
La Oficina para la Protección de la Constitución de Alemania (BfV), organismo de inteligencia interior adscrito al Ministerio del Interior, ha clasificado formalmente al partido Alternativa para Alemania (AfD) como un “caso seguro de extremismo de derechas”, una etiqueta que confirma su condición como organización contraria al orden democrático del país.
La decisión, anunciada este viernes, afecta a todo el partido, que ya había sido objeto de esa misma calificación en varios estados federados, entre ellos Turingia, donde AfD ganó las elecciones regionales celebradas en septiembre pasado. Ahora, con su expansión a nivel nacional, la BfV podrá intensificar la vigilancia sobre las actividades del partido en todo el país.
Según la BfV, la decisión se tomó tras una revisión “exhaustiva y neutral” de un informe de 1.100 páginas que documenta las actividades y posturas del partido. En él, se concluye que la visión étnica y basada en la ascendencia que predomina en AfD “no es compatible con el orden democrático básico” de Alemania.
“El factor decisivo para nuestra valoración es la concepción étnica y basada en la ascendencia que tiene la AfD del pueblo, que devalúa a grupos enteros de población en Alemania y viola su dignidad humana”, explicó la vicepresidenta de la BfV, al presentar el comunicado.
La oficina citó numerosas declaraciones antiextranjeros, antiislam, antimusulmanas y antiminorías pronunciadas por líderes del partido como muestra del peligro ideológico que representa.
Segunda fuerza política y principal oposición
En las elecciones generales anticipadas del pasado 23 de febrero, AfD obtuvo el 20.8 % de los votos, convirtiéndose en la segunda fuerza más votada y principal partido de la oposición en la nueva legislatura, que comenzará la próxima semana.
El partido ha ganado terreno en zonas rurales y del este de Alemania, capitalizando discursos antiinmigrantes y euroescépticos.
La decisión de la BfV se produce en un contexto de creciente preocupación por el auge de la ultraderecha en Europa. La ministra del Interior en funciones, la socialdemócrata Nancy Faeser, respaldó la resolución calificándola como una “evaluación clara e inequívoca” y defendió la necesidad de actuar ante discursos que “minan la cohesión social y los valores democráticos”.
Implicaciones legales y políticas
Con esta nueva clasificación, las autoridades alemanas podrán reforzar la vigilancia sobre miembros, comunicaciones y actividades de AfD, incluyendo el uso de agentes encubiertos y la recopilación de datos.
Si bien la medida no ilegaliza al partido, representa un fuerte golpe a su legitimidad institucional y podría tener consecuencias significativas en futuras elecciones.
AfD ha rechazado en reiteradas ocasiones las acusaciones de extremismo y ha acusado al gobierno de impulsar una campaña política en su contra. Sin embargo, este nuevo paso de los servicios de inteligencia marca un punto de inflexión en la relación entre el Estado alemán y su principal fuerza opositora, y profundiza el debate sobre los límites de la tolerancia en las democracias liberales.