El INEGI decidió terminar con la Encuesta Intercensal por motivos presupuestales. Destinada a medir la población total en el territorio, la intercensal puede parecer un asunto menor a muchos, pero de su realización dependía un mejor reparto presupuestal en los próximos años.
Una vez más, con objetivo de hacer recortes en un presupuesto agobiado por apoyos y becas directas a la población, se decidió la desaparición de una acción técnica de gobierno que, en este caso desde 1995, se había mantenido constante y brindaba datos para tomar decisiones informadas de política pública.
Sin la intercensal, todo se hará con base en proyecciones, incluyendo el reparto de los dineros públicos. Si el gobierno de López Obrador alegaba tener otros datos, esta decisión dejara a todos sin datos precisos de 2025 a 2030.
La titular del INEGI, Graciela Márquez, confirmó este hecho en una entrevista, además de que la desaparición de la intercensal está difundiéndose ya en los chats que el propio instituto mantiene para brindar apoyo a especialistas que requieren rastreo de datos.
La encuesta intercensal, a diferencia del censo nacional, se realiza con base en una muestra, el personal del INEGI no visita todos los hogares como hace cada década, sino que visita sólo viviendas seleccionadas a partir de criterios estadísticos y, a partir de lo recabado, se realizan cálculos matemáticos que definen con muchísima precisión, qué estados están creciendo, a qué ritmo y en donde hay procesos de despoblación.
Otros datos básicos poblacionales y de vivienda también salen a relucir en la intercensal, lo que hubiera permitido ajustar los datos obtenidos en el último Censo de Población 2020.
La encuesta es más económica que un censo completo, pero un mega recorte presupuestal a INEGI para este año, lo ha dejado en condición de no realizable. De hecho, parece que la extinción de la intercensal se disfrazó, pero ya estaba decidida: el recorte presupuestal era poco más o menos el costo de la encuesta.
INEGI no dudaba que realizar esta medición en 2025 resultaba valioso para el país, pues además de haberlo incluido en su programa anual, había sustentado su realización con un extenso documento técnico en el que se lee: “Para conocer los cambios recientes en la dinámica demográfica, social y económica, se realizará la Encuesta Intercensal 2025 (EIC 2025). Los resultados de esta encuesta serán de particular relevancia, debido a la ocurrencia de la pandemia de COVID-19 posterior al Censo de Población y Vivienda 2020, que afectó a nuestro país y al resto del mundo”.
El INEGI, argumentando ya razones de moderación en el gasto, planteó realizar la Encuesta Intercensal 2025 “como la mejor alternativa” para obtener estimadores sobre la dimensión, estructura y distribución espacial de la población y sobre el total de viviendas particulares habitadas, “la información generada con la encuesta apoyará a los sectores público, privado y social, así como al académico en la toma de decisiones”.
La desaparición de la Encuesta Intercensal ha pasado prácticamente de noche fuera de los ámbitos académicos, donde está generando un verdadero revuelo. Lo anterior, al menos en parte, puede explicarse a partir de una cadena de autericidios (recortes realizados a efecto de central todo el presupuesto en apoyos directos a la población) que se alimentan entre sí.
El primer afectado institucional por la no realización de la Encuesta institucional sería el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el organismo que fue desaparecido en diciembre, también por razones presupuestales. En Consejo se hubiera quedado sin datos precisos para determinar si las acciones de gobierno (incluyendo las becas y apoyos directos) en verdad están sacando a las familias de la pobreza.
Desde finales del año pasado, la titular del INEGI supo que del presupuesto que había solicitado, 17.2 mil millones de pesos, sólo recibiría 12.2 mil millones de pesos. Y desde entonces dijo que, de efectuar el programa anual que se pretendía, dejaría al Instituto con recursos que “apenas alcanzarían para la nómina y algunos proyectos estratégicos, pero necesariamente se dañaría la capacidad operativa del Instituto para los demás programas”.
No hubo reconsideración al presupuesto del INEGI, el mega recorte se efectuó y la encuesta intercensal finalmente murió.