Metrópoli

Jaqueline Palmeros, mamá de Monse, exige a las autoridades “salir de sus escritorios”, conocer lo que padecen y necesitan las madres buscadoras, si realmente les interesa una estrategia de búsqueda de desaparecidos

La búsqueda sigue: dentro de las madrigueras Jaqueline intenta hallar los restos de su hija

Búsqueda Búsqueda de Monse Uribe en Llano se Vidrio. (Jorge Aguilar)

Durante el segundo día de la búsqueda de los restos de Jael Montserrat Uribe Palmeros, la madre de la fallecida lanzó un mensaje contundente hacia las autoridades capitalinas: “es imposible que intenten crear un gabinete dedicado a localizar personas si desconocen lo que necesitan las mamás dedicadas a excavar cerros y desolados parajes, a abrir bolsas de basura y separar desperdicios y hallar indicios de quienes ya no regresaron a casa”, señala tras no haber hallado resultados que arrojaran la existencia de huesos de su hija en Llano de Vidrio, Tlalpan.

Jaqueline Palmeros, mamá de Montse, acudió una vez más al paraje en la carretera, junto a grandes grupos de mujeres y hombres que mantienen la fe de que en alguna de las cubetas de tierra o dentro de las madrigueras de los empinados cerros, exista aunque sea un diente de su hija, quien hace cuatro años no regresó a casa.

Entre restos óseos de animales, prendas que salieron de la tierra tras meter sus manos y uñas y frente a la fotografía de su hija en la ofrenda, Jaqueline, con la voz entre cortada, dice: “necesitan salir de sus escritorios y venirse a romper la madre como lo hacemos nosotros, si realmente quisieran hacer una estrategia de búsqueda, estarían aquí, la jefa de Gobierno, la fiscal, para ver qué necesitan las familias y trabajar, porque todos los contextos son diferentes, las montañas y los cerros en los que hemos buscado son lugares difíciles, donde necesitamos que las autoridades pongan todos los recursos humanos y materiales posibles para que se hagan búsquedas efectivas y no están aquí”.

“Seguimos en una simulación de autoridades, que dicen que les preocupamos las familias y que somos víctimas indirectas de desaparición, pero realmente no. Para hacer un gabinete tendrían que estar aquí, viendo trabajar a las familias; ya se acostumbraron a que nosotros les hacemos su chamba. Sólo así van a encontrar la respuesta y a nuestros desaparecidos”.

Búsqueda "Mamá Mancha", una de las madres buscadoras que ayudó a Jaqueline en la búsqueda de Monse. (Jorge Aguilar)

A Palmeros no le importó el frío del Ajusco para regresar en la segunda oportunidad, pues dentro de ella existe la fe de que se llevará su hija al hogar que ya no retornó.

En el segundo día, la búsqueda comenzó más rápido, se inició la excavación manual del área posterior de la zona cero, un lugar de difícil acceso, por la cual únicamente se puede acceder a través de una cuerda para cruzar la pronunciada pendiente.

En la zona baja se cuentan historias de las mujeres que toman las palas, rastrillos y picos y que con sus hijos, que llevan en fotografías impresas en su espalda y pecho, tallan el piso con la esperanza de que un indicio salga entre los escombros.

Búsqueda Madres buscadoras excavan el paraje "Llano de Vidrio" en Tlalpan. (Jorge Aguilar)

Minutos antes de bajar a la pendiente, Jaqueline reclama que una madre sea orillada a buscar a su hijo entre la basura, sumado a la desesperación, incertidumbre y rabia de pensar qué sucedió con ellos antes de que sus restos terminaran en solitarios bosques.

Al descender a la montaña, las madres buscadoras muestran buena actitud, tratan de hacer bromas y platicar para pasar el rato. Una vez más, ellas llevan el mando de la expedición, le dan indicaciones a los peritos de la Fiscalía y le dicen a la Comisión dónde buscar y qué tan minucioso debe de ser; las mujeres deshacen, limpian y meten sus dedos a los arbustos con espinas, lento para que no pase desapercibido ningún posible hueso.

Las buscadoras narran que son personas diferentes después de la desaparición de sus hijos, a la vez que ellos no regresaron, se fue el miedo que sentían, sus fobias desaparecieron, todo mientras repiten: “porque te amo hijo, con fe, con fuerza, con amor y sin descanso te voy a encontrar”.

