
En medio del solemne silencio en el Vaticano, tras la muerte del papa Francisco, una pregunta surge con fuerza en algunos sectores de la población: ¿por qué una mujer no puede ser elegida Papa? El cónclave, convocado tras la muerte del Pontífice argentino, vuelve a traer a la superficie un debate que, aunque antiguo, sigue generando dudas entre las nuevas generaciones.
¿Por qué no hay papas mujeres?
La imposibilidad de que una mujer ocupe el trono de San Pedro no es fruto de un simple desinterés institucional, tiene que ver con una estructura teológica y jurídica profundamente enraizada en la tradición eclesiástica.
De acuerdo con el Código de Derecho Canónico, solo los hombres pueden recibir el sacramento del orden, que habilita para ejercer como diáconos, sacerdotes y obispos. Dado que el Papa debe ser, al menos, obispo de Roma, las mujeres quedan excluidas desde el inicio del camino hacia el pontificado de la Iglesia Católica.
La argumentación doctrinal se remonta a la figura de Jesucristo, quien eligió exclusivamente a hombres como sus apóstoles. Para el Magisterio de la Iglesia, esa decisión no fue cultural ni circunstancial, fue teológica. San Juan Pablo II cerró cualquier duda en 1994, cuando afirmó que “la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”.
Cónclave cerrado para elegir papa: un ritual solo de varones
El cónclave —proceso secreto y ritualizado mediante el cual los cardenales eligen al sucesor de Pedro— también excluye automáticamente a las mujeres. Solo los cardenales menores de 80 años pueden votar, y para ser cardenal hay que ser obispo. Aunque, en teoría, un laico podría ser elegido papa, la práctica indica que el nuevo pontífice debe surgir de entre los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina, todos hombres por definición.
Este mecanismo no ha variado en siglos, y con cada cónclave la imagen se repite: filas de sotanas escarlatas y deliberaciones masculinas, selladas bajo el techo donde Miguel Ángel pintó el Juicio Final.
El papel de la mujer en la Iglesia Católica: los cambios del papa Francisco
Pese a la rigidez doctrinal, el tema no está exento de cuestionamientos. Teólogas, historiadoras y sectores progresistas dentro del catolicismo llevan décadas exigiendo una revisión profunda del papel de la mujer en la Iglesia. Argumentan que la estructura patriarcal responde más a los contextos sociales del pasado que a una voluntad divina inmutable.
En los últimos años, el papa Francisco impulsó algunos cambios, como permitir que mujeres accedan a ministerios laicales como el lectorado o el acolitado. También nombró mujeres en puestos clave dentro del Vaticano, incluido el sínodo de los obispos: Sor Simona Brambilla, secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y María Lía Zervino, miembro del Dicasterio para los Obispos Sin embargo, estos avances no han tocado el núcleo del poder sacerdotal, ni mucho menos han abierto la puerta al papado femenino.

La posibilidad de una mujer en el trono pontificio sigue siendo, para muchos, una utopía. No solo por la estructura eclesial, por el peso simbólico que encierra la figura del papa como sucesor de Pedro, pescador y apóstol varón.
Mientras la chimenea de la Capilla Sixtina aguarda el humo blanco, en las calles de Roma y en los confines del mundo católico, miles se siguen preguntando si alguna vez la Iglesia permitirá que una mujer se convierta en símbolo universal de su unidad, guía espiritual de mil millones de almas… y sucesora de Pedro.