
En un emotivo mensaje ante los cardenales que lo eligieron y en el mismo lugar donde fue ungido como líder de la Iglesia católica, el Papa León XIV celebró este viernes su primera misa como pontífice en la Capilla Sixtina, menos de 24 horas después de su elección.
En su homilía, advirtió de los estragos que deja la falta de fe y expresó su anhelo de que la Iglesia pueda ser “una luz que brille en las noches oscuras del mundo”.
Ataviado con ornamentos blancos y dorados de diseño sobrio, el nuevo papa —antiguo cardenal Robert Prevost, de 69 años, nacido en Chicago y con ciudadanía peruana— ofreció unas palabras en inglés antes de continuar la liturgia en italiano. Aseguró que buscará ejercer su pontificado como “administrador fiel” del conjunto de la Iglesia y planteó un modelo pastoral sensible a los desafíos contemporáneos.
Una Iglesia que recupere el sentido
Durante su homilía, León XIV reconoció que, en muchos sectores, la fe cristiana es vista como un reducto de “los débiles o los ingenuos” y alertó sobre las consecuencias sociales de dicha pérdida de espiritualidad: “Una falta de fe viene acompañada con frecuencia de la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad humana, la crisis familiar y muchas otras heridas que aquejan a nuestra sociedad”.
El papa hizo un llamado implícito a renovar la misión de la Iglesia como refugio espiritual y promotor de justicia, en línea con lo que parece ser su inspiración: el Papa León XIII (1878-1903), reconocido por su énfasis en la doctrina social y los derechos laborales. La elección de ese nombre no pasó desapercibida para observadores y fieles.
La ceremonia tuvo lugar en un ambiente de recogimiento, aún marcado por el reciente fallecimiento del papa Francisco, cuyo funeral se celebró hace apenas unas semanas. El inicio del nuevo papado de León XIV ha despertado tanto expectación como interrogantes sobre los rumbos que tomará su mandato.
Inauguración oficial: 18 de mayo
El Vaticano informó que la misa de inauguración formal del nuevo pontífice se celebrará el próximo domingo 18 de mayo en la Plaza de San Pedro, y contará con la presencia de líderes políticos y religiosos de todo el mundo. Se espera una concurrencia multitudinaria, similar a la que congregó a más de 200 mil personas en 2013 con la llegada de Francisco.
Por ahora, León XIV ha optado por mantener a los altos funcionarios del Vaticano en sus cargos, una práctica común que le permitirá observar de cerca su funcionamiento antes de decidir sobre eventuales relevos. Todos los mandos vaticanos, si bien están sujetos a mandatos quinquenales, operan a discreción del pontífice.
Detrás de los muros del Vaticano, aún no se conocen los detalles de cómo se fraguó la elección del nuevo papa, pues el cónclave, celebrado durante dos días, se rige por el más estricto secreto. Lo cierto es que León XIV obtuvo el respaldo de al menos dos tercios del colegio cardenalicio.
El nuevo pontífice hereda una agenda apretada y compleja: un déficit presupuestario en el Vaticano, tensiones internas sobre el papel de las mujeres y la inclusión de personas LGBT+, así como un Jubileo o Año Santo programado, que multiplicará la llegada de peregrinos a Roma.
Un papa con historia en las periferias
La elección de un papa estadounidense, hecho inédito en la historia de la Iglesia, sorprendió a muchos, dada la percepción general de que el mundo católico no estaría dispuesto a ser liderado por un pontífice procedente de una superpotencia. Sin embargo, Robert Prevost, quien también posee nacionalidad peruana, rompe con ese paradigma.
Durante más de dos décadas vivió y trabajó como misionero en el norte de Perú, donde llegó a ser obispo de Chiclayo. Su conexión con América Latina, y en particular con las comunidades más vulnerables, lo ha dotado de una sensibilidad especial hacia las realidades sociales del Sur global.
Tras el anuncio de su elección, en Chiclayo se escucharon campanas de júbilo y los fieles salieron a las calles a festejar como si uno de los suyos hubiera llegado al Trono de San Pedro.
Prevost fue elevado al rango de cardenal en 2023, tras haber sido nombrado prefecto del Dicasterio para los Obispos, un cargo clave desde el cual influyó en la designación de obispos en todo el mundo.
Con un perfil discreto, pocas entrevistas concedidas y una personalidad considerada por muchos como reservada, se perfila como un líder menos mediático que sus predecesores, pero no por ello menos influyente.
Reacciones divididas ante su elección
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue uno de los primeros en felicitar a León XIV, pese a que el nuevo pontífice ha criticado abiertamente algunas de sus políticas migratorias y sociales.
En redes sociales, publicaciones antiguas del entonces cardenal Prevost reflejan su desacuerdo con posturas de Trump y su vicepresidente JD Vance, lo que anticipa posibles tensiones diplomáticas entre la Casa Blanca y el Vaticano.
Analistas políticos y eclesiásticos coinciden en que León XIV llega con el reto de construir puentes no solo entre naciones, sino también entre facciones dentro de la propia Iglesia. Su experiencia intercultural y pastoral le otorga herramientas únicas para ejercer una diplomacia de fe en un mundo fracturado.