Opinión

Posada en Mazatlán de la 4T

Omar García Harfuch en Sinaloa Toman protesta a Óscar Rentería Schazarino como nuevo secretario de Seguridad Pública en Sinaloa (José Betanzos Zárate )

Los mandos de la 4T fueron a pedir posada a Mazatlán. Los peregrinos tomaron ponche en las instalaciones de la Tercera Región Militar que estuvo custodiada, sin exagerar, por cielo, mar y tierra.

Apersonarse en Mazatlán fue su forma de enviar el mensaje de que van en serio en su lucha contra el Cartel de Sinaloa. El objetivo no es que una de las fracciones en disputa se imponga sobre la otra, sino que el Cartel como tal sea desmontado. Es cierto que la fracción de los Chapitos es la más mediática, y que capturar a Iván Archivaldo sería un golpe de alto impacto y callaría bocas en Washington, pero lograr eso para que el nuevo jefe de la plaza sea el Mayo Flaco no cambiaría las cosas. Se mantendría la amenaza de Trump de enviar a los marines a la zona boscosa entre Sinaloa y Durango, donde tienen sus casas de seguridad los mandos del cartel. Donald ya dijo que designará grupos terroristas a los carteles mexicanos, con lo que empieza una pesadilla.

La lucha fratricida en Sinaloa ya ha dejado mil muertos, lo que supone una sangría tremenda para los grupos en conflicto, por lo que el Cartel está en el momento más vulnerable de su historia. En esta lucha hay tres momentos. El primero es debilitar al cartel militarmente, que ya no pueda desafiar a las fuerzas armadas del Estado mexicano. El segundo momento es que las principales ciudades del estado, comenzando por Culiacán y Mazatlán tengan cuerpos policiacos que no estén en la nómina de las bandas del crimen organizado. El tercer momento es a mediano plazo y tiene que ver con lograr que los sinaloenses se sacudan el narco cultura. La gente, para que las cosas cambien de fondo, tiene que rechazar de manera consciente que las bandas del crimen los definan y que los corridos sobre hazañas de los delincuentes anime sus fiestas. ¿Los sinaloenses están dispuestos a hacerlo?

En la cuestión militar hay pasos adelante. El reciente cambio en la policía estatal, la llegada al cargo del general Rentería con experiencia reciente en Apatzingán, cuna de los llamados Operativos Conjuntos allá en el lejano 2007, muestra que se quiere al frente a un cuadro probado, contundente con capacidad de pegar donde duele. Es un jefe policiaco para un momento de guerra, o de confrontación abierta. Pero el estado requerirá más adelante un jefe policiaco para tiempos de paz, cercano a la gente, que apague los fuegos pequeños, que evite delitos no graves para evitar que se generen catástrofes como la que hoy día vive el estado, Se requieren policías cuyos jefes sean otros policías y no los narcos.

Al último, pero no menos importante, para que todo esto fluya es necesario que haya un cambio de fondo en el gobierno del estado. No se puede mandar un mensaje de que vienen cosas diferentes para el estado, y dejar a Rubén Rocha en el Palacio de Gobierno. Es una incongruencia total. Sobre Rocha pesan acusaciones muy graves, no solo de relación personal con jefes mafiosos, sino una reciente y concreta que es el caso del asesinato de Nemesio Cuén, su principal rival político. Ya quedó claro que la fiscalía del estado mintió en su versión sobre el sucedido. Es algo delicadísimo. ¿Cómo es que Rocha no ha sido relevado? Está claro que ya no toma ninguna de las decisiones importantes pero lo mínimo es que dimita para posibilitar una investigación profesional e imparcial sobre el asesinato de Cuén. Si Rocha se queda la factura política que pagará la 4T será enorme, sobre todo si las pruebas en contra de Rocha vienen de Estados Unidos; donde, dicen, ya tiene un expediente gordo.

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