
Pese a la importancia de los trabajadores agrícolas migrantes, se enfrentan a menudo a problemas como salarios bajos, condiciones laborales precarias, falta de acceso a servicios de salud y discriminación, advirtió Martha García Ortega, investigadora del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Unidad Chetumal.
Enfatizó que en la actualidad, hacen falta nuevos modos de pensar y nuevos enfoques para hacer frente a un mundo cada vez de mayor móvil; por lo que es fundamental promover la integración en las comunidades de destino de las y los trabajadores agrícolas migrantes, a fin de fomentar la aceptación, el respeto y la igualdad de oportunidades.
Ello, debido a que todavía hoy en día, sostuvo que la precaria situación de los trabajadores agrícolas migrantes –porque este fenómeno se da, por temporadas dentro del propio territorio nacional como hacia el extranjero, principalmente hacia Canadá, a través del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT)-, se ven empeorados por la dificultad para acceder a información sobre sus derechos y por los obstáculos administrativos y lingüísticos.
En este sentido, admitió que, aunque existen avances significativos en la protección legal de sus derechos laborales de estos trabajadores, la implementación de los mismos siguen siendo un desafío, ante lo cual, subrayó que es importante abordar la discriminación, la explotación y las barreras de acceso a servicios para asegurar que puedan trabajar con dignidad y seguridad, resaltó.
En este sentido, la académica, subrayó la relevancia de estos trabajadores, a quienes calificó de “un fenómeno significativo”, debido a que más de 1.2 millones de trabajadores agrícolas se mueven en el interior del país por temporadas.
Agricultura familiar, podría verse desplazada
En su oportunidad, Iván Cortés Torres, del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, sostuvo que la agricultura familiar, que a menudo produce alimentos para consumo local y mercados pequeños, puede verse desplazada por la agricultura a gran escala y orientada a la exportación.
Resaltó que el modelo agroalimentario neoliberal ha llevado a la concentración de la tierra y la producción en manos de grandes corporaciones, la dependencia de importaciones de alimentos básicos, la disminución de la producción local y la pérdida de la soberanía alimentaria, especialmente en países en desarrollo.
La agroindustria en manos de grandes empresas multinacionales, dijo, controla la producción, procesamiento, distribución y comercialización de alimentos a nivel global, lo que implica que algunas naciones en desarrollo sean altamente dependientes de las exportaciones agrícolas, haciéndolos vulnerables a las fluctuaciones de los precios internacionales y a las políticas comerciales de los países desarrollados.
Añadió que la dependencia de las importaciones en muchas naciones se ha incrementado, sobre todo en aquellas que han adoptado modelos agroexportadores no tradicionales, como México, que ha experimentado un aumento significativo en la importación de granos básicos como maíz, frijol y trigo, a pesar de ser una nación con tradición agrícola.
Ante ello, señaló, deben buscarse alternativas que prioricen la sostenibilidad, la equidad y la soberanía alimentaria, ya que es crucial fortalecer el papel del Estado en la regulación del sector, promover modelos de producción agrícola más sostenibles, apoyar a los pequeños agricultores y garantizar el acceso a alimentos nutritivos para todos.