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El cierre parcial de la Agencia de los EU para el Desarrollo Internacional (USAID) por parte de la administración de Donald Trump dejó inoperantes a los equipos de Respuesta de Asistencia ante Desastres (DARTs), esenciales en crisis humanitarias globales.
Estos equipos, entrenados para desplegarse en menos de 48 horas, han respondido a emergencias como el terremoto de Haití en 2010 o el tsunami de Japón en 2011.
Actualmente, los cuatro DARTs activos en Afganistán, Gaza, Sudán y Ucrania enfrentan disfuncionalidad. Algunos miembros han sido llamados de vuelta a Washington, mientras otros han perdido acceso a sus sistemas electrónicos, dificultando su labor en zonas de conflicto.
Con empleados de USAID prohibidos de entrar a su sede, formar nuevos equipos es imposible. La administración Trump planea fusionar USAID con el Departamento de Estado, eliminando la mayoría de su personal, dejando en incertidumbre el futuro de estos equipos de emergencia.
Capacidad civil desmantelada
Expertos advierten que se ha desmantelado una capacidad civil única para salvar vidas. USAID, con un presupuesto de 9.900 mdd en 2023, ha gestionado ayuda en crisis desde Afganistán hasta el Congo. El recorte, que dejaría solo 600 empleados esenciales, plantea interrogantes sobre quién liderará la respuesta ante futuras catástrofes globales.
DARTs han utilizado desde helicópteros en Turquía hasta camellos en Etiopía para entregar ayuda, colaborando con agencias federales y militares. Han evitado desastres nucleares, como en Fukushima, y frenado pandemias como el ébola en África Occidental.
La decisión de Trump de paralizar estos equipos ha generado preocupación mundial, ya que su ausencia deja un vacío crítico en la respuesta humanitaria global (con información de agencias).