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Las agresivas redadas de trabajadores por parte de agentes del ICE desmonta el bulo de Trump de que sólo perseguiría a criminales

El apoyo a la inmigración, en máximos en Estados Unidos, incluso entre votantes republicanos

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Represión Activistas y trabajadores se plantan frente los agentes del ICE, tras la redada del jueves en una granja de Camarillo, California (ALLISON DINNER/EFE)

La estrategia del gobierno de Donald Trump de convertir en un espectáculo televisado las redadas antiinmigrantes ha dejado al descubierto dos hechos polémicos ante la opinión pública estadounidense: la brutalidad de los agentes del ICE contra los inmigrantes, proporcionalmente mayor cuanto más oscura es la piel de sus víctimas, y la constatación de que la administración republicana no está persiguiendo ni de lejos a criminales, sino a trabajadores, algunos de ellos como el mexicano, Narciso Barranco, golpeado brutalmente mientras podaba un jardín (posteriormente, fue acusado de portar un arma para atacar a los agentes: las tijeras de podar).

Contrariamente a lo que calculaba Trump y sus asesores que iba a pasar, la proporción de adultos en Estados Unidos que dicen que la inmigración es “algo bueno” para el país se ha disparado a niveles históricos, incluso entre el electorado conservador republicano, según varias encuestas recientes.

Según la última encuesta de Gallup, realizada en junio, aproximadamente 8 de cada 10 estadounidenses, equivalente a un 79%, dicen que la inmigración es “algo bueno” para el país hoy en día, un aumento con respecto al 64% del año pasado. Se trata de un porcentaje récord en un cuarto de siglo.

Solo alrededor de 2 de cada 10 adultos estadounidenses comparte la propaganda del gobierno de que la inmigración es algo malo en este momento, una disminución con respecto al 32% del año pasado.

La paradoja del votante de Trump

El elevadísimo porcentaje de estadounidenses que considera positiva la aportación de la inmigración contrasta con el hecho de que Trump ganó las elecciones de noviembre de 2024 gracias a la campaña antiinmigrante que realizó el candidato republicano.

Este desfase se explica en gran parte porque muchos de los que votaron por Trump (especialmente los independientes e indecisos) lo hicieron convencidos de que iba a “limpiar” Estados Unidos de criminales, pero no de inmigrantes que llevan incluso décadas trabajando honradamente para hacer grande la economía nacional y que no tienen antecedentes criminales.

La constatación de que la persecución de Trump es una cacería generalizada a los inmigrantes, sin excepción, es la que ha hecho que muchos miren ahora con disgusto (incluso con repulsión) las imágenes de agentes del ICE golpeando y empujando a inmigrantes a carros policiales, o negando a una madre a que recoja las medicinas de su hija con cáncer, antes de ser expulsadas del país.

La encuesta de la consultora Marist reveló que el 56% de los estadounidenses (64% de los independientes) considera que el ICE ha “ido demasiado lejos” en la aplicación de la ley de inmigración, incluso 1 de cada 5 republicanos mostró su disgusto por el uso excesivo de la fuerza.

Por su parte, Pew Research publicó recientemente su encuesta de junio en la que revela que el 54% de los estadounidenses rechaza que el ICE realice más redadas en lugares de trabajo para encontrar inmigrantes indocumentados, frente al 45% que se muestra partidario.

Además, los estadounidenses también parecen estar en desacuerdo con algunos de los aspectos más duros del programa de deportaciones:

Según la misma encuesta de Pew, el 55% rechaza el confinamiento de inmigrantes en centros de detención, entre ellos la polémica prisión Alligator Alcatraz, levantada en tiempo récord en medio del parque natural de los Everglades, en Florida.

Por un margen de casi 2 a 1, los estadounidenses consideran “inaceptable” deportar a un inmigrante a un país que no es el suyo, otro componente clave de los esfuerzos del gobierno.

En el caso concreto de la macrocárcel de El Salvador, lo desaprueba un 61% contra 37%, la deportación de inmigrantes indocumentados a una prisión en El Salvador, donde la administración ha enviado a cientos sin el debido proceso, en algunos casos por error (como el de Kilmar Abrego García, quien ya fue devuelto).

El último caso de represión del ICE, la redada en una granja de mariguana legal en California, con el resultado de un trabajador mexicano muerto tras caer del techo de un invernadero, no hará, sino aumentar la impopularidad de una estrategia en la que el gobierno sigue empeñado, alertan los analistas.

De hecho, tras aprobar el Congreso el paquete fiscal de Trump, que recorta dinero a causas sociales y la sanidad pública, para dárselo a las agencias de Seguridad Nacional, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance argumentó que la histórica expansión del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y las nuevas disposiciones de aplicación migratoria eran tan importantes que “todo lo demás” era “irrelevante”.

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