La violencia burocrática que sufren los refugiados en los países que los acogen y cómo llega a afectar a miles de niños en Suecia hasta dejarlos en estado de letargo son los ejes de Quiet Life (Vida en pausa), el filme que el director griego Aléxandros Avranás presentó en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.
La película, que competía por el Giraldillo de Oro, el máximo galardón del SEFF, cuenta la historia de una familia que ha huido de Rusia a Suecia, y cuya hija menor cae en una especie de coma cuando se les deniega asilo político.
“La realidad nos supera con creces. Yo mismo no podría imaginarme esta historia, lo consideraría un thriller distópico”, señaló en una entrevista con Efe el cineasta, que 2013 ganó el León de Plata a la mejor dirección en el Festival de Cine de Venecia por su película Miss Violence.
Avranás cuenta que la idea para este filme surgió en 2018, cuando leyó un reportaje sobre el Síndrome de Resignación Infantil, un mecanismo de defensa de disociación con la realidad que ha sido diagnosticado desde 1998 a miles de hijos de solicitantes de asilo en ese país escandinavo.
Una familia contra el sistema
“El filme trata de una familia que se enfrenta al sistema, toca también el tema de la violencia del mecanismo estatal, una violencia sutil, no explícita o física. Pero lo que inicia realmente la historia es la necesidad de una vida mejor, de tener esperanza”, señaló el director.
La película es también una crítica hacia un sistema que, dijo Avranás, fue creado para servir y proteger a la gente. “Ahora somos nosotros los que servimos al sistema”, denunció.
El cineasta griego critica la enorme burocracia que esconde el sistema de migración y de asistencia a los refugiados.
“Especialmente en un país como Suecia, que se considera un ‘país modelo’, nadie esperaría que se imponga tanta distancia entre los seres humanos”, añadió.
Katja (interpretada por Miroslava Pashutina), la hija menor de Sergei (Grigoriy Dobrygin) y Natalia (Chulpan Khamatova), cae en una especie de coma después de que un comité de migración exija su presencia y la de su hermana, Alina (Naomi Lamp), en el anuncio de la decisión sobre la petición de asilo.
Durante ese acto burocrático, la niña se ve obligada a revivir como testigo presencial el ataque violento que casi costó la vida a su padre.
El servicio de asilo sueco exige a todos los solicitantes de asilo que estén presentes en la lectura de la sentencia de sus casos por lo que, señaló Avranás, “hay niños que escuchan cómo violaron a su madre o mataron a su padre”.
Un filme duro pero tierno
Para el también director del filme Love Me Not (2017), la Vida en pausa es “una película tierna en medio de su dureza”.
“Trata también sobre el poder de la familia y el amor de los padres hacia los hijos”, recalcó el director, de 47 años.
“Sentimientos como el amor y la esperanza vienen de nuevo para salvar al mundo, cosas de las que creo que nos hemos olvidado un poco, pese a que esto suene romántico o cliché”, añadió.
Según estudios recientes, los primeros casos del Síndrome de Resignación ocurrieron en los campos de concentración nazi, “donde las personas perdían por completo la esperanza”, señaló Avranás.
Único remedio, la esperanza
Hasta el momento no hay ningún tratamiento para ese Síndrome de Resignación Infantil en el que los niños, pese a estar físicamente sanos, van cayendo en un estado de letargo que puede prolongarse durante años.
Aunque, indicó Avranás, ha habido algunos casos entre niños refugiados en Australia y Grecia, Suecia es el país donde desde hace décadas se registran más episodios del uppgivenhetssyndrom (Síndrome de Resignación Infantil en sueco). Las autoridades sanitarias suecas reconocieron en 2014 ese síndrome.
Según expertos suecos, el único fármaco es que estos niños se sientan seguros, que tengan esperanza, algo por lo que vivir y que estén rodeados de un ambiente tranquilo.
Avranás dijo que a partir de todos estos hechos quiso crear un filme que “habla alegóricamente sobre la sociedad que los adultos de hoy ofrecen a los niños” y en la que los menores, los seres “más puros”, tienen que enfrentarse a los errores de los adultos.
Grigoriy Dobrygin y Chulpan Khamatova, que interpretan a los padres, son también en la vida real refugiados rusos que sufren las trabas burocráticas de los solicitantes de asilo.
Vida en pausa fue estrenada el pasado agosto en el Festival de Venecia. Es una coproducción de Grecia, Alemania, Suecia, Francia, Estonia, y Finlandia.