
El “lunático de la izquierda radical” le salió respondón
Si hay algo que saca de quicio al presidente de EU, Donald Trump, es que un líder extranjero se ponga a su altura y lo desafíe abiertamente... y si es izquierdista, mucho peor.
Ante el chantaje arancelario de Trump contra el mundo, la mayoría de estos líderes, ya sea autócratas o demócratas, optaron por callarse o mantener la cabeza fría (el chino Xi Jinping, el norcoreano Kim Jong-un, la mexicana Claudia Sheinbaum, el canadiense Mark Carney, el australiano Anthony Albanese… ), con tal de no irritar al impredecible líder de la primera potencia. Luego hay al menos dos que prefirieron reirle las gracias y rendirse a su chantaje arancelario (el británico Keir Starmer o el vietnamita Pham Minh Chih, con quienes ha firmado acuerdos comerciales, lo que prueba que no le molesta tanto que sean de izquierdas, mientras obedezcan sus órdenes); y por último están los que se han atrevido a levantarle la voz abiertamente (el colombiano Gustavo Petro, el español Pedro Sánchez y, particularmente, el brasileño Lula da Silva), a sabiendas de que la venganza llegará más temprano que tarde.
La venganza contra Lula llegó este miércoles en forma de chantaje —50% de aranceles, si no se frena el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro por golpismo— sólo un día después de que el anfitrión de la cumbre de los BRICS en Río de Janeiro, declarase a título personal (el documento final omitió cualquier crítica directa al presidente de EU) que sus países son soberanos y “no necesitan un emperador”.
Sin caer en los habituales insultos del republicano a sus adversarios —a Lula no lo baja de “izquierdista radical”— Lula ha denunciado recientemente que “Trump quiere resolver los problemas de EU empobreciendo a sus socios. Brasil no será víctima de esa estrategia” y ha advertido que “el mundo no puede permitir que un país decida solo las reglas del comercio global”.
También fue uno de los líderes más críticos con los bombardeos estadounidense sobre Irán y ataca el genocidio de Israel en Gaza y la “complicidad de Estados Unidos”.
Brasil, “secuestrado por un juez comunista”
La segunda razón del odio de Trump al Brasil bajo el govbierno de Lula se llama Alexandre de Moraes, y es juez del Tribunal Supremo brasileño.
Moraes, personifica todo lo que odia Trump y los medios ultraconservadores, ya que logró doblegar a Elon Musk y ganar la batalla contra los fake news, los bulos y sus mensajes de odio que navegan libremente en X, la mayor red social del mundo.
Durante la investigación policial y judicial sobre el violento asalto a las sedes del Ejecutivo, el Legislativo y el Poder Judicial en Brasilia, ocurrido el 8 de enero de 2023, se comprobó que la red social de Musk fue el principal instigador del intento de derrocar a Lula mediante un golpe, con llamados al Ejército para que se levante en armas, antes, durante y después de la crisis.
El 6 de abril de 2024, Moraes ordenó el bloqueo de las llamadas “milicias digitales” de seguidores de Bolsonaro.
La reacción del hombre más rico del mundo (embarcado entonces en la campaña electoral de Trump, a quien donó más de 200 millones de dólares, fue furibunda y llena de prepotencia. Musk llama al juez “dictador” y exige su renuncia o juicio político. Además, se niegó a acatar la orden y amenaza con cerrar las oficinas de X en Brasil, sin tener en cuenta que el gigante sudamericano es el tercer país en usuarios y en ingresos por publicidad.
Lejos de intimidarse, el juez brasileño bloqueó X en todo el país y sentenció que no levantaría el veto hasta que no eliminase las cuentas golpistas y pagase, además, una millonaria multa por desacato. Lo que ningún gobernante europeo se habría atrevido a hacer, por miedo a los poderosos dueños de las plataformas de internet, lo hizo este juez. Por primera vez, un país sentó un precedente judicial: no todo se puede justificar en las redes en nombre de la libertad de expresión.
De inmediato, el universo mediático trumpista atacó con saña a Moraes, acusándolo desde ser “un juez comunista” o, como dijo un editorial de The Wall Street Journal, de ser “el brazo judicial del gobierno de Lula”, por atacar la libertad de expresión.
En el otro extremo, The New York Times elogió su firmeza, con la ley en la mano, para frenar un golpe contra la democracia, y lo puso como ejemplo de lo que deberían hacer los jueces estadounidenses, sumisos a la deriva autoritaria de Trump.
El desafío de los BRICS y la reforma de la ONU
La tercera razón para declarar la guerra a Brasil es que Trump está convencido de que Lula encabeza una agenda para evitar que Estados Unidos sea más grande de nuevo, mediante su clara apuesta por el crecimiento del grupo BRICS, conformado por los fundadores que le dan el nombre, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a la que se han sumado otros seis países del llamado Sur Global, y que apuesta claramente por un orden multilateral, que amenaza la hegemonía de EU e incluso el dólar.
Además, es el líder internacional que más presiona para que haya una reforma profunda del Consejo de Seguridad de la ONU, donde sólo EU, Rusia, China, Francia y Reino Unido tienen derecho a veto, y tengan el mismo privilegio el Sur Global no representado.
El martes, tras la clausura de la Cumbre de los BRICS en Río de Janeiro, declaró junto al primer ministro indio, Narendra Modi (quien permaneció callado), que es “inaceptable” que sus dos países, que suman más de 1,600 millones de habitantes, no tengan un puesto fijo en el Consejo de Seguridad, en el que varios de sus miembros solo “promueven guerras”, dijo.
Que adora Trump de Bolsonaro
La razón por la que el chantaje arancelario de Trump a Brasil es la injerencia más grave de EU en América Latina en lo que va de siglo es que el republicano necesita una región sumisa con líderes que comulguen con su misma visión extremista, basada en el autoritarismo y el combate a todo lo que huela a progresismo e izquierda liberal. Y nada de esto podrá consolidarse, si no regresa al poder quien presume de ser el “Trump del trópico”: Bolsonaro.
La visión del mundo que defiende Bolsonaro (quien cada vez que puede se pone la cachucha MAGA y levanta banderas israelíes) es básicamente idéntica a la que defiende Trump: apuesta porque EU siga liderando el mundo, pero bajo un nuevo orden basado en la ley del más fuerte, en el negacionismo, en la tradición y que sea hostil a todo lo que huela a democracia liberal y a organismos supranacionales, como los tribunales de la ONU.
Por eso Trump ataca al Brasil de Lula y torpedea alianzas con bloques de países y organizaciones que apuestan por el libre comercio, como la Unión Europea o el T-MEC. Su apuesta son reforzar relaciones, país con país, aunque ello implique vasallaje; por eso considera al presidente argentino, el ultraliberal, Javier Milei su aliado más entusiasta, y por eso maniobra para que Bolsonaro regrese al poder.
Pero puede ocurrir que a Trump le salga el tiro por la culata con su “maniobra” de castigar al pueblo brasileño. La apuesta es muy alta y muy arriesgada: o bien Lula cede al chantaje o se niega y se pone al frente de la resistencia patriota contra la inédita agresión imperialista. Las espadas está desenvainadas.