
El Zócalo capitalino, considerado como símbolo histórico y político de la Ciudad de México, enfrenta desde hace décadas un fenómeno que se ha normalizado: el comercio informal, cuyas cifras muestran que el problema no sólo persiste, sino que se ha extendido.
Entre puestos improvisados, mantas extendidas sobre el piso y vendedores, la postal de este emblemático lugar, se diluye entre el caos.

Lo que antes era punto de encuentro para manifestaciones, celebraciones patrias o paseos turísticos, hoy luce saturado de vendedores que ofrecen cualquier tipo de objetos, algunos de temporada, artículos de higiene personal, ropa, útiles escolares, juguetes y hasta recuerdos turísticos.
El patrimonio arquitectónico queda oculto entre el ambulantaje; el caos es acompañado de vallas que rodean el palacio nacional, la Suprema Corte de Justicia y el Antiguo Palacio del Ayuntamiento. La Catedral no requiere vallas, está amurallada por vendedores, que dejan al peatón muy poco espacio para transitar; los módulos de atención al turista tampoco se aprecian; la Feria Internacional del Libro (que estuvo del 10 al 19 de octubre) también fue opacada por los puestos improvisados.

El ambulantaje no sólo afecta la movilidad de los visitantes, sino también la imagen urbana y el valor turístico de una de las plazas más visitadas del país; en una zona que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1987.
Para algunos turistas, el caos también es atractivo, pues en sus países no existe tal; otros se sienten abrumados por tener que caminar entre el tumulto. Y para los visitantes locales y peatones resulta estresante, aunque el desorden ya se volvió parte del paisaje cotidiano, pero ven como acierto que hay decenas de familias que se benefician de ello ante la falta de empleos.

Economía formal en jaque
El comercio informal pone en jaque a la economía formal, pues los negocios establecidos pagan impuestos, alquiler, servicios y regulaciones, lo que genera competencia desleal y pérdidas para los que sí operan legalmente. Además, se ha denunciado que está asociado a redes de personas que cobran cuotas diarias o semanales, cuyos líderes negocian con autoridades para mantenerse en la vía pública.
Pese a los operativos de reordenamiento que realiza el Gobierno de la Ciudad, la presencia de ambulantes ha aumentado en calles emblemáticas del Centro Historico, principalmente el Zócalo peatonal, inaugurado en mayo del 2024; muchos de los comerciantes formales señalan que el problema incrementó con el acceso de los peatones.

El comercio informal no sólo refleja una crisis de empleo y falta de oportunidades, sino también una autoridad rebasada, cuyo reto es es equilibrar la necesidad de sustento de miles de familias con el derecho ciudadano a disfrutar de una ciudad ordenada y segura.
El problema no es nuevo, pero aumenta cada vez más; los operativos de retiro suelen ser esporádicos y, en muchos casos, simbólicos, apenas se retiran los inspectores y los vendedores regresan a ocupar los mismos espacios.

La lucha: ambulantes vs gobierno
El combate al ambulantaje en el primer cuadro capitalino ha sido una batalla que data de los 80’s, que se ha tratado de erradicar con diferentes estrategias, pero sin resultados efectivos.
En los últimos tres años, la cantidad de vendedores ambulantes en el Centro Histórico pasó de 9 mil 174 (en junio de 2022) a 14 mil (en agosto 2025), de acuerdo con datos más recientes del Gobierno local, lo anterior, a pesar de que en 1998 —durante la administración de Cuauhtémoc Cárdenas— se prohibió la venta en espacios públicos como la Alameda Central.
Durante los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum, se emprendieron acciones para liberar los espacios públicos del ambulantaje; pese a los esfuerzos, los datos revelan que el comercio informal se expandió con el paso de los años.

Después de décadas de operativos, reubicaciones y acuerdos, el Centro Histórico sigue siendo un territorio donde el caos es permitido.
Recientemente la jefa de Gobierno, Clara Brugada anunció el Programa de Reordenamiento del Comercio en el Centro Histórico —que pretende poner fin al problema— será conformado por dos ejes principales: seguridad y ordenamiento en la vía pública y armonizará dos derechos fundamentales, el transitar libremente por el espacio público y el contar con un lugar digno de trabajo.