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Larry Fink tomó nota de un grave error que cometió para convertir a BlackRock en la mayor gestora de fondos del mundo, con tanto dinero como el PIB de China

Cómo el hijo de un zapatero se convirtió en el hombre con más poder en la sombra del mundo

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Influencer global Claudia Sheinbaum recibió a Larry Flint en Palacio Nacional en noviembre de 2024, apenas un mes después de jurár como presidenta de México (EFE)

La historia de cómo el hijo de un modesto zapatero y una profesora se convirtió en el hombre con más poder en la sombra del mundo daría para hacer una película, como las que se ruedan en Hollywood, a pocos kilómetros de donde nació Larry Fink hace 73 años. Sin embargo, no habría dinero en el mundo para que aceptara llevar su vida a la gran pantalla, porque si hay algo que caracteriza al presidente del mayor gestor de fondos del mundo es la discreción.

De hecho, está considerado el hombre con más poder en la sombra, ya que su compañía, BlackRock, maneja fondos por 12.5 billones de dólares (trillions en inglés), casi el PIB de China en 2024.

En 2025, TIME incluyó al presidente de BlackRock y copresidente del Foro Económico Mundial (el Foro de Davos) entre las 100 personas más influyentes del mundo, “porque en un entorno global inestable, su voz nunca ha sido tan importante”.

Un error providencial

Fink estudió Ciencias Políticas en la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA) y, al licenciarse, hizo un máster en Administración de Empresas, especializándose en bienes raíces.

Si el primero le dio una visión profunda de cómo funcionan los gobiernos y las instituciones, así como sensibilidad hacia el impacto regulatorio de las decisiones financieras, en la maestría aprendió sobre finanzas, riesgo y comportamiento del mercado. Todo este conocimiento lo llevó al banco de inversión First Boston, donde se convirtió en una estrella del mercado de bonos hipotecarios en Wall Street. A los 30 años ya era Managing Director y miembro del comité de dirección del banco.

Pero hasta las estrellas se equivocan. Por un exceso de riesgo, en 1986 Fink cometió un error de cálculo en su división que generó una pérdida de 100 millones de dólares. Ese golpe lo marcó profundamente.

No lo despidieron, pero su carrera quedó dañada. Él mismo ha dicho que ese fracaso fue el motor que lo llevó a obsesionarse con la gestión del riesgo, la tecnología aplicada a las finanzas y la necesidad de sistemas más robustos. De ahí nació su obsesión por el riesgo… y esa obsesión fue la semilla de BlackRock.

“Lo importante no es ganar, es no perder”

En 1988, Fink y siete socios fundaron BlackRock con una visión radical para la época:

Crear una gestora que combinara inversión+tecnología+gestión de riesgos como núcleo del negocio.

El secreto del éxito lo reveló él mismo: “Lo importante no es ganar dinero, es no perderlo.” Desde entonces, no solo ha amasado una fortuna personal de casi dos mil millones de dólares, sino que convirtió a BlackRock en el mayor fondo del planeta.

Aladdin, la plataforma mágica

El secreto del éxito de BlackRock se llama Aladdin, el acrónimo de Assets, Liability, Debt, Derivative e Investment Network.

En resumen: es una plataforma que analiza, gestiona y conecta todos los componentes financieros clave de una cartera: activos, pasivos, deuda y derivados.

La herramienta Aladdin permite al cliente ver todo el balance financiero y simular cómo cambia bajo distintos escenarios, siempre buscando cumplir el mantra de Fink: minimizar la posibilidad de pérdida.

Capitales en las mayores compañías

El éxito de Aladdin fue tan abrumador que numerosos gobiernos y las mayores compañías del mundo confiaron sus fondos a BlackRock, hasta alcanzar en 2024 los 12.5 billones de dólares en manejo de fondos.

Por poner un ejemplo de su poder, BlackRock es uno de los principales accionistas —y por tanto con derecho a voto— de Apple, Microsoft, Amazon, ExxonMobil, Alphabet (Google), Meta (Facebook), Coca-Cola, Pfizer, Tesla o JP Morgan.

El gobierno de Estados Unidos contrató sus servicios durante la crisis financiera de 2008 y la pandemia de 2020 para gestionar activos tóxicos de bancos rescatados y diseñar estrategias de estabilización financiera.

¿Alguien se enteró de que el gobierno de la primera potencia tuvo que pedir ayuda a BlackRock para superar las dos mayores crisis del siglo XXI? Muy pocos y todo parece indicar que esta es una de las condiciones de Fink para que se decida a usar su poder: que la opinión pública no sepa hasta dónde es capaz de influir en la sombra BlackRock.

Fink en Palacio Nacional

Bajo esta lógica, pocos se enteraron de que uno de los primeros líderes mundiales que fueron invitados a Palacio Nacional tras la investidura de Claudia Sheinbaum fue Larry Fink.

Lo poco que trascendió del encuentro entre la presidenta de México y el CEO de BlackRock fue el interés en México debido a las oportunidades que ofrece el nearshoring y el futuro del T-MEC, tras la victoria electoral de Donald Trump, apenas días antes de la reunión.

Esta fue la única información que trascendió del encuentro entre la presidenta de México, encargada de gestionar una riqueza nacional de 1.85 billones de dólares (el PIB de México en 2024), y el presidente de BlackRock, encargado de gestionar 10.5 billones de dólares en activos de gobiernos y empresas de todo el mundo.

En el caso de las compañías donde tienen activos, la estrategia de BlackRock no es tomar el control ni comprarlas, sino influir en ellas mediante su voto, de la manera más discreta posible. En el caso de los gobiernos, la discreción es un plus.

El prestigio alcanzado por BlackRock fue decisivo para que lo nombraran vicepresidente del Foro de Davos, donde recibe cada año a líderes de todo el mundo.

Todos buscan el consejo de Fink, la antítesis de Elon Musk, el hombre más rico del mundo cuyo único interés es la sobreexposición mediática, generando polémicas como mostrar respeto a Trump haciendo el saludo nazi. En el otro extremo, Fink se siente como pez en el agua manejando los hilos del mundo desde la sombra.

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