Opinión

Los tiempos que vivimos

Friedrich Merz

Los recientes resultados electorales en Alemania son una muestra de los tiempos que vivimos y que, al parecer, viviremos cuando menos en los años inmediatos por venir. El Partido Socialdemócrata, actualmente en el gobierno en la persona de Olaf Scholz y que hace cuatro años representó la llegada al poder de una izquierda moderada, obtuvo el tercer sitio en las votaciones del pasado domingo, al alcanzar únicamente poco más del 16 por ciento de la simpatía electoral. Del otro lado, el candidato de la Unión Demócrata Cristiana, Friedrich Merz, se hizo con el triunfo al obtener poco más del 28 por ciento de los votos. No está de más recordar que la Unión Demócrata Cristiana es el partido al que perteneció Angela Merkel, una de las políticas más destacadas no solo de Alemania, sino del mundo entero, como tampoco se puede ignorar que las posturas políticas de Merz distan mucho de las que tuviera la primera mujer en ocupar el cargo de canciller en aquél país. En medio de ellos, Alice Weidel, candidata de Alternativa para Alemania, partido de extrema derecha fundado hace apenas doce años, obtuvo poco más del 20 por ciento de los votos y con ello se convierte en la segunda fuerza política de uno de los gigantes europeos. Solo como dato: respecto del proceso electoral de 2021, el partido Socialdemócrata perdió 9.3 puntos, la Unión Demócrata Cristiana ganó 4.4 puntos y Alternativa para Alemania ganó 10.4 puntos.

En Ciudad del Vaticano se viven días aciagos por lo que anticipa el fin del Papado de Francisco, quien cuando en 2013 fue elegido por el cónclave representó la posibilidad de una apertura de la Iglesia Católica a temas como la ordenación de mujeres o la apertura hacia los homosexuales. Con 88 años y una condición de salud frágil en extremo, se ha hecho público que al iniciar su pontificado Francisco redactó una carta de renuncia en caso de no tener las condiciones para seguir al frente de la iglesia con más fieles en todo el mundo. Algunas personas cercanas a la Curia Vaticana, incluso, han especulado sobre si Francisco tendrá la fuerza para salir adelante de una infección que le ha mantenido postrado en una cama de hospital desde hace un par de semanas. En cualquier caso, la inminencia de una reunión del Colegio Cardenalicio para elegir al sucesor de Jorge Mario Bergoglio cada día avanza a pasos acelerados. Cuando esto suceda, y como ha sido costumbre desde hace dos milenios, los cardenales elegirán a su líder sí por sus cualidades y por su fuerza y simpatía entre los distintos grupos, pero sobre todo por el momento que vive el mundo y la postura que la Iglesia quiere tomar frente a ello. Los argumentos para pensar que el próximo Papa será alguien ideológica y doctrinalmente cercano a Bergoglio no son muchos.

El mundo y la política global están cambiando de forma vertiginosa y parece que muchos no quieren darse cuenta. La izquierda de varios países celebra que la extrema derecha en Alemania haya sido derrotada, pero no reparan en el crecimiento que tuvo y que le permitió duplicar su votación entre la elección pasada y la de este domingo. Los más liberales dicen que la Iglesia Católica está en decadencia y que su influencia cada día es menor, pero parecen ignorar que ésta fuera un Estado y los feligreses fueran sus ciudadanos, sería el país más grande con dos mil 400 millones de habitantes, superando al segundo lugar, India, por mil millones de personas. El mundo y la política global giran, giran y giran en dirección a la derecha y hacia el fin de una era, pero parece que es más cómodo recurrir a lugares comunes o a la normalización de lo alguna vez inconcebible.

Los tiempos que vivimos y los que viviremos cuando menos por los años más próximos serán aciagos si no entendemos lo que está sucediendo y la necesidad de detenernos a reflexionar sobre las causas y las alternativas para detener una catástrofe de la que será muy difícil salir. Alguien (todos) tiene (tenemos) que pensar qué hacer frente a la debacle de ese proyecto civilizatorio surgido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Desafortunadamente, la mayoría se conforma (¿o se consuela?) con la explicación sencilla de que todo terminará por tomar su rumbo. Sigan mirándose el ombligo. Los tiempos que vivimos serán los que viviremos en los tiempos por venir.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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