
Lo que comenzó como una iniciativa musical terminó por convertirse en un poderoso testimonio sobre libertad, reinserción social y resiliencia humana. Sin Barreras, el documental dirigido por Luisa Melo y Gonzalo Figueroa, narra la gira que realizó la banda mexicana de heavy metal S7N en cinco reclusorios de la Ciudad de México: Oriente, Sur, Norte, Santa Martha Acatitla y Cevareso. Lejos de buscar el espectáculo por el espectáculo, el proyecto se propuso llevar un mensaje de esperanza a quienes, desde el encierro, también necesitan de una vía para expresar sus emociones.
La idea nació del vínculo entre el grupo y su ex baterista Fabián Carreño, quien pasó tiempo en prisión tras un accidente fatal. Su experiencia sirvió como detonante para pensar en la música como herramienta de transformación. “Él nos compartió lo que significó para él estar ahí, lo que sintió al no poder hacer música, y eso nos llevó a querer compartir lo que el metal puede generar incluso en los espacios más oscuros”, explica el vocalista Mao Kanto.
Filmado en 2019, Sin Barreras captura no solo los conciertos ofrecidos dentro de las cárceles, sino también los testimonios íntimos de personas privadas de su libertad, quienes encontraron en el metal una vía de catarsis emocional. La energía liberadora de la música, mezclada con un entorno tan cargado de tensión, crea una narrativa profundamente humana que rompe estereotipos y cuestiona la visión que se tiene del sistema penitenciario.
Reconocimiento global: de reclusorios a festivales
El impacto del documental no se limitó a las rejas: Sin Barreras fue premiado en el prestigioso World Film Festival de Cannes con tres galardones: Mejor Edición, Mejor Historia Real y Mejor Ópera Prima. Estos reconocimientos catapultaron al proyecto como uno de los más destacados dentro del cine documental reciente en Latinoamérica.
Además de Cannes, la película también fue galardonada en el MADH Island International Film Awards y en el Festival de Cine de Barrio, espacios que reconocieron su autenticidad, su valor social y la sensibilidad con la que aborda la reinserción a través del arte. Para sus directores, estos premios validan una propuesta arriesgada, alejada de la narrativa convencional sobre la música o el sistema carcelario.
“Muchos internos comentaron que, aunque fuera por un momento, lograron olvidar que estaban en prisión. Eso para nosotros es un triunfo más grande que cualquier premio”, comparte Melo. La obra no busca idealizar ni romantizar la realidad de los centros penitenciarios, sino mostrar cómo algo tan visceral como el metal puede conectar con el dolor, el enojo, la esperanza y la dignidad.
Un estreno cargado de energía y futuro prometedor
El 13 de octubre de 2024, Sin Barreras tuvo su primera proyección nacional en el Lunario del Auditorio Nacional, un evento especial que incluyó un concierto de aniversario por los 10 años de trayectoria de S7N. La fusión de cine y música provocó una reacción visceral entre los asistentes, que corearon canciones como “Blackout” con la misma intensidad con la que los internos lo hicieron en prisión.
En palabras de los propios músicos, el documental no es solo una forma de conmemorar su historia, sino también un recordatorio del poder que tiene el arte cuando se arriesga a ir más allá de los escenarios tradicionales. Actualmente, la banda ha firmado con Sony Music Publishing, lo que abre nuevas puertas a nivel internacional, tanto para su carrera musical como para la difusión del documental.
Por su parte, los directores ya planean nuevos proyectos con enfoque social. “Nos dimos cuenta de que estas historias están ahí, esperando ser contadas. No queremos que Sin Barreras sea un caso aislado, sino el inicio de una narrativa que abrace la inclusión, la cultura y el arte como herramientas de transformación”, afirma Figueroa.
En un país donde las historias carcelarias suelen estar plagadas de estigmas y violencia, Sin Barreras logra ofrecer otra mirada: la del poder colectivo, la valentía emocional y el arte como puente entre mundos aparentemente opuestos. La gira de S7N en las cárceles no solo dejó una marca en los muros de concreto, también en el corazón de quienes escucharon, sintieron y, por un momento, fueron libres a través del metal.