos. Desde el amor eterno que arde con la muerte, hasta la fractura del desamor que se cura con tequila, cada verso es un espejo roto en el que nos reflejamos.

La ambigüedad es su sello: no sabemos si la letra está dedicada a él, a ella, o a un “amigo”, Alberto nos dio en charola de plata la accesibilidad y a su vez abrazó la diversidad; en medio de la misma canción habita quien canta y quien desea. Por eso su música es universal y emocionalmente inmortal.

Datos curiosos que pocos conocen

  • Su primer nombre artístico fue Adán Luna, aún inédito para muchos fans
  • Versionó “No tengo dinero” en japonés, ante el reto de romper fronteras
  • Su frase eterna nació en Primer Impacto, y desde entonces ha sido un mantra de dignidad queer.
  • En su librería de Malibú guardaba cartas, fotos y poemas de sus días en Juárez.
  • Fue acusado en 2010 de abuso cuando colaboraba en EU, pero el caso se archivó
  • Donó un millón de pesos al Palacio de Bellas Artes en 1990 logrando desafiar a las élites.
  • Fue el creador de más de 1800 canciones: desde rancheras hasta baladas pop y boleros.
  • En 2024, “Amor Eterno” fue incluida por la Biblioteca del Congreso de EU entre 25 canciones dignas de preservar
  • El museo dedicado en Ciudad Juárez ha recibido más de 20,000 visitantes en nueve meses, según Forbes.

El SEO de un ícono mexicano: el Divo de Juárez sigue cantando en nosotros

Juan Gabriel no se murió, se multiplicó. Vive en las voces que entonan sus puñaladas románticas, en las lágrimas que brotan sin aviso, en los antros y en los patios de todo México.

Embriaga con o sin alcohol y arremete suave pero siempre contundente. Cuando tuve mi primer contacto real con su universo era una adolescente que compartía decenas de reuniones en una familia que no era la suya, marcando una etapa profunda e intensamente romántica de mi vida, además de sellar el doloroso cierre de aquel ciclo.

Su arte no se escucha, se siente y se toma como religioso hábito para eso mismo. Para algunos de nosotros, como con muchas otras canciones y artistas, su música figura como un botón de retorno a los lugares y a las personas que más te han marcado.

Hoy perdí a un ser querido que, curiosamente, siempre se aparecía en los momentos complicados. Su análisis, empatía y amabilidad ante cada emoción zurcía los espacios rotos que aparecían en mis telares emocionales. Tomando la diversión como su mejor recurso siempre, se volvía la persona con la palabra exacta.

Una de sus frases que más me han marcado en la vida fue un “estás enferma, Areli” y sí, sin duda lo estaba jajajaja pero hoy, Flaco, ¡ya sané! y no sabes como me hubiera gustado platicarte.

“Amor eterno e inolvidable”, ese que solo te provocan los seres queridos. Tu familia.

Su ambigüedad fue su poder, su emoción su arma, y su legado, una constelación de libertad. Hoy celebramos su vida intensa, su romance con el drama ¿y por qué no?, su rebeldía sensible.

Él rompió esquemas, derribó muros y nos enseñó que lo que se ve no se pregunta, porque lo que importa es el alma vocal, la emoción al desnudo y la verdad en la voz. ¡Ay, JuanGa! “Con solo verte una vez más yo me conformaría...”.