
El papa Francisco, de 88 años, no murió por causa directa de la neumonía que lo tuvo ingresado en un hospital 38 días, sino de un ictus cerebral.
La causa de la muerte del segundo pontífice más anciano de la historia se debió a un accidente cerebrovascular de alta incidencia y prevalencia producido por un trastorno brusco de la circulación cerebral que altera la función de una determinada región del cerebro, según la Sociedad Española de Neurología.
A causa del ictus, el pontífice sufrió un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible, según informó el Vaticano en su parte de defunción.
Tipos de ictus
El ictus puede producirse tanto por una disminución importante del flujo sanguíneo que recibe una parte del cerebro como por la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral.
En el primer caso se trata de un ictus isquémico: Son los más frecuentes (hasta el 85% de los casos) y su consecuencia final es el infarto cerebral, situación irreversible que lleva a la muerte a las células cerebrales afectadas por la falta de aporte de oxígeno y nutrientes transportados por la sangre.
En el segundo caso es un ictus hemorrágico: menos frecuente, pero su mortalidad es considerablemente mayor.
Factores de riesgo:
Hay algunos factores que no se pueden prevenir, pero otros sí, con hábitos de vida saludable. El riesgo de padecer un ictus crece de forma importante a partir de los 60 años.
El ictus se produce más entre los hombres que entre las mujeres, aunque la mortalidad es mayor en ellas. El papa había sufrido un ictus con anterioridad. La hipertensión arterial, causante de enfermedades cardíacas, como angina de pecho o infarto de miocardio, es un factor de riesgo.
Acudir cuanto antes a un centro médico es fundamental con el fin de recibir un tratamiento cuanto antes que mejore el pronóstico y disminuya las secuelas.
¿Cuáles son los síntomas?
Dolor intenso de cabeza. Visión afectada en uno o los dos ojos. Dificultad a la hora de hablar y entender. Pérdida brusca del equilibrio. Pérdida de fuerza en manos, brazos y piernas, generalmente de un lado del cuerpo.
Tratamiento y rehabilitación
Según el tipo de ictus, isquémico o hemorrágico, se valoran tratamientos encaminados a recuperar la reperfusión vascular, mediante trombolisis o trombectomía, y en algunas ocasiones se recurre a la cirugía.
Entre un 40% y un 60% de los pacientes que sobreviven a un ictus quedan con algún tipo de secuela. Recibir rehabilitación es imprescindible para la recuperación.