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El exguerrillero y expresidente uruguayo falleció de cáncer a los 89 años, admirado en el mundo por su austeridad y sensatez

Muere José Mujica, líder moral de la izquierda latinoamericana

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Fin de una era Pepe Mujica (Gaston Britos Gastón Britos/EFE)

El expresidente de Uruguay José ‘Pepe’ Mujica falleció este martes en Montevideo a los 89 años, un año después de que le descubrieran un tumor maligno en el esófago. No pudo cumplir su último deseo, que la vida le permitiera “seguir ladrando un poquito más”, al menos hasta cumplir 90 años dentro de pocos días, el 20 de mayo.

“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, indicó en su cuenta de la red social X el actual mandatario del país sudamericano, Yamandú Orsi, quien consideraba al exguerrillero y dos veces presidente su padre ideológico.

Con su muerte, se marcha la última voz de una izquierda que nació guerrillera para derrotar a las sangrientas dictaduras militares sudamericanas y que, derrotadas estas, se reconvirtió en un líder demócrata, al contrario que otros compañeros de lucha en la región que se convirtieron en dictadores y negaron al pueblo soberano la democracia y el derecho a elegir a sus líderes, como pasó con Fidel Castro y luego su hermano Raúl en Cuba o el sandinista Daniel Ortega en Nicaragua.

El sabio que emergió de un pozo

“Hasta acá llegué”, declaró en enero, cuando renunció a seguir un duro tratamiento de quimioterapia, después de ser informado que el cáncer de esófago había hecho metástasis en el hígado.

Fue la digna derrota de un viejo que luchó toda su vida por las libertades y los derechos humanos y que casi le cuesta la vida hace 50 años, cuando recibió seis balazos en su etapa de guerrillero contra la dictadura uruguaya, o cuando estuvo a punto de perder la cabeza, cuando fue confinado por los represores militares en un pozo de poco más de un metro cuadrado, y se dedicó a domesticar ranas y a alimentar ratones para no volverse loco.

Al término de su martirio, emergió del agujero más sabio y sobre todo, sin ira.

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