Una de las necesidades biológicas fundamentales del ser humano es mantener una temperatura corporal interna entre 36.5 °C y 37 °C. Este es un rango muy estrecho, por lo que basta con que aumente un solo grado para que nuestras células, tejidos y órganos se vean afectados.
Las personas pueden padecer diversas enfermedades causadas por el exceso de calor cuando el cuerpo no logra regular su temperatura interna adecuadamente. Si no se disipa el calor a un ritmo suficiente, se pierde el equilibrio térmico, comprometiendo la homeostasis del organismo.

¿Qué ocurre dentro del cuerpo?
Alerta roja en el sistema vascular. Cuando el cuerpo comienza a sobrecalentarse, los vasos sanguíneos se dilatan, el corazón late más rápido y con mayor fuerza, y una mayor cantidad de sangre fluye hacia la piel para liberar calor al ambiente.
Si esta estrategia no es suficiente, por ejemplo, si el aire exterior es más caliente que la pie, el cerebro ordena a las glándulas sudoríparas extraer agua del torrente sanguíneo para formar sudor y refrescar el cuerpo mediante su evaporación. En un día caluroso y con actividad física intensa, una persona puede perder hasta un litro de agua por hora.
Estas respuestas fisiológicas no son gratuitas: al desviar la sangre hacia la piel, llega menos al cerebro, provocando debilidad y confusión. Además, el sudor contiene no solo agua, sino también sal, por lo que una sudoración prolongada puede llevar a deshidratación, calambres musculares y agotamiento general.
Cuando la deshidratación es más severa, el cuerpo ya no puede mantener su temperatura normal, la sudoración se detiene, y pueden aparecer enfermedades graves relacionadas con el calor.

PRINCIPALES PADECIMIENTOS POR CALOR
- Golpe de calor
Es una urgencia médica que ocurre cuando la temperatura corporal supera los 40 °C. Puede dañar órganos como el cerebro, corazón, riñones y músculos, y si no se trata de inmediato, pone en riesgo la vida.
Síntomas: mareo, confusión, piel caliente y seca, dolor de cabeza, náuseas, vómito, pérdida de conciencia y respiración acelerada.
Prevención: evitar esfuerzos físicos durante las horas más calurosas, mantenerse hidratado, usar ropa ligera, descansar en lugares frescos y nunca dejar a personas o animales dentro de autos cerrados.
¿Qué hacer? llamar a emergencias, llevar a la persona a un lugar fresco, quitarle la ropa, aplicar paños fríos en axilas, cuello y cabeza, y ofrecer agua si está consciente.
- Deshidratación
Es la pérdida excesiva de líquidos, común en días calurosos.
Síntomas: sed intensa, boca seca, fatiga, orina oscura y dolor de cabeza.
Prevención: beber agua constantemente, incluso sin sed, y evitar el sol si es posible.
- Agotamiento por calor
Es una fase previa al golpe de calor.
Síntomas: cansancio sin causa aparente, somnolencia, sudoración excesiva, palpitaciones, piel fría y húmeda.
Prevención: descansar a la sombra, beber líquidos y usar ropa ligera.
- Quemaduras solares
Ocurren por exposición prolongada al sol sin protección.
Síntomas: enrojecimiento, dolor, ampollas y descamación.
Prevención: usar protector solar y evitar el sol entre las 10 a.m. y 4 p.m.
- Sarpullido por calor (miliaria)
Es una irritación por sudor atrapado en los poros, frecuente en climas cálidos y húmedos.
Síntomas: pequeñas ronchas rojas, ampollas, picazón o ardor.
Prevención: usar ropa fresca, ligera y transpirable.
- Intoxicaciones alimentarias
Provocadas por alimentos mal refrigerados o contaminados. El calor favorece la proliferación de bacterias.
Síntomas: náuseas, vómitos, diarrea y fiebre.
Prevención: cuidar la cadena de frío de los alimentos y evitar productos en mal estado.
- Enfermedades transmitidas por mosquitos
Como el dengue, zika y chikungunya.
Síntomas comunes: fiebre, dolor de cabeza, sarpullido, fatiga, tos. En el caso del dengue hemorrágico, puede haber sangrado por encías, nariz u ojos.
Prevención: usar repelente, ropa clara y de manga larga, evitar agua estancada y usar mosquiteros.
- Efectos de medicamentos
Algunos medicamentos (como antihipertensivos, diuréticos o antidepresivos) aumentan la sensibilidad al calor o al sol, incrementando el riesgo de deshidratación o fotosensibilidad.
El calor no solo provoca incomodidad: puede desencadenar una serie de enfermedades graves que afectan el funcionamiento general del cuerpo.
Prevenir estos padecimientos está en nuestras manos: hidratarnos adecuadamente, protegernos del sol, mantener una alimentación segura y cuidar de los más vulnerables son acciones clave para mantenernos saludables durante la temporada de calor.