El legado de Como agua para chocolate, la novela escrita por Laura Esquivel y publicada en 1989, continúa, esta vez llega en formato de serie a la plataforma de streaming HBO Max. Recordemos que en 1992 se estrenó en la pantalla grande y desde ese momento ha cautivado a miles de espectadores.
Fue el pasado 3 de noviembre cuando la serie llegó a Max y una vez más la trágica historia de amor entre Tita y Pedro conquistó a la audiencia, sumando a su club de fans a las nuevas generaciones, quienes no tardaron en hacerla tendencia en redes sociales.
Crónica Escenario charló con Ana Lorena Perezríos, directora de la serie (junto a Julián de Tavira), quien compartió detalles sobre el proceso creativo detrás de la serie, destacando cómo lograron fusionar los elementos mágicos y culinarios que han fascinado a generaciones con una visión moderna y visualmente impactante. Además, habló sobre los retos de traducir emociones tan profundas a la pantalla y la importancia de mantener la esencia cultural de la historia mientras se conecta con nuevas audiencias.
“Se conjugaron tres universos padrísimos guiados por Salma (Hayek), que le tiene un amor a México muy particular y vio la oportunidad de una ventana más grande en las plataformas de streaming para llevar esta historia al mundo entero, me parece que el streaming nos permite conocer el contenido de otros lugares. Fue un proceso largo, entre tres y cuatro años, desde que se dio la idea hasta que llegó a la pantalla”, detalló Ana Lorena.
Uno de los retos más importante fue quitarse el miedo de contar una historia tan querida que tiene tanta relevancia en México, pero posteriormente llegó la hora de materializarlo: “Una vez que pensamos en cómo hacerlo, pasamos a la parte de emocionarnos y tener la oportunidad de volverla a contar y creo que conjuntar a este elenco fue un proceso muy largo”, dijo.
“Yo creo que vimos a todas las actrices y actores de esa edad que existen en México porque fue un proceso muy detallado para encontrar a las tres hermanas y al Pedro que tenían que ser. Hubo muchas pláticas, muchos encuentros, dudas y pasiones para poder llegar al elenco, papeles que les quedan pintados”, añadió.
En todo momento buscaron actrices que tuvieran esa densidad emocional y los polos que muestra la novela.
“Primero tenían que entender que las mujeres no eran las mismas en 1910 que hoy, que el mundo emocional estaba en otras cosas, lo que hoy nos puede indignar en esa época no eran tema y no pelearse con eso, pero sí reflexionar y poner en un ajuste de dimensión esas emociones y llevarlas a una cosa más universal requiere de herramientas importantes”, explicó la directora.
Tlaxcala, Texcoco y Ciudad de México fueron las locaciones para transportar a la audiencia a la época. Antonio Muño-Hierro hizo el diseño de producción para poder plasmar la estética de los inicios del siglo revolucionario, fueron tan minuciosos que en ninguna toma podían verse los enchufes eléctricos.
“Tuvimos que tapar cables, ninguno se puede ver ni afuera ni adentro porque la luz estaba llegando a esa época. Los vestidos y las camas si requieren de un trabajo histórico importante”, contó Ana.
Amanda Cárcamo fue la diseñadora de vestuario y se encargó de que cada uno de los outfits fuera muy específico, así lo narró Lorena: “Amanda insistía mucho por ejemplo en ponerles a las mujeres todas las capas de fondos que tenían con el corset, decía que era importante para la postura y que las actrices entiendan lo que sucedía”.
Por otra parte, cuando el equipo se sentó a planear, se dieron cuenta de que hay muchas cosas que se están repitiendo: “De pronto hay discursos que en otro contexto siguen siendo vigentes”, expresó.
“En el contexto social de la Revolución hay muchas frases que escucho en la serie, las sigo escuchando 120 años después y que miedo que no haya cambiado y que todo el trabajo haya servido de nada. Me parece que ciertos instintos de los discursos femeninos siguen ahí y siguen siendo vigentes, muchos otros en los que me parece que nos hemos movido”, sumó.
La directora mencionó que algunos discursos lamentablemente siguen vigentes y la sociedad no ha avanzado, claro que hoy en día las mujeres ya no se casan por obligación legal, pero todavía hay mucho camino por recorrer para muchas.
“Me parece que el ser contra el deber ser de la mujer sigue siendo un discurso vigente, ¿qué se espera de nosotras como mujeres ante la sociedad y ante nuestra propia condición?”, señaló Ana.
Ana Lorena apuntó que en todo momento se apegaron a la novela, en la forma de contarla y cómo se desarrolla la historia, pero algo único de la serie es detenerse más en detalles visuales como lo es la comida, de ciertos momentos emocionales que tienen los personajes y las relaciones entre ellos mismos.
“Exploramos una parte que no existe en la novela, ampliamos el mundo de la Revolución para tener un contexto más amplió de qué está sucediendo fuera de las puertas de esa hacienda, sobre todo porque va al mundo y no todos entienden lo que sucedió en México”, subrayó.
Ana Lorena Perezríos invita a la audiencia a darle play a la serie para disfrutar y reflexionar sobre de dónde vienen, especialmente porque las abuelas, bisabuelas y tatarabuelas vienen de ahí, lo que genera empatía y por lo que hay que agradecer:
“Muchas abrieron el camino antes que nosotras y tenemos que pensar en qué nos queda por hacer, entonces creo que tiene una oportunidad con las nuevas generaciones de poder conectar con que el presente nos tiene un poco alejadas”, puntualizó.
Para Ana Lorena uno de los objetivos más importantes es que la serie genere conversación, lo que ya se ha logrado, pues las redes sociales están inundadas de diversos puntos de vista y discusiones. En esta versión contemporánea la historia se cuenta en seis capítulos de una hora a través de HBO Max. Ya se confirmó la segunda temporada.