Columnistas Jalisco

Crónicas del Cronomicón

Un día donde tu voto cuenta… antes de que te ignoren

Y fueron…, la elección a jueces magistrados y ministros transcurrieron con toda calma posible y una tranquilidad taciturna y el sopor de un día medio nublado con ese calorcito que no se va hasta que lleguen los aguaceros.

¿Por quién votar? No había dos opciones como en las anteriores elecciones (acaso suena en mi cabeza la canción: “Máynez, Máynez…”, vamos a decir que era dos porque eso fueron, en realidad Máynez solo hizo mal tercio); pero aquí no había de dos sabores: ¿melón o de sandía?, había de tutifruti y mil sabores más, una papeleta tras otra con colores, número y nombres (la mayoría) tan desconocidos que daba igual como se llamaran.

Pues con todo decidí, así de última hora, votar.

Y me uní a mi familia en una procesión que llevaba bajo el brazo una lista de colores, números y nombres que, previamente y bajo cierto criterio de mis tíos, tías, primos, hermanas y agregados decidieron imprimir y dar a la familia como mera orientación y guía, sin imposición por supuesto, pero como acordeón en examen.

¿El criterio? Se información, me consta, en video y en notas de periódico, en redes y en todo lo que salió al respecto.

Algunos parientes, los más escépticos como yo, nos atrevimos a preguntar y constatar que ciertamente conocían del tema, aunque la mayoría se decantó casi sin querer, y otros premeditadamente, por nombres que están más cerca de la llamada 4T, pero alegar con ellos es un asunto por demás cansado en un domingo familiar de carnitas y cervezas, videojuegos, películas y sopor.

Donde voté se veían animados, con poca gente (la mayoría adultos mayores), platicadores y con buen ánimo, seguramente dichosos de no contar los votos al final de la elección porque la última vez… ¡uf!, mi hermana y sobrino fueron funcionarios de casilla y terminaron de contar los votos pasada la una y media de la madrugada.

Creo que habrá que esperar resultados y números, pero de aquella cuestión de ¿votar o no votar?, siempre, a mi parecer resulta mejor ejercer un deber y un derecho constitucional… porque luego no vale quejarse.

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