Columnistas Jalisco

La esperanza en las elecciones del Poder Judicial

Hace unos días, Jesús Silva Herzog Márquez escribió un artículo titulado “Miedo”, en el que refiere que el presidente estadunidense Donald Trump señaló en una entrevista, con el célebre reportero Bob Woodward del diario The Washington Post, que el verdadero poder es el miedo.

Hay que señalar también que ése es precisamente el título del libro de Woodward sobre la primera administración del presidente norteamericano: Miedo. Trump en la Casa Blanca.

Esta mención es interesante, porque nos lleva a reflexionar sobre las emociones y los conceptos que pueden alentarse desde el poder: “miedo” como lo sugiere Trump, pero también “esperanza”, como lo hizo en su momento el presidente Barack Obama y cuyo libro emblemático lleva precisamente ese nombre: La audacia de la esperanza.

Ahora bien, miedo y esperanza no son emociones y conceptos que se pueden movilizar exclusivamente desde el poder, entre otros espacios, también se movilizan ante el electorado en los procesos electorales; y se movilizan porque son parte de la motivación para que la ciudadanía acuda a votar el día de la jornada electoral (por supuesto, también el enojo y el voto de castigo pueden ser una emoción determinante en los comicios).

El miedo se movilizó de manera icónica, por citar un ejemplo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, en 2002, cuando incluso la izquierda votó por el candidato de centro-derecha Jacques Chirac, con el fin de evitar que pudiera triunfar el candidato de ultraderecha Jean Marie Le Pen.

Efectivamente, en la primera vuelta, con el concurso de otras candidaturas, Chirac había obtenido tan solo el 19.88% de los votos, mientras que Le Pen alcanzó el 16.86%. Posteriormente, en la segunda vuelta (que ocurre cuando ningún candidato obtiene más del 50% de la votación en la primera vuelta), en la que ya solo participaron estos dos candidatos, Chirac obtuvo un triunfo aplastante con el 82.21% de los sufragios, mientras que Le Pen llegó solo al 17.79% de los votos.

En México, sin duda, esperanza fue la clave en los triunfos electorales de Vicente Fox en el año 2000 y de Andrés Manuel López Obrador en 2018, cuando finalmente una opción de izquierda obtuvo la presidencia en nuestro país. Esperanza es también el factor que dio el triunfo al presidente Barack Obama, en 2008, en Estados Unidos.

Regresando al presente, ahora estamos ante una elección inédita en nuestro país,como lo es la elección de personas juzgadoras del Poder Judicial dela Federación y de los poderes judiciales locales,y ciertamente no percibo una contraposición entre miedo y esperanza, pero sí entre apatía y esperanza. Apatía vista como desinformación, desánimo y desmotivación en las elecciones por parte de muchas ciudadanas y ciudadanos y, en contraposición, la esperanza de muchos para renovar al Poder Judicial y hacerlo más cercano y accesible a las personas.

Me parece que éste es un punto importante a reflexionar en nuestra sociedad y en los foros públicos. Es un hecho que la elección está en marcha y en esta circunstancia el desinterés puede ser un mal —un terrible— consejero, porque si las ciudadanas y ciudadanos no acuden a ejercer su derecho al sufragio, el próximo primero de junio, entonces serán otros los que decidan por ellos; y el objetivo es precisamente ese: elegir juzgadores cercanos a la ciudadanía, que impartan justicia retomando un lenguaje ciudadano, y que atiendan sus exigencias y necesidades de justicia.

En mi opinión, la democracia debe ser siempre renovación de esperanza y con esa convicción debemos informarnos, participar y llegar todas y todos al próximo primero de junio decididos a ejercer nuestro derecho al sufragio.

Tendencias