
Nuestras reglas electorales están diseñadas fijando derechos, imponiendo obligaciones y castigando su incumplimiento. Le corresponde a las autoridades vigilar que se respeten los primeros, supervisar que se cumplan las segundas, e imponer las sanciones cuando no sea así.
Esto es, hay una lógica de castigo en el centro de las normas electorales. ¿Sería posible darle un giro?
Pongo un ejemplo: las reglas actuales buscan aumentar la participación política de las mujeres, los pueblos y comunidades indígenas, afros, las personas de la tercera edad, entre otros grupos; para lo que fija principios, reglas o acciones afirmativas que deben atender los partidos políticos en las postulaciones de candidaturas.
Varias de estas disposiciones podemos verlas como un piso mínimo, que es obligación cumplir pero que puede llevarse a un nivel más alto.
Lo que propongo es pensar en un cambio de la lógica electoral: castigar cuando sea necesario, incentivar cuando sea posible.
Así, veamos un caso: la mitad de las candidaturas deben ser otorgadas a mujeres. Si un partido lo hace, cumple con el mandato legal, pero ¿podría hacer más? De hecho sí, pues puede realizar diversas actividades no sólo para contar con las postulaciones, sino para lograr los triunfos de sus candidaturas.
De esta forma, ¿qué tal que una parte del presupuesto que se entrega a los partidos políticos se asigne conforme criterios que premien a los partidos que logren más triunfos para sus candidatas, o para sus candidaturas de la tercera edad, etc? Ojo, no estoy proponiendo que se aumente la bolsa que se distribuye entre partidos, sino reservar una parte de la misma para aquellos casos donde se rebasen los mínimos legales, en beneficio de una mejor representación política, de una democracia más inclusiva.
Me podrás decir que eso es obligación de los partidos, pero lo que propongo no es premiar al que cumple, sino incentivar a que se vaya más allá del cumplimiento. En el ejemplo que puse, con que la mitad de sus candidaturas sean reservadas para mujeres cumple el mínimo requerido, pero si consigue ser el partido con más mujeres electas, entonces va más allá de lo exigido, y podría participar entonces en ese reparto de una cantidad adicional.
Como puedes ver, se trata de generar un incentivo positivo, no de aumentar el total del dinero que se reparte a los partidos.
Para lograr esto, habría que prever un conjunto de temas que sea importante maximizar, aquí he puesto sobre la mesa el de lograr una mayor representación política de grupos históricamente vulnerables; pero podría haber otros, que atiendan también a objetivos socialmente relevantes.
De esta manera, al menos una parte de nuestra legislación electoral cambia su lógica a una que premie el esfuerzo por lograr una democracia de mayor calidad.