
¿Por qué será que ya no hay investigación seria en los medios y sacan sin más averiguación o contraste lo que la Internet o ahora la IA les informa?, además, sin tomar en cuenta que todavía habemos vivos que podemos contar historias de bulto, pero, como ahora en todo, ese pasado inicia hasta que por casualidad se va descubriendo e interpretando por las actuales generaciones y, me expresó así, porque con motivo de los 35 años de edad de la pandita XIN XIN se publicaron y, por lo tanto, circulan en las diversas redes sociales, carteles dizque con el “árbol genealógico” de los pandas gigantes de México, más ignorando dos nacimientos e incluso hasta escribiendo sus nombres de manera equivocada, lo que particularmente les puede dar un significado diferente.
En fin…
Que por eso hoy me dirigiré expresamente a mi queridísima XIN XIN, a fin de contarle parte de cómo se programó su llegada al mundo, allá en Tokio, Japón, cuando en noviembre de 1987 hube de asistir al Segundo Congreso Internacional dedicado exclusivamente a los pandas gigantes y al que asistimos, además de los anfitriones, representantes de los zoológicos de 7 países occidentales que para entonces y por regalo de buena voluntad por parte de la República Popular China, teníamos (bajo “propiedad”) a la especie más codiciada de entre todas las silvestres, aparte, en altísimo peligro de extinción. Siendo así, mi lindísima chiquita, te cuento que como tu mami (la única panda sin nombre chino) había llegado a la edad de florecer y continuar la especie, por sus antecedentes familio-genéticos sonaba como LA INDICADA para aparearse con alguno de los galanes del mundo europeo, que eran contados, y entre ellos el más factible era el inglés, o sea tu padre CHIA CHIA, con fama de mal queriente y cero efectivo al propósito al haber intentado reproducirse tanto con su pareja, en Londres, como asimismo con la hembra alojada en el Zoológico Nacional de Washington. Estando en esas y ya de descanso en el hotel, medio subversivamente se programó una reunión en petit comité (sólo el grupo occidental, ni siquiera los anfitriones), donde inmediato, al llegar di cuenta de que los colegas se habían adelantado para discutir el futuro de tu gloriosa madre… ¡en mi ausencia!... dando por hecho que me convencerían de que saliera del país para intentar su reproducción en otro lado, sin tomar en cuenta el gran trabajo que a ese respecto se había estado realizando en el ZooChapultepec para que nuestros pandas prolongaran su estirpe de forma natural, contrario a los vanos intentos de esos otros países por lograrlo inclusive con reproducción asistida, más… qué chasco se llevaron cuando les solté a boca jarro que tu madre era Tesoro Nacional y que por ello no saldría de México y por lo que entonces, si honestamente estaban tan interesados en reproducirla, que nos prestaran a BAO BAO, el hermosísimo y juvenil panda que tenía Berlín. Se hizo un silencio absoluto, tras el cual se solicitó un receso que aprovechó el poliglota representante alemán para pedirme que lo acompañara a un oscuro y solitario rincón cerca del bar del hotel, sitio donde comenzó a tupirme en perfecto español porque con mi petición le estaba echando a perder la negociación con China para el préstamo de una hembra justo para el panda que les estaba solicitando. La cara del tipo era de furia loca, así que me retiré y al reincorporarme a la mesa donde estaban por reanudarse las conversaciones sólo atiné a sacar de mi ronco pecho lo que el personaje me había dicho, para seguidamente negarme a cualquier otro acuerdo y marcharme. Al rato fue a por mi el educadísimo, duro, pero siempre gentil David Jones, de la Sociedad Zoológica de Londres, intrigado por mi negativa a recibir a quien a fin de cuentas terminaría siendo tu padre, contestándole que le temíamos porque las dos hembras con las que había estado habían muerto tempranamente y por causas no muy claras, pero con similitud, sin omitir su mal carácter y avanzada edad, pero, aclararon e insistieron hasta aceptarme todas las condiciones que interpuse; entre ellas que de nacer una cría, o sea tú, te quedarías entre nosotros para siempre como una segunda generación reproducida naturalmente en cautiverio. De ahí que seas considerada la última panda azteca. Hay mucho más, pero no espacio, por lo que será historia que contaré en otra oportunidad y que tampoco fue miel sobre hojuelas. Te quiero mucho XIN XIN, y te recuerdo a través de infinidad de imágenes a tu lado y contigo, que igual y en algún momento haré públicas. Por hoy sólo acompaña a este texto tu imagen con la expresión en tu carita de una venturosa vejez.
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