
Estudiantes, obreros, hombres y mujeres: desde hace 56 años, el Metro de la Ciudad de México, inaugurado por Gustavo Díaz Ordaz en el ocaso de la década de los 60, ha transportado diariamente a millones de personas, algunas de clases bajas, otras de clases medias… muchas de ellas, sin saber que eran víctimas de espionaje por parte del Gobierno mexicano.
Documentos desclasificados de la Secretaría de Gobernación y de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) revelan que, durante la década de los 70 y los 80, las autoridades recopilaron información no sólo de líderes sindicales, del incipiente Sindicato de Trabajadores del Transporte Colectivo, sino también de trabajadores y usuarios del subterráneo.

“Mapaches” en el Metro: el PRI lo usaba para recopilar datos de votantes
En los tiempos del todopoderoso, casi omnisciente y omnipresente, partido único, el PRI, el Gobierno era juez y parte durante todos los procesos electorales del país: organizaba los comicios, contaba los votos y llevaba el registro de toda la ciudadanía a lo largo y ancho del territorio nacional. Juez, jurado y verdugo.
Actualmente, es el Registro Federal de Electores del Instituto Nacional Electoral (INE) la dependencia autónoma encargada de registrar a todas las personas mayores de 18 años que pueden sufragar, así como expedir las famosas credenciales para votar con fotografía.
Sin embargo, en la década de los 70, esa labor correspondía en exclusiva a la Secretaría de Gobernación, que usaba las instalaciones del Metro, además de otros edificios públicos, para recabar aquella información personal de las y los ciudadanos.
De acuerdo al archivo de Luis Echeverría, en poder de la Secretaría de Gobernación, la Comisión Electoral, perteneciente a dicha dependencia federal, abrió agencias de padrones electorales en distintas estaciones del Sistema de Transporte Colectivo.
Dichas agencias, que se usaban para captar los datos de los votantes, fueron colocadas al interior de las siguientes estaciones del Metro:
- Aeropuerto
- Salto del Agua
- Balderas
- Chapultepec
- Candelaria
- Juárez
Además de esas estaciones del Sistema de Transporte Colectivo, también se abrieron agencias de padrones electorales en el edificio Pensiones y la oficina central del Registro Civil.

El Gobierno espiaba... hasta a los ¡albañiles y veladores del Metro!
Para mantener el control dentro del Sistema de Transporte Colectivo, el Gobierno federal no sólo llevaba un monitoreo constante al interior de las estaciones, cuyos videos de vigilancia eran almacenados por las autoridades, sino que también llevaba un registro de personas trabajadoras del Metro.
Ese registro, que era llevado a cabo por la DFS, antigua agencia de inteligencia del Estado mexicano, no sólo se limitaba a los altos funcionarios, ni a Fernando Espino, sempiterno líder del Sindicato, que ha ocupado ese cargo desde 1983, sino que también se extendía a trabajadores de vigilancia, albañiles y de intendencia.
En 1969, por ejemplo, se le abrió expedientes a todos los obreros que participaron en la construcción original del subterráneo, tal es el caso del señor Erasmo Rodolfo Ramos, a quien se le fichó únicamente por “prestar sus servicios a las obras del Metro”, según el expediente 45-15-969 de la Dirección Federal de Seguridad, adscrita a la Segob.
En ese mismo expediente, hay cientos de personas que fueron espiadas durante esa época: entre ellas el señor Salvador Valiente Jiménez, vigilante del Metro, lo mismo que José Maximino Miguel López Ramos y Ernesto Castro, también vigilantes, junto a docenas de sus colegas de vigilancia del Transporte Colectivo.

El espionaje del Metro no sólo se reservó a sus primeros años, sino que fue una constante en las décadas posteriores: los líderes sindicales, así como mandos medios, como gerentes de estación, fueron las principales personas, en ser vigiladas por la Secretaría de Gobernación.
Era tal la vigilancia en esos años, que hasta a las personas que sufrían accidentes en el transporte, como caerse de las escaleras, la DFS les abría un expediente: tal fue el caso de la señora Araceli García Ramírez, quien, de acuerdo al archivo 009-049-016, se lesionó luego de caer de las escaleras de Metro Balderas en 1979, tras una explosión en una cafetería al interior de aquella famosa estación que inspiró al legendario Rockdrigo González.