“Cuando me doy cuenta de lo cobarde que he sido, me doy cuenta de lo mucho que lo amo”, dice “Mamá Mancha”, una de las buscadoras. “Antes le tenía miedo a todo, a los ratones y alacranes, hoy a nada”, dice cuando observa las espinas de las plantas que han atravesado sus guantes y no aguanta el dolor de espalda por haber cavado con la pala.

“Puedo pedir limosna afuera de la iglesia, cuando me dijeron lo de mi hijo, me enojé y lloré, después me paré afuera y le dije a la gente: estoy buscando a mi hijo ¿Me ayudas?”.

“Si para buscar, tengo que esperar a que me den (el Gobierno), nunca voy a buscar, entonces yo lo hago, como pueda”, expresa mientras sus ojos se llenan de lágrimas y la voz se le corta, pero suspira para no quebrarse.

“Claro que me da miedo, un chingo de miedo, pero lo venzo y busco, o me siento a esperar a que busquen. Voy a cumplir dos años buscando, mis primeras búsquedas fueron de pega de boletines y eso no me llena, después buscando en galerías de CEMEFO y Centros Penitenciarios”, expresa bajo los rayos del sol y sostenida a un tronco para no resbalarse en el terreno de más de 90 grados de inclinación.

“Ayer metí medio cuerpo a las madrigueras, porque quiero saber que allá dentro no hay nada, picas con una vara grande para descartar que haya algún animalito, metí mi lámpara y asomé la cabeza”, narra “Mamá Mancha” al mismo tiempo que levanta los hombros.

Búsqueda Madres buscadoras portan playeras con las fotografías de sus desaparecidos en busca de restos. (Jorge Aguilar)

Dado que la mujer no cuenta con indicios que le indiquen en dónde podría estar su hijo, decidió apoyar a colectivos de búsqueda de varias partes del país, pues el rastreo va por todos los desaparecidos, no por un sólo nombre.

“Si nadie me sabe decir dónde está, yo abarco todo lo que pueda, todo lo que abarque, hasta donde la fuerza alcance y los compañeros me permitan acompañarlos”, dice melancólica.

“Mamá mancha” sigue en el análisis de la tierra, pausa unos segundos para beber agua, intercambia su herramienta de trabajo y calcula el tiempo en que toda la zona estará limpia para explorar su profundidad. Sin dejar su pala, comparte con los demás sus conocimientos de cómo identificar que en el sitio hubo un incendio y tipos de huesos de animales.

La buscadora coincide en que los dichos de las autoridades no deben de ser la verdad absoluta en una expedición de este tipo. “Por eso mi grito, ¿Por qué los buscamos? Porque sólo nosotros los encontramos, porque cuando las autoridades te dicen ahí ya chequé, pues déjame ver”, advierte.

“Yo no tengo hora de salida, para mí no es tema el tiempo, ni para todas nosotras”.

Búsqueda Huesos de animales y prendas encontrados en segundo día de búsqueda en Llano de Vidrio. (Jorge Aguilar)

Llegó el final de la jornada, casi son las cuatro de la tarde y es momento de escuchar el dictamen de los peritos de la Fiscalía. Las veredas laterales a la zona cero han sido exploradas parcialmente y aunque no se obtuvieron resultados positivos de restos humanos, el colectivo se siente satisfecho de la búsqueda.

Sus rostros están quemados por el sol, jadean, se cansaron y festejan la exploración de este día con un aplauso.

Una vez en la parte superior de la pendiente, Jaqueline se para frente a la fotografía de su hija de los huesos y prendas, nada de eso pertenecía a Montse; la mamá, con botas y playera sucia por la tierra, llora, mira hacia abajo y toma la palabra:

“Muchas gracias a todos, porque lo más valioso en la vida de una persona es el tiempo y ustedes le están dedicando su tiempo a mi hija, hoy y ayer y sé que Montse, desde donde está, se los va a agradecer y también sus hijos”, menciona.

“Aunque me vean tranquila, tengo muchos sentimientos encontrados, tengo mucho dolor porque imaginar todo lo que pudo haber pasado aquí con mi hija, me llena de angustia, frustración y rabia, pero eso se traduce en amor, ahora que están ustedes buscando conmigo”.

Todavía queda un día de rastreo en Llano de Vidrio; Jaqueline y decenas de mamás que acudieron de varias partes del país utilizarán las últimas horas disponibles para hallar a Montse. Este es el momento donde su fe está más viva, “¿Por qué las buscamos? Porque las amamos ¿Hasta dónde? Hasta encontrarles”, repiten sin detenerse antes de irse a descansar.

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