
El Informe del fiscal general del Estado, Federico Fernández Montañez, se sintió distinto. No fue solo un ejercicio de números o de logros institucionales, sino un momento de reconocimiento a quienes, desde distintos frentes, cargan con una de las tareas más complejas: procurar justicia y cuidar la seguridad de Coahuila.
Desde el inicio, el fiscal hizo una pausa para agradecer y saludar a los colectivos de buscadoras presentes. Un gesto sencillo, pero profundo. También reconoció a las y los fiscales de Nuevo León y a integrantes de la Tribu Kikapoo, con quienes existe una colaboración permanente en temas de seguridad e infraestructura. El mensaje fue claro: nadie construye seguridad en solitario.
El recinto reunió a secretarias y secretarios de Estado, integrantes del gabinete estatal y municipal, alcaldes, rectores, empresarias y empresarios. Y, en primera fila, su familia: su esposa, sus hijos, sus amigos. Porque detrás del cargo hay una persona, y detrás de cada decisión, horas de trabajo que también se viven en casa.
A un año de haber asumido como fiscal, Federico Fernández presentó un informe que parte de una convicción muy clara: la seguridad no es solo una obligación legal, es una responsabilidad moral. Habló de mejorar las condiciones de quienes todos los días salen a hacer su trabajo, de dignificar los espacios, de modernizar la Fiscalía con servicios digitales, fiscalías de puertas abiertas y menos rezago en las carpetas de investigación.
Previo a su comparecencia ante el Congreso, el gobernador Manolo Jiménez Salinas recibió este primer Informe y lo dijo con claridad: cuando se trabaja en equipo, la Fiscalía se fortalece. Reconoció la coordinación entre instituciones, la estrategia y la voluntad de entrarle de frente al tema de seguridad, lo que hoy se refleja en resultados que colocan a Coahuila entre los estados más seguros del país.
Ya ante las y los diputados, el fiscal lo resumió así: Coahuila vive hoy su mejor momento en materia de seguridad en los últimos 30 años. Y no por casualidad. Hay un gobernador que le entra al tema, una coordinación real entre corporaciones, Poder Judicial y Congreso, y una ciudadanía que participa y cuida lo que es suyo.
Los datos acompañan esa narrativa: menos homicidios, más órdenes de aprehensión cumplidas, decomisos relevantes, una baja histórica en la incidencia delictiva y, por primera vez, una percepción de seguridad que coloca a Coahuila en el segundo lugar nacional. Saltillo como la capital más segura, Piedras Negras como la frontera más segura, y Torreón entre las ciudades con mejores indicadores.
Pero quizá uno de los momentos más sensibles del informe fue hablar de la Fiscalía Especializada para el cuidado de Niñas, Niños y Mujeres. Un esfuerzo transversal que hoy se traduce en una disminución del 55 por ciento en feminicidios, todos resueltos. Porque detrás de cada cifra hay historias que importan y vidas que merecen justicia.
Fue un informe cercano, claro, sin estridencias. Un recordatorio de que la seguridad se construye con coordinación, con constancia y, sobre todo, con humanidad. Porque cuando las instituciones funcionan, la gente lo siente en su vida diaria.