Columnistas Jalisco

Finanzas para todos: La inteligencia artificial no viene a quitarnos el trabajo. Viene a quitarnos la mediocridad

Hace unas semanas, leyendo un informe sobre el rezago digital en América Latina, me encontré con una estadística inquietante: en México, sólo el 38% de los trabajadores cuenta con habilidades digitales básicas, según datos del INEGI. En Alemania, de acuerdo con el Informe de la Década Digital 2024 de la Comisión Europea, el 52.2% de la población posee estas competencias, con una meta continental del 70% para 2025. No se trata únicamente de porcentajes: se trata de visión. Mientras algunos países entienden la capacitación digital como una inversión estratégica, otros siguen tratándola como una ocurrencia tardía.

Esa distancia no es solo tecnológica. Es estructural. Es una síntesis de las decisiones —y omisiones— que hemos arrastrado por décadas.

Desde Europa, donde actualmente resido, el contraste se percibe de forma cotidiana. En escuelas secundarias y preparatorias de Italia, Francia o Alemania, la IA ya forma parte del lenguaje habitual. Se enseña a los estudiantes no a temerla, sino a utilizarla. Aquí se anticipa. Allá, muchas veces, se improvisa.

En México, buena parte del debate sobre la inteligencia artificial se reduce a una alarma infantil: “nos va a quitar el trabajo”. Como si ese trabajo —rutinario, mal pagado, mecánico— fuera un privilegio y no un síntoma de atraso. La IA no pone en riesgo al empleo. Pone en evidencia las estructuras laborales que llevaban décadas sin sentido, sostenidas por inercias más que por utilidad.

Los países que hoy lideran la revolución tecnológica no lo hacen porque tengan mejores máquinas, sino porque apostaron a tiempo por mejores cerebros. Invirtieron en pensamiento crítico, ciencia, lenguas, y no esperaron a importar soluciones: las construyeron. En cambio, en México seguimos comprando hardware sin garantizar que haya capital humano capaz de crear algo con él.

La economía de la inteligencia artificial no gira en torno a los robots, sino a la formación. La verdadera diferencia está entre quienes fueron entrenados para aprender de forma permanente y quienes fueron abandonados desde la primaria por un sistema que dejó de creer en el conocimiento como herramienta de movilidad social.

Te puede interesar: Finanzas para todos: El Impacto de las Políticas Monetarias No Convencionales en las Economías Avanzadas

Según el Foro Económico Mundial, la automatización eliminará 85 millones de empleos para 2025, pero abrirá 97 millones de nuevas posiciones, especialmente en sectores ligados a datos, energía verde e innovación digital. Lo mismo ocurrió cuando llegó el internet: muchas funciones quedaron obsoletas, pero surgieron industrias que antes no existían. Resistirse es inútil. Lo urgente es adaptarse.

El mercado ya lo entiende: los puestos más vulnerables no son los que requieren fuerza física, sino los que no exigen criterio. La IA no castiga al trabajador: castiga la repetición. Y premia la capacidad de resolver, de proponer, de pensar.

¿Queremos proteger a los trabajadores? Entonces dejemos de tratarlos como piezas reemplazables. Formémoslos. Con políticas de largo aliento, no con promesas exprés. Con educación científica, acceso equitativo y conectividad verdadera. No se combate la exclusión digital con frases bonitas, sino con decisiones difíciles.

La inteligencia artificial es mucho más que un avance técnico. Es una oportunidad para rediseñar el país. Para preguntarnos si queremos seguir temiendo al futuro o si, por una vez, vamos a intentar construirlo.

La IA no nos está quitando el trabajo. Nos está diciendo que el mundo cambió… y que ya no tenemos excusa para quedarnos atrás.

Tendencias