En su premier en la Cineteca de Guadalajara, el documental “La falla”, dirigido por Alana Simões, reveló una verdad profundamente conmovedora: en medio de contextos atravesados por la violencia y el abandono institucional, la escuela puede ser el único lugar donde una infancia vulnerable encuentra contención, herramientas para resistir y una posibilidad de imaginar un futuro distinto.

¿Qué puede hacer una maestra en 23 días?
Esa es la pregunta que parece guiar La falla, un largometraje documental que retrata los últimos días del ciclo escolar de un grupo de segundo de primaria en una escuela pública de Acatic, Jalisco. La protagonista es Celeste, una joven maestra que está por cambiar de institución, pero que, antes de irse, decide entregar todo lo que tiene: su tiempo, su escucha, su sensibilidad, su vocación.
Durante ese breve periodo, la maestra no sólo enseña matemáticas o español. Habla de educación sexual, de violencia, de migración, de diversidad familiar y de cómo reaccionar si hay balazos afuera de la escuela. En una comunidad marcada por la precariedad y el riesgo constante, Celeste educa para la vida, y también para la supervivencia.
Niños que filman su despedida, y su entorno
Uno de los elementos más potentes del documental es el uso de una videocámara entregada a los propios niños, con la que graban escenas para crear un video de despedida para su maestra. Según el director de fotografía, esto los volvió colegas del equipo, pues mientras eran filmados, también registraban el mundo que los rodea.
El resultado es un paralelismo poderoso: la mirada del adulto que observa y acompaña, y la mirada infantil que documenta y resiste.
Una película que nació del acompañamiento
Durante la función, la directora Alana Simões compartió que el proyecto tomó seis años en consolidarse. Comenzó como una investigación documental sobre normalistas, pero pronto se transformó en un seguimiento cercano a sus vidas profesionales, entre ellas la de Celeste, quien también asistió a la premier y fue ampliamente reconocida por docentes presentes.
“A veces tenemos que salirnos del libro de texto y enseñar más allá”, dijo Celeste, entre aplausos y comentarios emocionados de colegas que vieron en ella un reflejo de su propia labor.

Educar no solo es enseñar, también es proteger
La falla no busca retratar el horror, sino la humanidad que persiste en medio de él. No hay una denuncia explícita, pero sí una exposición clara: en muchas zonas del país, las niñas y los niños aprenden a convivir con el miedo, la carencia y la violencia. En ese entorno, el aula se convierte en el único espacio donde todavía se puede hablar, escuchar, cuidar, imaginar.
Y aunque el sistema educativo tiene profundas grietas, la película muestra que cuando hay vocación y sensibilidad, la educación puede ser una forma de resistencia.
Una lección que trasciende la pantalla
La falla invita a reflexionar sobre lo que significa enseñar hoy en México, y sobre el papel vital que aún pueden jugar las escuelas públicas como espacios de dignidad, afecto y sentido. En un país donde tantas infancias crecen expuestas a lo violencia en sus diferentes vertientes, el documental deja claro que educar también es un acto de resistencia.