Lo que en un principio parecía esporádico y circunstancial, pronto se convirtió en una verdadera crisis humanitaria que cuestiona de raíz no sólo la política migratoria, sino también toda la estrategia gubernamental, pues el secuestro de migrantes en la actualidad es un delito sistemático y generalizado porque es una de las actividades más redituables para el crimen organizado en México.
De acuerdo con el Informe Especialesobre Secuestro de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) , cada seis meses son víctimas de este delito alrededor de diez mil personas migrantes, cifra que ha tendido a aumentar tanto en cantidad como en nivel de violencia.
Tan solo en noviembre pasado se reportaron 14 secuestros masivos que dejaron 84 víctimas, casi todos en estados mexicanos de la frontera norte, según información de la organización Alto al Secuestro.
De los 14 secuestros registrados en noviembre, el estado de Chihuahua concentra el mayor número de casos con 6 secuestros y 35 víctimas. Le sigue Tamaulipas, donde un sólo evento resultó en 24 personas secuestradas.
Por su parte, Chiapas reportó 3 secuestros con 15 víctimas, mientras que en Oaxaca hubo 4 secuestros que afectaron a 10 migrantes.
En su tránsito por México, , los extranjeros no solo pagan a los “polleros” o “coyotes” hasta 20 mil dólares con la esperanza de cruzar la frontera norte de nuestro país
Ahora ellos y sus familiares se tienen que enfrentar al infierno del secuestro por parte de bandas del crimen organizado que los extorsiona y tortura para exigirles miles de pesos por su libertad sin que haya garantía de que los van a liberar.
“Veníamos en el tren un grupo de 35 migrantes, 32 hombres y tres mujeres. Pasamos por Chontalpa y ahí detuvieron el tren varios hombres encapuchados, que estaban armados con machetes y pistolas.
Después nos bajaron con amenazas y nos subieron a un camión de frutas color blanco, con rejas de madera. En el camino nos decían que íbamos a trabajar en un rancho. Viajamos dos días y medio hasta Tamaulipas, vimos como en el camino nos paraba la policía y la Migración y los secuestradores les daban dinero.
Nos llevaron a una casa color amarilla, tenía cerco de barda y un portón blanco, la casa tiene tres cuartos y una cocina. Cuando llegamos nos separaron: en un cuarto a los que iban a pagar los 10 o 20 s mil dólares que nos pedían para cruzarnos a los Estados Unidos, y en el otro cuarto a los que éramos balines, los que no servíamos”
“Nos amenazaban todo el tiempo con sus armas y machetes y no nos daban comida. Estuvimos secuestrados un mes y medio, hasta que un día nos dijeron que nos iban a mandar a San Luís Potosí para que nos regresáramos, que no nos querían ver cerca del río. Nos advirtieron que el río es de ellos y que para cruzarlo tenemos que pagar una cuota”, relata María Hernández, guatemalteca, 23 años, soltera, sin hijos y Arturo Flores, hondureño, 22 años, unión libre, un hijo según el cuaderno sobre secuestro de Migrantes elaborado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A.C. y la Casa del Migrante de Saltillo
Para las personas migrantes, pasar por Tamaulipas significa enfrentarse a graves peligros. El estado tiene una fuerte influencia de grupos violentos del crimen organizado, que a veces trabajan en connivencia con autoridades.
TAMAULIPAS, EL MÁS RIESGOSO
Tamaulipas es el único estado fronterizo mexicano, y uno de los seis estados mexicanos en general, al que el Departamento de Estado de los Estados Unidos ha dado una designación de «nivel cuatro – no viajar», el mismo nivel asignado a países como Afganistán, según un reporte de la organización, WOLA.
Aunque la población mexicana también es objeto de innumerables delitos y actos de violencia —Tamaulipas es uno de los estados con más desapariciones del país—, es un estado particularmente peligroso para personas migrantes y solicitantes de asilo.
Hace casi 14 años, en agosto de 2010, 72 personas migrantes fueron asesinadas por grupos criminales en San Fernando, Tamaulipas. Desde entonces se han encontrado decenas de fosas clandestinas en las que se cree que hay restos de personas migrantes.
Los grupos que dominan la actividad delictiva en Tamaulipas ganan millones de dólares anuales a través del tráfico transfronterizo de drogas, la trata de personas y el tráfico de personas migrantes.
Esta última actividad ha experimentado un crecimiento significativo debido a las políticas fronterizas restrictivas de Estados Unidos, las cuales bloquean o devuelven al norte de México a un gran número de personas migrantes.
Sin embargo, esta no es la única forma en que los grupos criminales buscan aprovecharse de las personas migrantes: también las secuestran de manera sistemática, les infligen daños físicos y psicológicos, y exigen rescates costosos a sus familiares.
La robusta industria del secuestro de personas migrantes en Tamaulipas ejerce control sobre el uso de todos los medios de transporte: autobuses, taxis, las aplicaciones para transporte e incluso aeropuertos, para aquellas personas migrantes que pueden volar en un intento de evitar el peligroso viaje terrestre.
En Nuevo Laredo, los secuestros son tan prevalentes que se conocen informalmente como «pasar por la oficina de cobro», según informó una investigadora local de migración a Wola.
Aunque este problema no es nuevo, las personas entrevistadas en Tamaulipas informaron que ha alcanzado niveles extremos en los últimos meses. “Todos mis clientes han sido secuestrados», dijo una abogada de asilo en Nuevo Laredo.