Opinión

¿Qué tanto daño puede hacer Trump?

Donald Trump (EFE)

Una pregunta recorre los pasillos del poder en México, desde Palacio Nacional, Lomas de Sotelo, San Lázaro, el Senado y también, hay que decirlo, recorre las oficinas de los capitanes del empresariado: ¿Qué tanto daño real puede Trump infringirle a México?

La misión principal de Trump y del rediseñado establishment gringo, con las empresas de tecnología a la cabeza, es contener a China. La potencia oriental puede desafiarlo en todos los terrenos, comenzando por el comercial, pero también en el militar, tecnológico e incluso cultural. La Guerra Fría del Siglo XXI es entre China y Estados Unidos. China va ganando. Hay que incluir los envíos sistemáticos de los precursores del fentanilo como parte de esa Guerra Fría que tiene en la batalla por los coches eléctricos su flanco más llamativo a nivel internacional.

Rusia es el otro jugador importante, pero Putin tiene otra zona de influencia y América está lejos de ser una prioridad. En contraste, las inversiones chinas en el continente han crecido exponencialmente en los últimos años. México puede ser el mejor aliado natural de Estados Unidos para contener a China, pero Trump durante su campaña política se ensañó con México culpándolo de todos los males y el electorado americano, adicto a las soluciones fáciles para problemas complejos, se lo compró. Le dio en las urnas el mandato de aplicarle correctivos severos a nuestro país. Debe cumplir.

Se plantea entonces una paradoja de altos vuelos: Trump tiene que aparecer ante su electorado como el hombre fuerte que pone orden en su vecindario, comenzando por lo que ellos llaman su patio trasero, pero si no maneja con cuidado su ofensiva contra México el gobierno mexicano le abrirá las puertas a las inversiones chinas. De modo que hay que apretarle, pero no tanto.

Trump tiene en su arsenal contra México las deportaciones masivas, los aranceles, el cierre de fronteras y las acciones militares contra los carteles mexicanos para lo que es necesario nombrarlos previamente grupos terroristas. Las deportaciones masivas son casi imposibles desde el punto de vista logístico y una reducción drástica de los migrantes indocumentados le pegaría a la economía norteamericana. ¿Sin trabajadores mexicanos cómo se reconstruirá la ciudad de Los Ángeles? Hace poco se publicó que los migrantes mexicanos que viven sin documentos en EU son soporte fundamental para financiar las prestaciones del Seguro Social. De modo que habrá deportaciones para la foto, no de millones, pero sí de miles, para mostrar que sí está cumpliendo sus promesas de campañas.

Los aranceles son un arma poderosa, pero en las últimas semanas ha salido a flote la imbricación profunda de las economías de ambos países. Hay muchos productos importantes, coches entre ellos, que se fabrican partes aquí y partes allá. Ponerles aranceles sería como darse un tiro en el pie. Habrá aranceles más caros, desde luego, pero los productos afectados se tendrán que escoger con lupa para no afectar a los consumidores de EU. Queda claro hasta aquí que la realidad de la relación bilateral puede limitar las ansias destructivas de Trump.

Falta entonces el caso de las bandas de narcos dedicadas al trasiego del fentanilo, la droga que genera allá decenas de miles de muertes. El proceso para nombrar a los carteles grupos terroristas toma su tiempo y tiene también implicaciones fuertes dentro de Estados Unidos. Las armerías norteamericanas, aliados de Trump, pertrechan a las bandas mexicanas, eso está documentado por el propio gobierno norteamericano, pero al designarlas terroristas las armerías se meterían en un montón de problemas legales en su país. Lo mismo puede decirse de los bancos que blanquean dinero sucio de los narcos mexicanos. De modo que vienen los golpes, muchos podrían ser cosméticos para ganar titulares y salir en la foto, eso marca el sentido común, pero Trump es un tipo impredecible y colérico.

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