Cada 25 de julio, el municipio de Tonalá se transforma para rendir homenaje al apóstol Santiago. Pero no lo hace de forma convencional, sino a través de una colorida, intensa y simbólica danza que revive una de las tradiciones más arraigadas del occidente mexicano: la danza de los Tastoanes.

Una celebración con raíces profundas
En el corazón de Tonalá, Jalisco, el Día de Santo Santiago se vive con una energía particular. No se trata únicamente de rezos o procesiones: aquí, los festejos incluyen una representación teatral y ritual que mezcla elementos indígenas y españoles. La protagonista: la danza de los Tastoanes.
Este ritual rememora la llegada de los conquistadores españoles al territorio de Tonalá, cuando la Reina Cihualpilli —líder de la región— optó por entregar el reino para evitar la violencia que había devastado a Tenochtitlán. Sin embargo, algunos Tlatoanis se opusieron, desatando una batalla que aún se revive simbólicamente cada año.
¿Quiénes son los Tastoanes?
El término “Tastoan” proviene del náhuatl Tlatoani, que significa “señor soberano” o “el que tiene la autoridad de mandar”. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta figura se resignificó para representar a los indígenas que enfrentaron a los españoles. En la danza, los Tastoanes aparecen como guerreros deformes, cubiertos con máscaras grotescas que simulan rostros llenos de llagas, heridas e incluso rasgos animales, como perros, lobos o felinos, decoradas con alacranes, serpientes y arañas.
Las máscaras son el elemento distintivo. Pintadas con expresiones de dolor y sufrimiento, representan los supuestos castigos infligidos por Santiago. Su cabellera —hecha de fibra de maguey, cola de caballo o vaca— acentúa la fuerza visual del personaje. La batalla simbólica ocurre en el Cerro de la Reina (antiguamente llamado Xictepetl), sitio donde se dice ocurrió el enfrentamiento histórico.
De la devoción al arte popular
La danza se acompaña del ritmo de la chirimía y los tambores, en una mezcla de música ancestral que marca el paso de los danzantes. El vestuario es igual de simbólico: camisa verde, casaca roja, pantalón y botines. Santiago, por su parte, va montado en un caballo blanco, porta una capa roja, una cruz y una espada.
Lo que podría parecer una fiesta pintoresca encierra una profunda tensión simbólica: la eterna lucha entre el colonizador y el colonizado, entre la fe impuesta y la resistencia cultural.
Historia y resistencia
Durante la Colonia, Tonalá fue rebautizada como Santiago Tonalá y se convirtió en un corregimiento del Reino de la Nueva Galicia. Con el paso del tiempo, la danza de los Tastoanes fue perdiendo fuerza, hasta desaparecer en algún momento del siglo XIX. Fue gracias a Sebastián Ladino que, en 1918, la tradición fue retomada, y desde entonces ha seguido viva.
Uno de los grandes guardianes de esta herencia fue Miguel Pila Galán, reconocido como el danzante más longevo y uno de los principales impulsores de la preservación de esta tradición durante gran parte del siglo XX.
Publicada por Cultura Tonalá en Viernes, 25 de julio de 2025
Más que una fiesta
La danza de los Tastoanes no es solo una representación folclórica: es una manifestación de identidad, resistencia y memoria histórica. Cada año, las calles de Tonalá se convierten en un escenario donde el pasado se entrelaza con el presente, y donde la comunidad reafirma su vínculo con sus raíces y su historia.
Así, mientras el sol de julio cae sobre las máscaras, las varas se entrechocan y los tambores retumban, Tonalá recuerda que la tradición no solo se hereda: también se baila.