
En una de las ofensivas más feroces contra Kiev desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022, Rusia lanzó durante la madrugada 145 drones y 70 misiles —11 de ellos balísticos— sobre la capital y otras regiones ucranianas, dejando al menos ocho muertos, más de 70 heridos y decenas de edificios destruidos.
Mientras los equipos de rescate aún buscaban víctimas bajo los escombros, el presidente estadounidense Donald Trump se limitó a un tibio y tardío: “¡Vladimir, STOP!”, añadiendo que “no está contento” con los ataques.
El comentario fue recibido con incredulidad en Kiev, especialmente luego de que Trump y su administración endurecieran en los últimos días la presión sobre el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, exigiéndole concesiones a Moscú como condición para mantener las negociaciones de alto el fuego. Zelenski ha reiterado que no aceptará ceder Crimea ni legalizar las ocupaciones rusas.
Kiev bajo fuego
La capital ucraniana vivió seis horas de terror. Unidades de emergencia trabajaron en al menos 13 zonas impactadas, incluyendo el distrito de Sviatoshynskyi, donde dos edificios quedaron completamente destruidos.
Las escenas eran dantescas: celulares sonando entre los escombros, rescatistas con perros rastreadores, incendios en edificios administrativos y fragmentos metálicos cayendo sobre autos y viviendas.
“Una explosión tras otra... volaron ventanas, puertas, muros. Mi marido y mi hijo fueron lanzados al otro lado del apartamento”, relató la residente Viktoria Bakal. Seis niños figuran entre los heridos.
El Servicio de Emergencia confirmó al menos 40 incendios y advirtió que aún había personas atrapadas bajo ruinas.
En Kharkiv, segunda ciudad del país, el panorama no fue menos brutal: 14 ataques con drones y 10 con misiles dejaron destrucción en clínicas, viviendas, escuelas y zonas industriales.
También se reportaron bombardeos en Zhytomyr, donde los rusos lanzaron un segundo ataque mientras rescatistas trabajaban en un incendio, hiriendo a un trabajador.
El “obstáculo para la paz” no es Ucrania
“El bombardeo brutal de hoy demuestra quién bloquea la paz. No es Ucrania”, escribió el vicecanciller ucraniano Andrii Sybiha. En contraste, Trump volvió a responsabilizar a Zelenski por la falta de avances, tras su negativa a ceder Crimea.
A su vez, el secretario de Estado, Marco Rubio, canceló su participación de última hora en las negociaciones en Londres, provocando que la ronda de diálogo fuera degradada a nivel técnico.
Mientras tanto, Francia, Reino Unido y Alemania intentan mantener el proceso vivo, aunque el mensaje desde Washington es claro: o hay acuerdo en los términos de Trump, o se acaba el apoyo.
Población bajo presión
Los daños a infraestructura fueron generalizados. El sistema ferroviario informó ataques a instalaciones técnicas en Kiev y Kharkiv, con dos trabajadores heridos. En Pavlohrad, en la región de Dnipropetrovsk, 14 edificios residenciales resultaron afectados. A pesar de la destrucción, los trenes siguen funcionando.
La ofensiva rusa, en palabras del ministro del Interior Ihor Klymenko, afectó al menos ocho regiones del país, confirmando que el Kremlin mantiene la iniciativa militar en medio de un contexto diplomático donde Occidente comienza a desentenderse.