Después de su exitoso debut en la Berlinale de este año y tener un relevante estreno nacional en el marco del reciente Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), Raúl Briones habló con Crónica Escenario sobre su papel en La cocina, la más reciente cinta de Alonso Ruizpalacios basada en una obra que el reconocido actor conoce muy bien al haberla representado previamente en teatro, experiencias no tan demandantes cómo esta ocasión.
Briones habló del gran reto que es encarnar a Pedro en La cocina. “Es un personaje gigantesco; para cualquier actor que tenga enfrente un papel así de inicio, el deseo de interpretarlo es evidente. En mi caso no me emocionó tanto porque sabía lo difícil que iba a ser interpretarlo”, dijo.
“Obviamente, en mi yo de 20 años, que entró al Centro Universitario de Teatro soñando con ser actor, hubo un enamoramiento inmediato con el guión. Pero mi yo de 40 años, que ya lleva haciendo esto 15 años y que sabe perfectamente lo que significa filmar escenas físicas con un Alonso Ruizpalacios, director muy exigente y ambicioso también, sabía que no me dejaría sentarme en un lugar cómodo”, añadió.
El filme sigue la vida en la cocina de un restaurante de Nueva York donde las culturas de todo el mundo se mezclan durante la carrera de la hora del almuerzo. La película no es un hecho real, sino que se basa en las historias y experiencia de los migrantes de todo el mundo que llegan a Nueva York en busca de una vida mejor y de más oportunidades.
Todo se centra en la historia de Pedro, un migrante mexicano que consigue un trabajo en un restaurante llamado The Grill, donde se topa con una serie de personajes con situaciones similares a la suya. Pedro no tiene papeles, así que debe encontrar la manera de poder quedarse en el país, con la ayuda de un jefe que promete ayudarlo y de los compañeros que se convierten en su red de apoyo, mientras vive con el miedo a ser deportado y a perderlo todo.
“Pedro es un personaje que te deja un mensaje inevitablemente porque es tan antisistema que te obliga a drenar el propio sistema que tienes dentro de ti. Porque creo que todas las personas, dependiendo de nuestras circunstancias, ya sea por nuestro trabajo o nuestras necesidades vitales, lo hemos dejado entrar”, expresó.
“Y cada quien sabe qué es lo que tiene que hacer para expulsarlo de adentro. Creo que es como una especie de pastilla que me termina purgando el sistema y qué tanto he aceptado sus reglas. Ahora soy mucho más vocal, más político y más incómodo”, admitió.
La peculiar química que construye con Julia, interpretada por Rooney Mara, representa no sólo la añoranza del sueño americano para Pedro, sino otros temas más interesantes.
“Tiene mucho que ver con una postura hipermachista de cómo funcionan las guerras y la mujer como botín de guerra. Y si conquistas a la mujer, entonces conquistas el territorio. Y una vez teniendo los hijos, pues ya pasaste como al siguiente nivel. Eso está ahí muy ejemplificado a través de la relación con Julia”, resaltó Raúl.
“En realidad fue muy lindo trabajar con ella y generar esta química que está muy bien planteada en la película. Siempre que la veo disfruto mucho de la relación que logramos crear, que se debe mucho a que no hablaba inglés antes de interpretar a Pedro. No tuve interacciones personales con ella, además de que es muy reservada”, sumó.
“Pero cuando dicen acción, algo cambia en ella, que hay una apertura muy parecida a como yo actúo. Estar ahí con una actriz que te está leyendo, que te está dando propuestas, que te cambia la jugada, hace que la estés leyendo en tiempo real y eso se vuelve muy atractivo, como un coqueteo inevitable porque estás en tiempo presente tratando de absorber lo más que puedes de la otra persona”, agregó.
Existe una escena particular en La cocina donde la representación de los migrantes siguiendo el sueño americano frustrado resalta en la cinta por la calma y los anhelos de cada uno. Al respecto, el galardonado histrión comentó:
“Es una de las favoritas, tanto de la obra como de la adaptación, porque tiene mucho que ver con una de las premisas más importantes de la obra y es el descanso, la pausa. Cuando la maquinaria se detiene y se para el monstruo, aflora la humanidad nuevamente. Las dos pausas que existen, primero la de en medio, donde vemos surgir los sueños de todos y después es la del final, donde viene toda la liberación después de este plano secuencia tan vertiginoso”, dijo.
“Es hasta ese punto que comienza a haber silencios, lo cual es inédito y eso es algo que cuando tú trabajas en una cocina lo sientes muchísimo. Ese contraste, sobre todo auditivo, algo que Alonso quería también convidarle al espectador y creo que la mayoría de las personas que han visto la película sienten ese alivio cuando llega ese punto dentro de la construcción de la trama”, complementó el histrión, que vuelve a compartir crédito con Ruizpalacios después de Una película de policías.
Algo que también representa Pedro es liderazgo, algo complicado de encarar en palabras de Raúl. “Es bien difícil estar al frente de un equipo de personas y ser un líder responsable. Creo que en ese sentido La cocina se parece muchísimo a la industria cinematográfica o cualquier otra en todos los sentidos”, mencionó.
“Cuando ocupas un puesto de poder debes de entender por qué estás ahí, qué es lo que tu energía le aporta al grupo. En ese sentido, como todo gira en torno a Pedro, la película está diseñada para que quieras ver que todos los personajes tienen algo que decir de él. Se expresan de muchas maneras y desde que empieza la película quieres saber quién es ese tal hombre”, siguió.
“En ese sentido ya no hubo mucho que construir alrededor, sino simplemente concentrarme en la nota que me tocaba tocar, en la escena que correspondía. Y ahí respondió muy bien el ensamble, que es formidable”, agregó.
“Pedro no podría ser Pedro y no podría lucir mi trabajo actoral como luce si no estuviera el contrapunto de cada uno de los compañeros que está defendiendo a su personaje de una forma increíble, aunque solamente los fuera a ver la cámara en un paneo. Pero con eso ellos estaban haciendo su receta completa”, manifestó Briones, aplaudiendo la labor de sus compañeros.
Pero el momento más complicado fue, sin duda, el desenlace de la historia. “Es un momento que me voy a llevar para toda mi vida porque lo que ustedes ven en el final de la cinta es muy cercano a la realidad. Y ya no tenía ni sangre en el cuerpo, no porque estuviera muriendo, sino porque también me llevé a ese estado anímico, energético, físico”, explicó.
“Me sucedió una cosa muy parecida a lo que sucedía en el teatro que exploraba Luis de Tavira, el tras cansancio, llevar al cuerpo al límite, casi a punto del trance, en donde ya cualquier defensa del ego o pretensión se fue y no queda más que un cuerpo”, continuó.
“Ahí hay una cosa muy parecida, una unión muy potente entre Raúl y Pedro. Al final de la cinta ya no sé quién es quién. Y en ese sentido la abducción que sufre Pedro, de alguna forma también la sufrió Raúl”, continuó.
“A mí esta película me liberó de la idea de llamar a mi trabajo mi vida. Y de nueva cuenta volver a decir ‘esto es muy hermoso, me encanta lo que hago, lo amo con todo mi corazón’. Pero esta cocina no deja de ser de cartón y de triplay, estamos en un foro y se acabó. Me puedo ir de aquí a otro lugar”, concluyó meditabundo el histrión mexicano.