Cronomicón

Entrevista con la autora chilena de “Mambo”

“La ternura también puede contar lo terrible”: entrevista con Alejandra Moffat

Alejandra Moffat es una escritora chilena nacida en los años de la dictadura. Es novelista, cuentista y guionista, y gracias a su novela Mambo (misma que da pie a esta entrevista) es considerada como un referente del estilo chileno conocido como literatura de los hijos, que, según explica, “es como una cosa generacional, porque Mambo y otras novelas fueron escritas por los hijos que vivieron de protagonistas que fueron adultos en la época de la dictadura”. Actualmente, su novela ha llegado a México de la mano de Hachette y de la editora María Fernanda Álvarez.

Mambo | Alejandra Moffat (Toma de pantalla)

Escritura y oficios

Alejandra Moffat es novelista, guionista y cuentista, además estudió teatro. ¿Cómo cohesionas todas estas artes en tu día a día?

Mi fascinación tiene que ver en todas las cosas que escribo con los personajes, sobre distintas situaciones que están viviendo.

Mambo lo escribí en la noche y las madrugadas, a veces es difícil ganar dinero de la novela, pero también el guion me gusta mucho.

Personajes y vínculos familiares

La madre es uno de mis personajes favoritos. ¿Cómo fue desarrollarla?

Para mí es fundamental cuando Ana va creciendo porque se va haciendo presente, la madre es una mujer que va desapareciendo y se caracteriza por ausencia, es la que más reacciona al dolor, mientras que hay otro padre que sostiene todo y explica bien lo que está pasando.

Creo que es muy difícil explicar situaciones complejas a los niños, porque los puede exponer, son situaciones complejas. Es natural que se generen códigos, de lo que se cuenta de la familia, se escuchan historias y de poco a poco nos vamos enterando de las cosas.

Las familias tienen secretos.

Autobiografía, memoria y ficción

Tu infancia transcurrió en los años 80 en Chile. ¿Qué tanto de ti hay en Ana? ¿Comprendías lo que sucedía?

Hay una mezcla, hay cosas mías y también es ficción. Uno siempre escribe con un ojo en la memoria, un ojo en la ficción, un ojo de Mambo en la fantasía. Una va sacando historias.

Esta novela surge de un recuerdo mío. María Cerda me preguntó cómo fueron mis tiempos de espera en la infancia, y yo recordé que esperaba a mis papás en un carro, porque entraban en lugares que yo no entendía.

México, Chile y los afectos

Escribiste la novela en México. ¿De qué manera crees que la literatura nos lleva a revisitar nuestros lugares amados? Como en tu caso, Chile. ¿Visitaste Chile en tu proceso de escritura?

Lo visité y justo sucedió que fue la revuelta, y la revolución, gran parte del objetivo era cambiar la constitución de Pinochet. Fui y estaba todo como distinto y, para mí, yo tuve la sensación de haber conocido el Chile de mis padres.

Escribí un texto sobre eso, sobre la distancia de estar viviendo las cosas lejos pero al mismo tiempo una historia que para mí es muy cercana. México me acercó mucho a la ternura, encontré un lugar profundamente amable, y la comida es una pregunta muy obvia la de si ¿tienes hambre? y te sientes dentro de un hogar. Hay algo con la ternura muy hermoso y eso afectó mucho la escritura de Ana, la visión de esta niña. ¿Por qué no puedo escribir algo que es muy terrible y que personalmente fue muy terrible pero desde la ternura, de humor y de contradicciones.

Proceso de escritura

¿La novela fluyó en el proceso de escritura, o fue más bien un proceso pausado donde ibas y volvías a la historia?

Fueron cinco años de proceso, fue de ir y volver. Fui entendiendo más lo que fui escribiendo. Esta novela también tiene que ver con muchos personajes secundarios, al ir escribiendo.

Yo no tenía una conciencia absoluta cuando comencé a escribir pero me interesaba tratar la novela desde un lugar que no fuera desde la militancia, estaba un poco peleada con esta idea del héroe. Hay mucho quiebre en las familias, y yo quería verlo desde la infancia, desde el interior de una familia.

Contexto y lectura

¿Qué tan importante crees que es conocer el contexto para poder disfrutar en su totalidad esta historia?

La novela primero estaba escrita desde la versión de una adulta, y yo sentía que estaba escrita desde un lamento cuando era desde la perspectiva de una adulta, y después quise que fuera de la mirada de una niña, que tuviera más elementos.

Es muy difícil recrear una voz infantil, pero técnicamente me fue muy atractivo. La novela es como un juego, ella parte contando su parto, entre adulta y niña, me parecía importante también esto.

Técnicamente pensar la relación con el lenguaje y la relación con el presente, las parcialidades de cosas, sin catalogarlas de buenas, malas y que ese rol lo tuviera más al lector.

¿Crees que cambia la experiencia lectora si tienes o no contexto de lo que se narra en la novela?

Como en cualquier cosa que uno lee, no la escribí para un público general, es una historia que tiene que ver con mi país, una mezcla de biografía, y es una mezcla de varias cosas.

Yo no escribo pensando en quién lo va a leer, lo han leído personas de otras partes, pero la conexión es distinta si naciste en el tiempo en que está ambientada, pero no pretende ser una novela histórica.

Me interesan las cosas desde una mirada muy íntima que ocurrieron en una familia. En América Latina hemos tenido complejos políticos que hemos enfrentado que son similares y creo que esto ayuda a que la novela se sienta más cercana.

Llegada a México y publicación

Recibimiento del libro en México y llegada a la editorial

Le ha ido bien al libro en México. Los caminos de los libros son muy misteriosos, y son mucho más largos que uno.

Llegué a Hachette por una amiga que me dijo que le escribiera a Fernanda, y todos me daban una muy buena impresión de ella. Le mandé mi novela, a ella le gustó, y fue un trabajo lindo.

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