El lento recuento de votos de las elecciones generales irlandesas sugiere que el electorado ha optado por la estabilidad, dando ventaja a los partidos de centroderecha frente al cambio propuesto por el izquierdista Sinn Féin (SF).
Según un sondeo a pie de urna, los republicanos obtuvieron el 21.1 % de los votos de primera preferencia, frente al 20 % del Fine Gael (FG) y el 19.5 % del Fianna Fáil (FF).
El actual primer ministro, Simon Harris (FG), y el líder centrista Micheál Martin (FF) parecen bien posicionados para renovar su histórica coalición, con mejores perspectivas de pactos en un parlamento fragmentado.
Mientras tanto, el Sinn Féin, encabezado por Mary Lou McDonald, enfrenta dificultades para consolidar una alternativa de gobierno progresista.
Panorama a favor de la centroderecha
Con un Dáil de 174 escaños, las proyecciones indican que FF, FG y SF obtendrán entre 34 y 36 escaños cada uno, dejando a los partidos pequeños y a los independientes como piezas clave en las negociaciones.
Fianna Fáil y Fine Gael ya han descartado al Sinn Féin como posible socio, y podrían buscar alianzas con partidos moderados como el Laborista o los Socialdemócratas, dejando fuera a los Verdes, castigados por su impopularidad en zonas rurales.
Los analistas prevén que el centroderecha mantenga el poder, aunque la configuración de la coalición y el liderazgo dependerán del número exacto de escaños obtenidos. Es posible que el cargo de taoiseach (primer ministro) vuelva a ser rotatorio.
Divisiones en la izquierda
La estrategia de McDonald, criticada por sectores como el People Before Profit-Solidarity (PBP-S), no logró articular una alternativa sólida frente al “declive” de centristas y democristianos. Su ambigüedad respecto a la inmigración y los escándalos recientes también han mermado su apoyo, que llegó a superar el 35 % hace dos años.
Aunque el 34 % de los votantes preferiría a McDonald como primera ministra, frente al 35 % que apoya a Martin, las proyecciones señalan que apenas el 22 % respaldaría una coalición progresista sin los dos grandes partidos de centroderecha. La fragmentación del espacio izquierdista dificulta la posibilidad de formar gobierno.
Un país dividido
Durante la campaña, Fine Gael y Fianna Fáil apelaron a la buena marcha de la economía, pidiendo el voto para mantener la estabilidad financiera en un contexto marcado por una crisis de vivienda, el deterioro de los servicios públicos y la inmigración.
Por su parte, el Sinn Féin buscó captar el descontento popular, proponiendo soluciones a estos problemas y un referéndum sobre la reunificación de Irlanda antes de 2030. Sin embargo, la falta de cohesión en la izquierda y las limitadas opciones de alianza han reducido su capacidad para liderar un cambio.
El recuento de votos continuará el domingo, con la expectativa de que se asignen la mayoría de los escaños y se clarifique la composición del próximo gobierno en Irlanda (con información de EFE).